La columna de Francisco Gallego: “El pasillo estrecho al desarrollo: algunas aplicaciones a Chile”

Estudiantes Universitarios
05 Octubre 2024 Estudiantes Universitarios Foto: Andres Perez

"Es bastante evidente que nuestro sistema político ha sido incapaz de resolver desafíos importantes"



Con mucha alegría empiezo a escribir esta columna mensual como una persona que trabaja a tiempo completo en el mundo académico y desde allí pretende conversar con la sociedad para que las políticas públicas estén informadas por conocimiento académico. Parto con un tema cercano a mi área central de investigación y que ha ganado relevancia con los Nobel de Economía 2024: ¿Qué arreglos institucionales ayudan a los países a superar desafíos de desarrollo?

Responder esa pregunta obviamente no es fácil. Los trabajos de dos de los galardonados, Acemoglu y Robinson, y otros autores -recogidos en su libro The Narrow Corridor- plantea la hipótesis de que el camino al desarrollo es fundamentalmente inestable y opera en un “pasillo estrecho”. ¿Qué hacer entonces? El libro y la literatura presenta casos exitosos que implican negociaciones donde se cede y se llega a acuerdos: cambios institucionales y de políticas que recogen y formalizan demandas sociales, pero que se hacen vías las instituciones y no fuera de ellas.

Bueno, entremos a Chile, es bastante evidente que nuestro sistema político ha sido incapaz de resolver desafíos importantes. Uno de ellos son las pensiones. El acuerdo que se alcanzó parece tener estas herramientas de negociación y compromiso, que hacen que desde el punto de vista técnico no sea perfecto. De hecho, es casi por suerte que en un sistema político tan disfuncional como el nuestro se haya logrado.

Pero ¿el resultado de cualquier negociación es bueno para el desarrollo? Claramente no. En el caso de la reforma de pensiones hay que comparar cuán lejos está de lo óptimo técnicamente y cuáles son los costos de la inacción. Yo no soy experto en temas de pensiones, dejo a la gente experta esta discusión. Me tranquiliza sí que personas serias y transversales del mundo técnico-político lo apoyen como una solución de compromiso y a su vez levanten mejoras relevantes.

Quiero destacar que un punto central que, muchas veces no se considera, son los costos de la inacción en términos de inestabilidad, que es justamente lo que genera la existencia del “pasillo estrecho”. Y aquí hay muchos ejemplos en que nuestras instituciones han fallado. Tomo un área que también se relaciona con mi investigación: la educación. El sistema educativo ha vivido (y sigue viviendo) un conjunto de reformas sustantivas en diferentes dimensiones que básicamente es muy poco probable que hayan tenido ningún efecto sustantivo en mejoras en los resultados educativos (respecto de políticas alternativas con mismos costos). Más aún han apretado las arcas fiscales y al mismo tiempo generado problemas de financiamiento no menores a varias instituciones universitarias, como la mía.

¿Cómo llegamos a esto? Porque las instituciones de Chile no fueron capaces de canalizar adecuadamente demandas muy razonables respecto de la equidad y de los resultados del sistema educativo con posiciones ideológicas atrincheradas (desde una fe exagerada en el sistema de vouchers hasta creer que reformas mecánicas como prohibir el lucro o el financiamiento compartido tendrían efectos importantes). ¿Qué habría pasado si hace una o dos décadas se hubiese reformado el sistema educativo con acuerdos más profundos? Nadie sabe bien pero probablemente no habríamos salido del camino estrecho y llegado a la situación actual. Esa es justo la inestabilidad que implica la inacción y la probabilidad de terminar en soluciones poco razonables. Si miramos a escala mayor, esa inestabilidad es justo lo que explica el surgimiento de populismos, proteccionismos y negacionismos de diferentes tipos, incluso en países desarrollados.

Vienen temas claves que abordar en Chile, un ejemplo: cómo caminar a un desarrollo donde hay posibilidades de mejora en condiciones materiales sin afectar a las generaciones futuras y al planeta en términos de efectos ambientales. Responder este desafío no es fácil. Ojalá no nos salgamos de este estrecho corredor (de nuevo).

*El autor de la columna es profesor titular UC

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