La columna de Karin Moore: “Chile post plebiscito ¿cómo seguimos?
"Con el plebiscito de este domingo 17 de diciembre, la incertidumbre se traslada a lo que vendrá a partir de los días que le siguen. Pues, más allá del resultado, el país debe abocarse a las urgencias sociales y los problemas acuciantes que no logran ser encausados por el Gobierno".
La cuestión constitucional se levanta como uno de los problemas que no hemos sido exitosos en resolver adecuadamente. No fuimos capaces de caminar y mascar chicle al mismo tiempo y dar respuesta simultánea a las problemáticas de nuestro país que se han agudizado en los últimos cuatro años.
La ausencia de solución a temas cruciales como listas de espera en salud, la profunda crisis educacional, la situación crítica en seguridad, el desempleo, las faltas a la probidad, la baja productividad y el estancamiento económico, por mencionar algunas, han mantenido a la ciudadanía sumida en la incertidumbre, el agobio y en una creciente indignación.
La travesía del proceso constitucional, desde el intento de la expresidenta Bachelet hasta el contundente rechazo del 4 de septiembre de 2022, ha sido también un aprendizaje. La Comisión Experta, criticada duramente en sus inicios por su sello político, entregó un trabajo valorado por todos los sectores y que respondía de manera rotunda, tanto en su forma como en su fondo, a la excéntrica, refundacional e identitaria propuesta de la Convención Constitucional. A ello siguió la conformación del Consejo Constitucional, que asumió la terea de completar el texto constitucional con base en la representación ciudadana, buscando incorporar lo que las urnas evidenciaron en la elección de Consejeros y que, al igual que las encuestas posteriores, daban luces de lo que la ciudadanía aspiraba a ver reflejado en la propuesta constitucional.
Con el plebiscito de este domingo 17 de diciembre, la incertidumbre se traslada a lo que vendrá a partir de los días que le siguen. Pues, más allá del resultado, el país debe abocarse a las urgencias sociales y los problemas acuciantes que no logran ser encausados por el Gobierno. Si prevalece la opción “En contra”, nos quedamos donde mismo: con un sistema político fragmentado que impide avanzar en mejores e indispensables políticas públicas y, por tanto, sin que se vea una solución cercana a la compleja situación que enfrentamos en prácticamente todos los ámbitos de la vida nacional. Si la opción “A favor” triunfa, hay una oportunidad de hacer los cambios indispensables en la sala de máquinas -sistema político y electoral- que posibilitarían dejar atrás el obstruccionismo y destrabar la agenda legislativa.
El día siguiente al plebiscito debe ser un punto de inflexión. La clase política no puede seguir defraudando la confianza ciudadana. La incapacidad de llegar a acuerdos ha sido dramáticamente evidenciada durante el proceso constituyente y, luego de cuatro años, no solo ha quedado claro que la Constitución nunca fue el problema ni la solución, sino que, a además de la deshonestidad con la que se insuflaron las expectativas ciudadanas, el país se ha empobrecido y estancado económicamente. No estamos mejor que hace cuatro años, y eso es un hecho irrefutable.
Recuperar el crecimiento económico y la productividad es prioritario y para ello se requieren acuerdos habilitantes, diálogo respetuoso, consensos políticos, acciones determinadas y efectivas que respondan al bien común y no a mezquinos intereses de campaña partidista. Es tiempo de poner a Chile primero, recuperar el tiempo invertido en este proceso y dar señales inequívocas a la ciudadanía de que es esta travesía constitucional no ha sido un viaje a ninguna parte.
* La autora es coordinadora legal de CLAPES UC