La columna de Francisca Jünemann: “Mujer y trabajo: una nueva evidencia”
"¿Qué estamos haciendo mal para que las generaciones jóvenes no estén viendo como posible ser madre o padre y a la vez desplegarse profesionalmente? ¿Qué sociedad estamos construyendo, donde el trabajo excluye algo tan inherente, esencial y natural del ser humano?"
Han sorprendido los resultados del primer estudio de opinión “Mujer y Trabajo” que Cadem y ChileMujeres realizamos por este Día de los Trabajadores y Trabajadoras, para poder conocer y ahondar en los problemas laborales.
Son varios los hallazgos que merecen análisis y reflexión.
La mitad de las encuestadas no tiene un trabajo remunerado, lo que se condice con las cifras de empleo en Chile, siendo la principal causa el no tener apoyo en el cuidado de hijos o hijas y la segunda, no tener apoyo en el cuidado de otros familiares o adultos dependientes. Esta dedicación exclusiva al cuidado de otros no es una decisión libre, porque a la enorme mayoría (78%) le gustaría poder tener un trabajo con ingresos propios.
En cuanto a la ayuda para alcanzar el espacio laboral, la flexibilidad horaria es por lejos lo que las personas dicen más necesitar, tanto hombres como mujeres, superando al teletrabajo; anhelo que va en dirección opuesta al dictamen de la Dirección del Trabajo de febrero de este año por la Ley de 40 horas, el cual busca quitar el derecho a acordar trabajar exento del control horario a todas las personas que no son parte de cúpula de la organización.
La igualdad salarial también tiene una mención importante (70%) como impulso al trabajo remunerado de las mujeres, probablemente por el costo de externalizar los servicios de cuidado y del hogar. Si las mujeres tuvieran ingresos iguales a los hombres, no se verían expuestas a desertar o renunciar.
Sala cuna es la tercera medida que se considera necesaria, con el 24% de menciones, cifra relevante considerando que sólo el universo de mujeres u hombres con niños menores de dos años accedería a ella.
Una sorpresa fue el mayoritario interés por trabajar de manera dependiente con contrato en una empresa o institución, con el 59% de las preferencias en los hombres y 74% en las mujeres, llegando al 90% en las mujeres jóvenes, muy por sobre el interés por un trabajo independiente.
Vemos entonces que no hay una aversión al trabajo dependiente formal, sino por el contrario, una valoración a la seguridad social y a los salarios más altos y constantes que se encuentran en este sector.
La incidencia de acoso también fue analizada, con una elevada percepción de las personas de haber sufrido acoso laboral -entendido como hostigamiento o maltrato- sin brechas de género significativas, declarando el 40% de los hombres haber sido víctima de él alguna vez en su vida y el 37% de las mujeres. En el acoso sexual, que son los requerimientos de carácter sexual no consentidos y que afectan la relación laboral o las oportunidades de empleo, el 11% de las mujeres y el 4% de los hombres dice haberlo sufrido. Gran desafío entonces tiene las empresas desde el 1 de agosto, fecha en la que deberán estar adecuadas a la Ley Karin.
Quisiera terminar con la evidencia de lo que creo, es uno de los aportes más significativos de nuestro estudio: la percepción de penalización de la maternidad y la paternidad. Mientras el 59% de las mujeres que son madres siente que su carrera se vió afectada por tener niños, sólo el 16% de los hombres percibe este castigo laboral.
Y entre quienes no tienen hijos o hijas, la proyección de penalización de la maternidad y paternidad es muy elevada y casi igual entre hombres y mujeres: el 74% de ellas y el 73% de los hombres creen que su desarrollo profesional se vería afectada de tenerlos.
¿Qué estamos haciendo mal para que las generaciones jóvenes no estén viendo como posible ser madre o padre y a la vez desplegarse profesionalmente? ¿Qué sociedad estamos construyendo, donde el trabajo excluye algo tan inherente, esencial y natural del ser humano?
Este es un tema país y empresarial que debe ser prioritario y que debemos tomarnos muy en serio. Ya es preocupante nuestra baja tasa de natalidad, pero con esta percepción podríamos llegar a un lugar que no imaginamos.
*La autora es presidenta ejecutiva de ChileMujeres
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