La columna de María Ana Matthias: “Hacia una sana economía de los cuidados”
"Se requiere de un cambio cultural real, que apunte a que, como sociedad, apreciemos el tener una sana economía de los cuidados".
Recientemente se presentaron los resultados del segundo Estudio Nacional de Polarizaciones 2024, que elaboran la Corporación 3xi y Criteria, el que mide la evolución de este indicador a nivel político y social, tanto desde el punto de vista objetivo como subjetivo. Este año, el estudio hizo foco en temas como seguridad, salud mental y género. Respecto de este último punto, uno de los hallazgos más interesantes es que las mujeres creen de forma abrumadora (59%) que, para los hombres, el cuidado de los hijos debe ser principalmente una responsabilidad de la madre. Sin embargo, ellos están de acuerdo con esa afirmación solo en un 21%, por lo que existe una brecha de interpretación subjetiva de 29 puntos.
Estos datos nos dicen que hoy, efectivamente, existe más conciencia de que cuidar es una tarea que debería incluir a ambos padres, que es un trabajo en sí mismo al que debe entregarse tiempo y esfuerzo, y que no debe ser principalmente una responsabilidad de las mujeres. Sin embargo, al parecer esta última es la realidad a la que muchas se enfrentan.
En Redmad hemos buscado entender cuáles son los nudos que hay que destrabar para que el cuidado sea valorado y justamente distribuido entre hombres y mujeres. Así, por ejemplo, el estudio que hicimos con Criteria “Cómo se reparten las tareas del hogar” (2021) mostró que, en todas las actividades asociadas al cuidado de niños, las mujeres tuvieron mayor participación que los hombres, y que mientras un 20% de ellos calificó como “alto” su nivel de involucramiento, las mujeres lo hicieron en un 46%. Los hombres, por su propia declaración, hacen menos labores de cuidados que las mujeres y tienden a concentrar sus esfuerzos en ocupaciones que más les gustan.
Otro estudio que realizó Redmad y Criteria, denominado “Percepción social del valor de las tareas domésticas y de cuidados” (2022), también muestra de forma clara la disonancia percepción - realidad. Acá se le pidió a las personas que valorizaran las actividades del hogar y de cuidados, en el entendido de que, cuando uno no hace algo, no sabe cuánto cuesta llevarlo a la práctica. Los resultados son muy esclarecedores: mientras más del 50% de las mujeres cobraría por realizar siete de las trece actividades de cuidados, alrededor del 60% de los hombres no cobraría por ninguna. Por otra parte, las diferencias entre hombres y mujeres alcanzan hasta los 20 puntos porcentuales en la valorización de las tareas.
Es clave, pues, asumir que no basta con que exista una mayor conciencia: tenemos que modificar la praxis. Se requiere de un cambio cultural real, que apunte a que, como sociedad, apreciemos el tener una sana economía de los cuidados. Estas labores, muchas veces invisibilizadas, son fundamentales para el desarrollo social y económico. Sin embargo, si no se gestionan adecuadamente, pueden generar sobrecarga y desigualdad, especialmente hacia las mujeres, quienes suelen asumir la mayor parte de estas responsabilidades.
*La autora de la columna es presidenta de Redmad
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