Cuentas nocionales: sistema de reparto disfrazado

"No existe una razón para cambiar un sistema en que los trabajadores son dueños de sus aportes para financiar sus pensiones. Debemos sacar este debate de las trincheras ideológicas, para buscar sin prejuicios la manera de corregir los defectos que tienen los sistemas de capitalización individual, sin retroceder a modelos que han fracasado en el mundo".
En el último tiempo han surgido propuestas en algunos países para reemplazar el actual sistema de capitalización individual por uno de cuentas nocionales.
Sin embargo, conceptualmente lo primero que hay que tener en cuenta es que las cuentas nocionales son un sistema de reparto, ya que las pensiones de los actuales jubilados se financian con las contribuciones de los trabajadores activos. La única diferencia entre un sistema de reparto puro y uno de cuentas nocionales radica en que en este último se incluyen ajustes actuariales a las pensiones, lo que les entrega cierta ventaja con respecto a los primeros, al estrechar parcialmente la relación entre cotizaciones pagadas y monto de las pensiones recibidas.
Sin embargo, en los sistemas de cuentas nocionales, como en todo sistema de reparto, no está resuelto el problema de las presiones demográficas que resulta de una mayor expectativa de vida y una menor tasa de natalidad y que se exacerba por las altas tasas de informalidad latinoamericanas.
Como en los sistemas de cuentas nocionales no existen fondos acumulados reales que pertenezcan a los trabajadores, los recursos no pueden multiplicarse a través de la rentabilidad, como ocurre en los sistemas de capitalización individual.
Las proyecciones de largo plazo del regulador de pensiones en Suecia, concluyeron que, debido a la ausencia de rentabilidades, el esquema de cuentas nocionales pagará en el largo plazo pensiones 43% inferiores a las otorgadas por el programa complementario de capitalización individual, para igual tasa de cotización. Estas cuentas tampoco entregan derechos de propiedad, ni de herencia, ni generarán inversiones que apoyen el crecimiento económico de los países.
En resumen, si bien algunos pocos países con instituciones fuertes y creíbles han implementado sistemas de cuentas nocionales, éstos llevan poco tiempo en operación (Italia y Letonia desde 1996 y Polonia, Suecia y Brasil desde 1999) y existen serias dudas de si serán capaces de mantener los ajustes automáticos de los parámetros que se utilizan para la concesión de los beneficios en el futuro, cuando los cambios demográficos den su golpe más duro y las presiones políticas sean enormes.
La experiencia de Suecia es decidora al respecto. Los estudios señalan que, dado el envejecimiento de la población, los fondos nocionales sufrirán reducciones de carácter permanente a futuro, lo que obligará al país, para mantener la sostenibilidad fiscal, a reducir las promesas de pensiones, o aumentar las contribuciones, siendo ambos caminos impopulares.
Si los sistemas de reparto no pudieron cumplir con la promesa de otorgar un “beneficio definido”, considerando que -entre 1995 y 2020, 62 países aumentaron la edad de jubilación, 62 congelaron o bajaron los beneficios y 79 subieron la tasa de cotización-, no vemos la razón por la cual los mecanismos de cuentas nocionales que simulan una acumulación de ahorro que no existe, pudieran dar cumplimiento a esa promesa.
Por todos estos motivos, no existe una razón para cambiar un sistema en que los trabajadores son dueños de sus aportes para financiar sus pensiones. Debemos sacar este debate de las trincheras ideológicas, para buscar sin prejuicios la manera de corregir los defectos que tienen los sistemas de capitalización individual, sin retroceder a modelos que han fracasado en el mundo.
*Guillermo Arthur, Presidente FIAP (Federación Internacional de Administradoras de Fondos de Pensiones).