La columna de Javier Salinas: “Isidora Goyenechea, el vino, los trenes y la inteligencia artificial”

La columna de Javier Salinas: “Isidora Goyenechea, el vino, los trenes y la inteligencia artificial”

Nacida en el siglo XIX, Isidora Goyenechea fue una inigualable empresaria chilena que tomó desde joven (e hizo crecer) el gran imperio empresarial que surge de la fusión del matrimonio entre María de la Luz Gallo Zavala viuda de Goyenechea y Matías Cousiño.



Hace un par de semanas, mi hermano y su familia estuvieron de vacaciones en Chile, y una de las actividades que disfrutamos juntos fue la de visitar la viña Cousiño Macul, en la comuna que comparte este nombre. No es la primera vez que escucho el tour del viñedo, pero en esta ocasión hubo un episodio en torno a la gestión empresarial de Isidora Goyenechea que llamó mi atención.

Nacida en el siglo XIX, Isidora Goyenechea fue una inigualable empresaria chilena que tomó desde joven (e hizo crecer) el gran imperio empresarial que surge de la fusión del matrimonio entre María de la Luz Gallo Zavala viuda de Goyenechea y Matías Cousiño: carbón y otros minerales, energía, ganado, ferrocarriles, y, por supuesto, vinos. Además de su talento empresarial, es conocida por sus prolíficas obras sociales.

En el museo que se encuentra dentro de la viña, nos detuvimos frente a un pequeño carro montado sobre unas vías con una cesta de alrededor de un metro de altura, el cual, según nuestra guía, fue parte de una innovación desarrollada en tiempos de Isidora Goyenechea. Buscando disminuir la intensidad del trabajo en tiempos de la cosecha, el cual incluía cargar un gran cesto lleno de uvas por largas distancias, la creativa empresaria tomó la decisión de instalar pequeñas vías ferroviarias por toda la viña. Gracias a estas vías y utilizando carros que eran empujados manualmente, transportar uvas y materiales de un lugar a otro se volvió menos arduo para sus trabajadores, lo cual hizo su labor menos extenuante. Este desarrollo, dicho de paso, mejoró la productividad de los trabajadores, ya que éstos podían realizar sus labores en menos tiempo.

De más está decir que esta solución en la industria vitivinícola presumiblemente surge de la experiencia de la empresaria en el rubro de los ferrocarriles, ejemplificando cómo una visión intersectorial puede dar pie a innovaciones que impulsen la productividad. Pero, más allá de eso, éste es un claro ejemplo de cómo la tecnología puede impulsar la productividad complementando (o facilitando) al trabajo. Y también ilustra cómo los avances tecnológicos no son producto de la casualidad: las vías no aparecieron azarosamente en las viñas de Goyenechea, sino que tenían un propósito claro desde el inicio.

Alejados por más de 100 años, esta visionaria e innovadora empresaria con un amplio sentido de responsabilidad social nos deja una gran lección para los tiempos contemporáneos de rápidos avances tecnológicos de la mano de las diferentes formas de inteligencia artificial: El rumbo que éstos tomen no depende solamente de nuestra inteligencia, sino también de nuestras intenciones. ¿Buscaremos soluciones tecnológicas que complementen la productividad de la mano de obra, o que la sustituyan? Cómo respondamos esa pregunta dependerá no solamente de la forma que tome el interior de cada compañía, sino de toda nuestra sociedad. Y si no nos detenemos a responder, otros más lo harán.

*El autor de la columna es economista jefe de LarrainVial Research.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.