Herman Schupper, socio de Corona critica a hermanas por no ceder en venta: “Hasta ahora, no han presentado un plan concreto”

El empresario cuenta que la venta de Corona es la única alternativa viable para salvar la firma. Asegura que la falta de liquidez es crítica y que la oferta del inversionista chino es la mejor opción para garantizar su continuidad.
Con 70 años de historia, la multitienda Corona enfrenta una crisis financiera que la mantiene al borde de la quiebra. Ayer, sus acreedores otorgaron un nuevo plazo para que los hermanos Paula, Malú y Herman concreten la venta de la empresa y eviten su liquidación, lo que permitiría resguardar los empleos de sus 1.800 trabajadores.
Por primera vez, Herman Schupper accede a hablar sobre el conflicto con sus hermanas, una disputa que tiene en vilo el futuro de la compañía fundada en 1955 en Concepción por su padre, Leonard Schupper, un sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial y del campo de concentración de Auschwitz, bajo el nombre de Confecciones Schupper.
A diferencia de sus hermanas, Herman Schupper siempre estuvo vinculado a la administración de la empresa. A finales de los años ochenta, viajó a Holanda para estudiar economía en la Universidad de Leiden. Luego, como presidente, lideró la modernización de Corona mediante la importación de vestuario y la incorporación de internet. Durante más de 20 años, llegó puntualmente a las oficinas centrales, en la esquina de Arturo Prat con Santa Isabel, a las 9 de la mañana y se retiraba pasadas las 21 horas.
Schupper detalla los obstáculos que han dificultado la venta de la empresa a un inversionista chino, cuestiona la asesoría legal de sus hermanas —quienes se niegan a aceptar la oferta— y advierte sobre la falta de liquidez de Corona, una situación que, en el mundo del retail, equivale a una “sentencia de muerte”.
¿Cuál es la situación actual de Corona?
La situación sigue en el aire después de la nueva postergación de la junta de acreedores. He estado insistiendo con la veedora, Daniela Camus, para que emita un informe sobre la propuesta de Spring Forest, que yo ya acepté, y sobre la intención de Paulina y Malu Schupper de ofrecer un préstamo a Corona a través de sus abogados del Estudio Carey, Ricardo Reveco y Patricia Silberman. Pese a la insistencia, no hemos recibido respuesta.
Por otro lado, la administración recomendó hace casi dos semanas aceptar la oferta de Spring Forest, pero tampoco han emitido un pronunciamiento sobre la propuesta de mis hermanas, a pesar de que lo hemos pedido dos veces.
Además, desde la semana pasada he solicitado formalmente al presidente del directorio, Juan Manuel González, que convoque con urgencia una junta extraordinaria de accionistas para definir una postura clara ante los acreedores del Acuerdo de Reorganización Judicial (ARJ). Hasta ahora no se ha convocado, con el argumento de que no hay acuerdo entre los demás accionistas para auto convocarla, porque no comparten la tabla que propuse. Esa negativa me parece preocupante y bastante llamativa.
¿Por qué decidió vender la empresa a un empresario chino?
Tomé la decisión de vender mi participación en Corona a la empresa Spring Forest, y además insté a los demás accionistas a hacer lo mismo, porque creo sinceramente que es la mejor forma de asegurar el futuro de la compañía. La realidad es que los actuales accionistas no tenemos la capacidad financiera para hacer el aporte que la empresa necesita para superar su situación actual. No es algo que diga solo yo; diversos estudios han señalado que se requiere al menos US$25 millones para darle una solución definitiva.
El año pasado, la administración de Corona elaboró un plan operacional muy detallado que confirmaba esta necesidad de financiamiento, y en julio de 2024 la empresa Econsult ratificó el diagnóstico con un estudio independiente. Entonces, la pregunta era: ¿podemos, como accionistas, asumir ese compromiso financiero? Y la respuesta fue clara: no.
Para mí, es una decisión difícil y dolorosa. Corona es una empresa que fundó mi padre hace 70 años y a la que yo le dediqué prácticamente toda mi vida laboral. Fui presidente por casi dos décadas y vi cómo la compañía crecía y se consolidaba en el mercado. Pero, por más que duela, he llegado a la convicción de que esta es la mejor alternativa para la empresa y, sobre todo, para las 1.800 familias que dependen de ella.
¿Por qué considera que esta es la mejor opción?
Esta conclusión no la tomé a la ligera. Se basa en una serie de estudios y análisis realizados junto con economistas y expertos financieros. Hay varios factores que sustentan esta decisión.
Primero, el Plan Operacional de Corona, que fue aprobado en mayo de 2024, ya establecía que la empresa necesitaba urgentemente US$25 millones para salir adelante. Se planteó una estrategia comercial y financiera clara, pero dependía de conseguir ese financiamiento. Intenté convocar a los accionistas a una junta extraordinaria para definir cómo podríamos aportar esos recursos o explorar alternativas, pero esa discusión nunca se dio. Paulina y Malú Schupper, con el respaldo de sus asesores del estudio Carey, pidieron que una consultora independiente analizara el tema. La elegida fue Econsult, y su informe fue categórico: la única opción viable era que los propios accionistas hicieran el aporte de capital.
Yo, ante esa conclusión, propuse una nueva junta extraordinaria para discutir un mecanismo concreto de financiamiento. Sin embargo, esa reunión nunca llegó a realizarse porque los demás accionistas simplemente decidieron no asistir. Argumentaron que la tabla de temas a tratar no se ajustaba a la ley, lo que en la práctica significó cerrar cualquier posibilidad de solución dentro de la empresa.
En ese contexto, cuando Spring Forest manifestó su interés, fui el único accionista que decidió al menos abrir una conversación. Al principio no acepté su oferta, pero seguimos negociando y logramos mejorarla sustancialmente. Finalmente, llegamos a una tercera propuesta que consideré aceptable, sobre todo porque representa una solución para la empresa, sus trabajadores y sus acreedores.
Spring Forest tiene experiencia en el sector, cuenta con los recursos financieros necesarios y tiene relaciones con proveedores que pueden permitir que Corona siga operando a largo plazo. La inyección de capital que han comprometido ronda los US$30 millones, lo que es consistente con lo que los estudios económicos indicaban como necesario para salvar a la empresa.
Por otro lado, la alternativa que han planteado las demás accionistas es un préstamo de US$15 millones, pero sin un respaldo claro. Hasta ahora, no han presentado un plan concreto, solo una declaración de intenciones. Además, esta propuesta llega en un momento en que la situación de Corona es crítica y necesita liquidez de inmediato. No se ha explicado cómo se conseguiría ese dinero, ni en qué plazo ingresaría a la caja de la empresa. Y lo más preocupante es que, según las cifras actualizadas, ahora ya no son 15 millones los que se necesitan, sino 18.
Lo que están planteando es endeudar aún más a la empresa en un momento en que su liquidez es prácticamente inexistente. Hablan de obtener financiamiento hipotecando activos, pero no hay garantías de que la banca esté dispuesta a otorgar un crédito de esa magnitud en el corto plazo. Un proceso de financiamiento de ese tipo puede tomar meses, y la situación de Corona es urgente. Cada día que pasa, la relación con los proveedores chinos se sigue deteriorando y la falta de mercadería golpea cada vez más las ventas.
¿Qué recuerda sobre los inicios de la compañía durante su gestión?
No me parece el momento de enfocarnos en el pasado, pero hay algunos hitos que creo que vale la pena mencionar. Durante casi 20 años, fui presidente de la empresa, una decisión que tomó mi padre en su momento. En ese período, Corona pasó de ser una cadena pequeña de vestuario a convertirse en una tienda por departamentos con 35 locales a nivel nacional.
Uno de los cambios más importantes que implementamos fue cerrar la producción local de prendas y comenzar a importar directamente desde China, lo que nos permitió mejorar la competitividad. También desarrollamos la Tarjeta Corona, con comercios asociados y más de 300 mil clientes activos. Implementamos tecnología en la administración, montamos un centro de distribución de primer nivel y logramos que la empresa alcanzara cerca del 4% del mercado del retail, con ventas superiores a los US$300 millones anuales.
Después de la muerte de mi padre en 1998, decidí gradualmente dar un paso al costado para evitar conflictos familiares y profesionalizar la administración. En 2010, dejamos la gestión en manos de un directorio de primer nivel y, en 2015, me retiré completamente. Hoy, con mucha tristeza, siento que lo único que puedo hacer por Corona es dar un paso definitivo al costado y permitir que otra empresa con recursos y experiencia tome las riendas.
¿El empresario chino está obligado a mantener el nombre de la empresa?
No hay una obligación formal, pero la intención de Spring Forest es seguir operando la empresa, por lo que la marca Corona debería mantenerse. Lo importante acá no es solo el nombre, sino que la compañía siga funcionando y pueda proyectarse a futuro.
¿Qué opina sobre la postura que han tomado sus hermanas?
Creo que hubo un error de cálculo y una falta de visión sobre lo que realmente necesitaba la empresa. En su momento, la solución era clara: inyectar recursos en el primer semestre de 2024. No se hizo y ahora la situación es mucho más compleja. La propuesta que han presentado ahora no es un plan sólido, sino más bien una serie de ideas sin financiamiento asegurado ni plazos definidos.
Me parece que ha faltado asesoría adecuada y que se ha actuado con cierto grado de intransigencia.
¿Qué conoce de la operación actual de Corona?
La empresa está operando con pérdidas significativas mes a mes. La falta de liquidez ha hecho que el acceso a mercadería sea muy limitado, lo que a su vez afecta gravemente las ventas. No hay stock suficiente, y eso en el retail es prácticamente una sentencia de muerte.
Además, la incertidumbre sobre el pago a los acreedores y el proceso de ARJ hace que todo se vuelva más complicado. Si no se soluciona ese problema rápido y no se logra una inyección de capital urgente, la empresa no podrá sostenerse por mucho tiempo más.
Corona necesita una solución concreta, con financiamiento asegurado y plazos definidos.
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