El nuevo escenario que enfrentará el renovado consejo del Banco Central

Rosanna Costa
Rosanna Costa, presidenta del Banco Central

"el Banco Central se encuentra ante un contexto de mayor incertidumbre internacional, que podría afectar negativamente la actividad y con shocks diversos, en magnitud y dirección, en la inflación".



Las perspectivas respecto al escenario económico global cambiaron significativamente con la invasión de Rusia a Ucrania. Escribo esto sin el afán de pasar por alto la crisis humanitaria que se vive en estos momentos, y con todo el respeto que merecen las víctimas de este acto, y sus familias. Lo que busco es tratar de esbozar cuáles serían las consecuencias de este evento para la política monetaria. El 29 de marzo, el Banco Central (BC) tendrá su segunda reunión de política monetaria del año, en donde su consejo estrena presidencia y dos consejeros; y la situación global de hoy ha cambiado respecto a lo que se anticipaba en el último Informe de Política Monetaria (IPoM).

Los efectos de este evento a nivel global en la actividad local son claros en la dirección: su dinamismo se vería afectado negativamente. Sin embargo, la magnitud y duración de esta debilidad dependería de cómo vaya evolucionando el conflicto en las siguientes semanas o meses.

Para el caso de la inflación existen diversos factores con el mismo origen, pero que apuntan hacia diferentes direcciones. Primeramente, el incremento mundial en el precio del petróleo, gas y el trigo, productos en los que Rusia y Ucrania son productores relevantes a nivel global y que podrían presionar el componente no subyacente de la inflación local. De hecho, el pan, pastas y otros productos de panadería suman un alza de 3,54% de la canasta del IPC y 3,63% si se agregan las harinas, mientras que los combustibles para automóviles llegan a 3,11% y 7,54% para todos los bienes energéticos. Si bien el traspaso del precio internacional del petróleo a los combustibles en Chile es más claro, en el caso del trigo no es tan evidente.

En segundo lugar, el tipo de cambio ha tendido a mantenerse en niveles relativamente estables, punta a punta, desde que los acontecimientos iniciaron. Por un lado, el dólar ha tendido a fortalecerse a nivel global, pero el precio del cobre ha tendido a subir, efectos que se han compensado mutuamente. Este precio del cobre más alto se debe no solamente al alza de costos de explotación, producto del incremento en los combustibles, sino que también podría estar influido por restricciones de Europa a las importaciones de cobre ruso.

Por último, la materialización de la debilidad en la actividad, producto del conflicto geopolítico, tendería a disminuir presiones inflacionarias locales, aunque con rezago. Sin embargo, respecto a este punto, es relevante recalcar que el shock actual aparece en un momento con la economía local sobrecalentada y con brechas de la actividad cerradas hace algunos trimestres. Ésta ha sido una de las razones fundamentales de las altas inflaciones que hemos visto recientemente, y de la consecuente reacción de política monetaria.

Con un consejo renovado, el Banco Central se encuentra ante un contexto de mayor incertidumbre internacional, que podría afectar negativamente la actividad y con shocks diversos, en magnitud y dirección, en la inflación. Este contexto podría llevar al Banco Central a ser más cauto en la magnitud de las futuras alzas de tasa, pero la necesidad de que se mantenga en niveles restrictivos trasciende a los cambios recientes en el escenario global.

*El autor de la columnas es economista jefe en LarrainVial Research

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