La columna de Edgar Spielmann: “Mauricio Russo: un legado que vive en cada emprendedor”

Mauricio Russo, co- fundador de Casaideas y CEO por más de 30 años.
La columna de Edgar Spielmann: “Mauricio Russo: un legado que vive en cada emprendedor”. En la foto: Mauricio Russo, co- fundador de Casaideas y CEO por más de 30 años.

"Si algo rescato y trato de aplicar día a día es que el verdadero éxito no radica únicamente en lo que se construye, sino en cómo se construye".



Este mes se cumple un año desde el fallecimiento de nuestro querido Mauricio Russo, un empresario -y siempre primero, emprendedor- que dejó una huella imborrable en el mundo del retail y más allá. Si bien ya no está físicamente con nosotros, su legado continúa vivo, no solo en CasaIdeas, la empresa que cofundó y que revolucionó el mercado del diseño en América Latina, sino también en el impacto que ha tenido en el ecosistema emprendedor chileno.

Mauricio Russo no fue un empresario común; fue un visionario que comprendió desde temprano que el diseño no debía ser un lujo exclusivo para unos pocos, sino un derecho accesible para todos. Con CasaIdeas, no solo democratizó el acceso a productos bien diseñados, sino que también cambió para siempre la manera en que los chilenos experimentan y valoran los objetos que adornan y usan en sus hogares. Esa filosofía transformó a CasaIdeas en una marca icónica, que se expandió con éxito a otros países de la región. Y lo hizo en base a un pensamiento forjado por años de experiencia y trabajo.

Por eso el impacto de Mauricio Russo no solo se limitó al ámbito empresarial; su obra es un testamento de su compromiso con el futuro del emprendimiento en Chile. Como mentor y participante activo de la Corporación G100, Mauricio dedicó su tiempo y experiencia a apoyar a nuevos emprendedores, guiándolos en sus primeros pasos y ayudándolos a evitar los errores que él mismo enfrentó en su camino hacia el éxito. Su enfoque no era solo económico; entedía el poder del emprendimiento para generar cambios sociales significativos.

Su propia historia de emprendimiento -una en la que cayó y se levantó varias veces, primero como empresario textil y luego en CasaIdeas- hasta el día de hoy sigue siendo inspiración para que muchos emprendedores, que él mismo apoyó directamente como G100, persistan en el desarrollo de sus propios negocios, haciendo carne una de las máximas de la corporación: el emprendimiento es un motor de transformación con infinitas posibilidades y permite que cualquier persona pueda desarrollar su destino, independientemente de su origen.

En un mundo donde a menudo se mide el éxito solo por los beneficios económicos, Mauricio destacó por su visión más amplia y humanista. No solo creó una empresa exitosa; fomentó una cultura empresarial donde la sostenibilidad, el respeto por los empleados y el compromiso con la comunidad eran tan importantes como las ganancias. Él mismo sugirió incorporar una cuarta “C” a las actuales “cuatro C” del G100: teníamos el capital, el consejo y los contactos, pero nos faltaba el cariño.

Todo lo anterior, lo hacía con su característica energía, nobleza y espíritu solidario, virtudes con las que nos marcó a todos quienes tuvimos la suerte de conocerlo. Si algo rescato y trato de aplicar día a día es que el verdadero éxito no radica únicamente en lo que se construye, sino en cómo se construye. A la larga, eso es lo que deja un impacto duradero en el camino.

Su pronta partida, sin dudas, fue una enorme pérdida para el mundo empresarial y emprendedor del país, del cual formó parte activa durante sus más de 45 años de carrera. Pero hoy, mientras lo recordamos, también celebramos su legado. Un legado que vive en cada producto bien diseñado que llevamos a casa, en cada emprendedor que se atreve a soñar en grande, y en cada acto de liderazgo que pone a las personas en primer lugar.

Mauricio no solo cambió el retail; cambió vidas y su influencia perdurará por generaciones.

*El autor de columna es presidente de G100

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