Columna de Soledad Hormazábal y Miguel Lorca: “Seguro de longevidad: múltiples y significativos beneficios con riesgos acotados”
"El problema de regresividad generado por la mayor expectativa de vida de trabajadores de altos ingresos es un problema intrínseco de los sistemas de pensiones, y lo mismo aplica para los beneficios de Renta Vitalicia, en cuanto a la idea de eliminar la modalidad de Retiro Programado o extender la PGU. En el caso del seguro de longevidad, este problema se puede acotar o incluso corregir con un porcentaje de cotización escalonado según ingreso, topes mínimo y máximo de beneficios, o bien introduciendo tablas de mortalidad diferenciadas por nivel de ingreso".
Podemos dividir el período de jubilación en dos etapas: 1) “tercera edad”, que corresponde al periodo entre la jubilación y la expectativa de vida, de alta probabilidad de ocurrencia; y 2) “cuarta edad”, que es el período posterior a dicha expectativa de vida, altamente incierto. Técnicamente, la forma más eficiente de financiar un evento de alta probabilidad de ocurrencia es con ahorros; mientras que para financiar eventos costosos de baja probabilidad de ocurrencia, lo eficiente es mutualizar el riesgo, en este caso, contratando un seguro de longevidad, cada día más recomendables y necesarios en muchos sistemas de pensiones del mundo.
El 63% de las pensiones de vejez pagadas actualmente en Chile corresponden a la modalidad de retiro programado, donde el riesgo de longevidad lo asume individualmente cada pensionado. Berstein, Morales y Puente (2015), muestran que un número significativo de pensionados, especialmente mujeres, sobrevivirán a sus ahorros, es decir, se quedarán sin pensión. Para enfrentar este problema de política pública, los investigadores proponen el seguro de longevidad, destacando significativas virtudes: 1) mejora eficiencia y sustentabilidad en el financiamiento de beneficios, y 2) permite incorporar solidaridad al esquema de capitalización individual, en favor de mujeres y personas de edad avanzada de alta vulnerabilidad.
Sin embargo, los seguros de longevidad, como casi todo, no están exentos de riesgos y/o aspectos indeseados. Las principales críticas son, en primer lugar, su regresividad, puesto que las personas de mayores ingresos poseen una mayor expectativa de vida, y, luego, la posibilidad de que no se desarrolle el mercado de rentas vitalicias diferidas y que el Estado deba hacerse cargo, dada la alta incertidumbre sobre la mortalidad en dicha parte de la distribución, así como los descalces entre activos y pasivos.
El problema de regresividad generado por la mayor expectativa de vida de trabajadores de altos ingresos es un problema intrínseco de los sistemas de pensiones, y lo mismo aplica para los beneficios de Renta Vitalicia, en cuanto a la idea de eliminar la modalidad de Retiro Programado o extender la PGU.
En el caso del seguro de longevidad, este problema se puede acotar o incluso corregir con un porcentaje de cotización escalonado según ingreso, topes mínimo y máximo de beneficios, o bien introduciendo tablas de mortalidad diferenciadas por nivel de ingreso.
La incompletitud de mercados, donde privados no suministran un bien o servicio aun cuando el costo de entregarlo es inferior a la disposición de pago de los consumidores, es un problema común en economía, y se suele enfrentar reduciendo asimetrías de información y con regulación que aumente la certidumbre de los oferentes.
Por su parte, el descalce de activos y pasivos es un problema recurrente en la industria financiera, que no ha impedido el desarrollo del mercado de los seguros privados de renta vitalicia diferida: Australia, Canadá, Dinamarca, EE.UU. y el mismo Chile son buenos ejemplos. Así mismo, Creighton y otros (2005) muestran cómo los bonos de sobrevivencia y el aseguramiento respecto al riesgo de longevidad del sistema ayudarían a un desarrollo más efectivo, robusto y sustentable de este mercado.
Si bien toda reforma o innovación trae consigo ciertos riesgos, el vasto sustento teórico y empírico del seguro de longevidad hace pensar que, bajo un buen diseño, puede ser un aporte significativo al sistema y las pensiones de nuestros jubilados.
* Los autores, Soledad Hormazábal, investigadora del Centro de Estudios Horizontal, y Miguel Lorca, doctor en Economía, University of New South Wales, Australia.