La columna de Claudio Pizarro: “Comunidad, clave para salir del pozo”
"Incubamos un conflicto mayor si no actuamos en todos los niveles y en todos los espacios"
Este fin de semana tenemos elecciones, al mismo tiempo que el país vive tiempos turbulentos. Cumplidos cinco años del estallido social, los problemas de fondo aún no son abordados, ya que ni siquiera estamos del todo de acuerdo en las causas que explican tal destrucción. Además, vivimos una crisis institucional profunda e inédita en más de 50 años, que incluye al Poder Judicial, la Presidencia, el Ministerio Público, el Congreso y los partidos políticos. Se suma a lo anterior, la delincuencia, explicada básicamente por el avance del crimen organizado, que amenaza nuestra seguridad y que constituye la primera prioridad de la ciudadanía, con casi el 60% de las menciones, según la última encuesta CEP.
En esta medición, la confianza en quienes fijan las reglas de la convivencia en común y en los encargados de velar por el cumplimiento del Estado de Derecho en esa convivencia está en el suelo. Nuevamente los partidos políticos y el Congreso, pero ahora también los fiscales, los jueces y el gobierno tienen menos de 20% de confianza y, los dos primeros, menos de un dígito. Atroz. Incubamos un conflicto mayor si no actuamos en todos los niveles y en todos los espacios. Se trata de defender nuestra institucionalidad, nuestra democracia, nuestra vida en común.
En este contexto, lo primero es refugiarnos en aquellos espacios en que nos sentimos más confiados, es decir, la familia, los amigos y vecinos, pero, por sobre todo, en las empresas en que trabajamos; siendo la comunidad donde más participamos, incluso con vínculos de amistad. Lo segundo es la contención y ayuda de todos los integrantes de estas comunidades más cercanas, y aquí la empresa es clave. Esto, ya que es el espacio más diverso en que participamos, donde aprendemos y practicamos la conversación y aceptación, y, por lo tanto, dialogamos para alcanzar acuerdos y desarrollar virtudes junto a personas muy distintas a nosotros.
No dudemos, la empresa es la comunidad por excelencia en la que participamos, ya que estamos más cerca (y no solo físicamente), además de pasar mucho tiempo en ellas, siendo virtuosas para crear valor económico y social. Cuando las empresas tienen mayores niveles de confianza entre sus colaboradores, responden mejor a los problemas que enfrentan. En definitiva, todos ganan, las personas y sus familias, la empresa y, por supuesto, la sociedad.
Más allá de la votación de este fin de semana y su resultado, cultivemos comunidad en las empresas e instituciones en las que trabajamos. Es más necesario que nunca, porque el contexto de inseguridad, baja productividad y crisis institucional que vivimos nos afecta a todos. Nadie puede escapar, pero en las empresas se puede hacer mucho, ayudando a enfrentar la crisis y a salir del pozo en el que estamos.
Desde una perspectiva aristotélica, si ponemos el foco en construir comunidad, buscando el bien común, construiremos un mejor país. No superaremos esta crisis con individualismo, ya que la vida en común se deteriora, fracturando nuestra convivencia.
No nos perdamos, necesitamos vivir en comunidad para alcanzar la plena realización. Fuera de ella nos volvemos algo así como una bestia o un tirano y, de ello, nada gratificante resulta. Apelemos a la justicia, a la amistad y a la prudencia como valores esenciales y prácticas virtuosas para construir una comunidad próspera, partiendo por las empresas en las que trabajamos. No tenemos mucho tiempo y cada vez se vuelve más urgente.|
*El autor de la columna es profesor adjunto de ingeniería industrial de la Universidad de Chile y managing partner en CIS Consultores
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