El mensaje de Trump sobre los aranceles: yo estoy a cargo de la agenda económica
Los nombramientos favorables al mercado en el Tesoro y otras agencias, supusieron un alivio para los inversionistas. La amenaza comercial sugiere que podría ser prematuro. La lección es que el miembro más importante del equipo económico de Trump es el propio Trump.
Cuando el presidente electo Donald Trump comunicó el viernes que nombraría al gestor de fondos de cobertura Scott Bessent como secretario del Tesoro, gran parte de Wall Street y de las empresas estadounidenses respiraron aliviadas.
La elección de Bessent, extremista en materia del control del déficit fiscal, defensor del estatus de reserva del dólar y hasta hace poco circunspecto sobre los aranceles, sugería que Trump daría prioridad a las medidas favorables al mercado para impulsar el crecimiento económico y contener la inflación y las tasas de interés.
Sin embargo, el alivio duró apenas 72 horas. El anuncio de Trump a última hora del lunes de que impondría aranceles del 25% a Canadá y México en su primer día en el cargo y un 10% adicional a China hasta que los inmigrantes ilegales y el fentanilo dejen de entrar en EE.UU. aclaró cualquier duda de que gobernaría como lo hizo en su campaña: como un populista disruptivo.
La lección es que el miembro más importante del equipo económico de Trump es el propio Trump.
“En su primer mandato, hubo muchas amenazas que terminaron siendo retiradas”, comentó Andy Laperriere, analista político de Piper Sandler, en una nota a clientes el martes. “Esperamos muchas amenazas, pero más seguimiento en un segundo mandato, porque la mayoría de su personal generalmente no va a tratar de convencerlo de cosas como esta”, indicó.
Si Trump realmente elevará los aranceles o simplemente está negociando, sigue siendo incierto. Los inversores parecen pensar lo segundo: la caída del dólar canadiense, del peso mexicano y de las acciones de las empresas expuestas fue relativamente moderada.
Aunque Trump controla claramente su agenda, las decisiones de Bessent y otras figuras del establishment siguen siendo importantes. Los partidarios de Bessent creen que su presencia dará lugar a una combinación de políticas más calibrada y favorable al crecimiento que de otro modo.
“Tiene un enfoque más reflexivo de las compensaciones”, comentó el jefe de un grupo comercial en Washington. “Su compromiso con la estabilidad del mercado implicaría que va a reconocer que hay un punto más allá del cual podríamos imponer aranceles que irían demasiado lejos para el mercado y la economía”, agregó.
Los nombramientos del gabinete de Trump sugieren una reticencia a meterse con la economía. Mientras que para las carteras de Defensa, Sanidad, Justicia e Inteligencia Nacional nombró a personas que se salen de lo convencional, sus cinco candidatos finalistas para el Tesoro proceden del establishment: Bessent; Marc Rowan, magnate del capital de riesgo; Kevin Warsh, exgobernador de la Reserva Federal; Bill Hagerty, senador en ejercicio; y Howard Lutnick, director ejecutivo de la firma financiera Cantor Fitzgerald. Lutnick ha sido propuesto para dirigir el Departamento de Comercio.
El martes, Trump comentó que Kevin Hassett, un economista conservador y defensor de la reducción de impuestos que presidió el Consejo de Asesores Económicos en el primer mandato de Trump, dirigiría su Consejo Económico Nacional, que coordina la política económica dentro del poder ejecutivo. Trump nombró a Jamieson Greer representante comercial de Estados Unidos. Greer es un abogado especializado en comercio que trabajó como jefe de gabinete de Robert Lighthizer, representante comercial de Estados Unidos en el primer mandato de Trump.
Lighthizer había sido considerado para un papel de alto nivel, y su ausencia hasta ahora deja al equipo económico sin uno de los defensores de los aranceles más comprometidos y eficaces de Trump. Pero eso podría importar menos ahora que Trump ha dejado claras sus preferencias.
Bessent es visto como un par de manos seguras sobre la base de su largo historial de comentarios económicos y de mercado. Ha propuesto una agenda “3-3-3″: Crecimiento del 3%, 3 millones más de barriles de petróleo al día y reducción del déficit presupuestario al 3% del Producto Interior Bruto (PIB) desde el 6% actual.
En un principio, Bessent se mostró escéptico respecto a los aranceles, salvo como táctica de negociación. “La pistola de los aranceles siempre estará cargada y sobre la mesa, pero rara vez se disparará”, comentó a los inversores de su fondo de cobertura en enero. Trump es un “libre comerciante”, dijo a Mark Halperin en octubre. “Mucho de lo que está haciendo es escalar para desescalar. Mi objetivo para su gobierno sería salvar el comercio internacional y no acabar pareciéndose a... los aranceles de fin de siglo”, sostuvo Bessent.
Pero Bessent se encontró compitiendo por el puesto del Tesoro con Lutnick, inicialmente codirector de la transición de Trump. Lutnick también había descrito en su día los aranceles como una “moneda de cambio”, antes de adoptar el razonamiento más proteccionista de Trump de que traen de vuelta los empleos manufactureros.
En un artículo de opinión publicado en Fox News el 15 de noviembre, Bessent defendió los aranceles de forma más contundente: “Utilizados estratégicamente, los aranceles pueden aumentar los ingresos del Tesoro, animar a las empresas a restablecer la producción y reducir nuestra dependencia de la producción industrial de rivales estratégicos”.
Aún no está claro si la apertura de Trump es un mecanismo de negociación, en la línea de lo que han insinuado Bessent y Lutnick, o un pretexto para romper el Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá y restablecer los aranceles indefinidamente.
Esto último implica riesgos mucho mayores para la economía y para Trump. Es poco probable que otros países se atemoricen. “Los canadienses y los mexicanos querrán un acuerdo que sea multifacético y elimine la amenaza del arancel del 25%, de lo contrario, tres meses después quiere otra cosa y vuelve a amenazar con el 25%”, señaló Peter Harrell, académico de Carnegie Endowment for International Peace, que fue asesor económico internacional del Presidente Biden. “Como líder extranjero no quieres parecer que estás constantemente cediendo a las amenazas”, complementó.
China tiene un abanico de medidas potenciales en caso de querer tomar represalias, entre ellas restringir las exportaciones de minerales críticos, castigar las operaciones chinas de multinacionales estadounidenses, vender bonos del Tesoro de Estados Unidos o devaluar su moneda, dijo Scott Kennedy, experto en China del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, citando conversaciones con contactos chinos anteriores al anuncio de aranceles de Trump. “No creo que hayan decidido lo que quieren hacer”, manifestó.
Otra cuestión que planea sobre el equipo económico de Trump es hacia dónde lleva la política fiscal. Los planes de recorte de impuestos de Trump ayudaron a impulsar los rendimientos del Tesoro a largo plazo alrededor de las elecciones, pero cayeron el lunes en parte debido a la reputación de Bessent como un halcón del déficit.
Aún así, cumplir el objetivo de déficit del 3% del PIB de Bessent será una tarea hercúlea.
Bessent declaró a The Wall Street Journal que su prioridad política será prorrogar la rebaja fiscal de Trump de 2017 y promulgar sus otras promesas, como eliminar los impuestos sobre las propinas, las prestaciones de la Seguridad Social y el pago de las horas extraordinarias. Las promesas de Trump acabarían elevando el déficit a entre el 7% y el 12% del PIB en 2034, según estimaciones del Comité para un Presupuesto Federal Responsable (CRFB), un organismo no partidista.
En teoría, Trump podría recortar los impuestos y reducir el déficit recortando el gasto. Simplemente revirtiendo las decisiones ejecutivas de Biden, como los cambios en Medicaid, se ahorrarían hasta US$ 1,3 billones en una década, o el 0,4% del PIB, estima el CRFB.
Mientras tanto, Elon Musk lidera un esfuerzo externo para recortar empleos y programas gubernamentales. Por su parte, Russell Vought, que será director de Presupuesto tras ocupar el mismo puesto en el primer mandato de Trump, aboga porque el presidente “incaute”, o se niegue a gastar el dinero consignado por el Congreso.
Pero la incautación podría ser bloqueada por los tribunales. Más importante aún, no está claro si Bessent, Musk o Vought pueden encontrar suficientes recortes de gastos para pagar los planes fiscales de Trump y reducir el déficit, sin tocar derechos como la Seguridad Social y Medicare, que Trump ha prometido no recortar.
Proponer un objetivo de déficit del 3% sin subir los impuestos ni recortar los derechos “es una locura”, planteó Jon Lieber, jefe de investigación del Eurasia Group y antiguo asesor del líder de la minoría en el Senado, Mitch McConnell.
Sin embargo, hay mucho en juego en un plan creíble de recorte del gasto. Junto con la bajada de impuestos y la desregulación, es la vía más plausible para compensar los efectos negativos de una guerra comercial.
-Traducido del inglés por Pulso.
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