La columna de Hernán de Solminihac: “El ‘termómetro’ de nuestra economía”

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La columna de Hernán de Solminihac: “El ‘termómetro’ de nuestra economía”

"La construcción ha sido históricamente un pilar del desarrollo y tiene el potencial de seguir siéndolo si se implementan estrategias que impulsen su crecimiento".



Cada hito, contingencia o conmemoración de la construcción, como fue su Día del Trabajador y Trabajadora, nos recuerda que esta actividad es clave para el desarrollo del país. Su impacto en la economía va más allá de la infraestructura que crea, ya que también genera empleo, impulsa industrias relacionadas y dinamiza la inversión.

Asimismo, esta industria dinamiza el comercio y el sector financiero, al requerir financiamiento y créditos. A largo plazo, las obras públicas mejoran la conectividad, reducen costos logísticos y elevan la productividad de otros sectores. Por ello, la construcción es considerada el “termómetro” de la economía, ya que su comportamiento anticipa el desempeño económico en general.

En 2024, el sector de la construcción representó el 6% del PIB y el 8% del empleo nacional, con más de 700 mil trabajadores ocupados. Ese mismo año, la inversión en obras alcanzó los US$ 36 mil millones, equivalentes a casi dos tercios de la inversión total del país. Sin embargo, en los últimos años, la industria ha enfrentado una desaceleración que plantea importantes desafíos y oportunidades para su reactivación.

El empleo en la construcción es un 6% menor al nivel prepandemia y un 12% inferior al peak de 2021. Además, el PIB y la inversión en esta actividad cayó en 2023 y 2024. A esto se suma un problema estructural, como es la productividad, la cual ha disminuido casi un 20% en la última década, reflejando desafíos que van más allá de las fluctuaciones económicas.

Para revertir esta tendencia y fortalecer la industria, es fundamental impulsar su modernización. La digitalización, la automatización y el uso de materiales innovadores permiten optimizar procesos, reducir costos y mejorar la eficiencia de las obras. La construcción industrializada y herramientas digitales con inteligencia artificial pueden contribuir a una mejor planificación y gestión de proyectos, reduciendo tiempos y minimizando pérdidas de materiales.

Otro aspecto clave es la diversificación del talento. Aumentar la participación de mujeres en la construcción no solo es un tema de equidad, sino también una oportunidad estratégica. Está demostrado que los equipos diversos son más innovadores, eficientes y obtienen mejores resultados.

En paralelo, es urgente agilizar la tramitación de permisos para impulsar la inversión. El exceso de burocracia genera retrasos, incertidumbre y sobrecostos. Según la Comisión Nacional de Evaluación y Productividad, cada proyecto requiere en promedio 150 permisos y puede tardar más de una década en concretarse, a pesar de que el plazo oficial es de menos de tres años. Solo en 2024, la aprobación ambiental tomó en promedio 19 meses, la cifra más alta en una década. Para destrabar la inversión, es clave eliminar trámites innecesarios, establecer plazos máximos y digitalizar procesos administrativos. Esto no solo aceleraría el desarrollo de proyectos, sino que también brindaría mayor certeza a los inversionistas y contribuiría al crecimiento económico.

El fortalecimiento de la capacitación es otro factor determinante. Un equipo de trabajadores bien preparado mejora la calidad de las construcciones y facilita la adopción de nuevas metodologías. La inversión en formación técnica y el acceso a programas de especialización pueden marcar una gran diferencia en la productividad y seguridad del sector.

Igualmente, la colaboración entre el sector público y privado es esencial para potenciar la industria. La inversión en infraestructura no solo impulsa la actividad, sino que también mejora la competitividad del país y la calidad de vida de las personas. A través de iniciativas conjuntas es posible desarrollar proyectos estratégicos con un impacto positivo a largo plazo.

La construcción ha sido históricamente un pilar del desarrollo y tiene el potencial de seguir siéndolo si se implementan estrategias que impulsen su crecimiento. Enfrentar los desafíos del sector no solo fortalecerá su desempeño, sino que también contribuirá al dinamismo de toda la economía, generando más empleo, inversión y progreso para el país.

*El autor de la columna es profesor titular de Ingeniería UC, miembro de Clapes UC y presidente del Colegio de Ingenieros de Chile

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