La columna de Michèle Labbé: “¿Con cargo al empleador?”

Presidente Boric Reforma previsional
La columna de Michèle Labbé: “¿Con cargo al empleador?”

"Su único logro será el haber aprobado una reforma de pensiones que incrementa la tasa de cotización a la cuenta de capitalización individual en 45%, aunque esta alza salga de nuestros bolsillos".



Durante la reciente discusión y luego aprobación de la reforma de pensiones, nos han tratado consistentemente de convencer que el incremento en la tasa de cotización, desde 10% a 17% del salario es de cargo del empleador, y que por lo tanto el trabajador no pagará nada de ese incremento. Nada más falso.

Tal como sucede con cualquier impuesto, es necesario separar quien es responsable de recolectar el impuesto y quien lo financia o lo paga.

Para hacer más fácil la explicación, pensemos en el IVA, el 19% que pagamos por todos los bienes y servicios comprados en el mercado formal. ¿El 19% del kilo de pan que compramos lo paga la panadería o lo pagamos quien compramos el pan?. El 19% de IVA por cada kilo de pan que compramos lo debe enterar o pagar cada mes la panadería al fisco (tal como deberá hacer nuestro empleador con la cotización), pero eso no significa que el panadero saque de su bolsillo o sea quien financie el IVA del pan. El IVA del pan es pagado casi en su totalidad por el consumidor del pan, quien asumirá a través de un alza en el precio del mismo cualquier incremento en la tasa de IVA.

Lo mismo sucede en el caso de las cotizaciones previsionales. La única diferencia es que – por ley – el empleador no puede bajar el sueldo del trabajador, por tanto, en el momento que suba la tasa de cotización, el empleador asume el costo, pero dado que para el empleador este constituye un incremento en el costo laboral, en el momento en que se deba negociar el salario del trabajador, el empleador considerará dicha alza en el costo laboral y de no haber cambiado la productividad del trabajador, ni las condiciones del mercado laboral, quien terminará asumiendo el alza en la tasa de cotización, y por tanto, recibiendo un menor salario líquido, asumiendo mayores tasas de desempleo o recibiendo menores incrementos en su salario, será el trabajador.

Al final, las empresas son las responsables de enterar el impuesto y/o las cotizaciones ante el fisco, pero quien asume el costo, ya sea a través de menores salarios líquidos o de mayores tasas y/o períodos de desempleo son los trabajadores.

La única forma en que ello no suceda es a través de incrementos en la productividad de los trabajadores, y/o en el crecimiento económico del país. En dicho caso, pese a que suba el costo laboral, el trabajador produce más o vende más, y por tanto, el alza en el costo laboral se compensa a través de los incrementos en los ingresos de la mayor producción y venta.

El gran problema, entonces, es que con tasas de crecimiento económico míseras cercanas al 2,0% y nulo crecimiento de la productividad, no hay posibilidad de que el apriete de cinturón no venga de parte de los trabajadores, ya sea a través de menores salarios, mayor tasa de desempleo o mayores niveles de informalidad.

Lo anterior nos lleva a preguntarnos ¿por qué aprobar y celebrar políticamente un incremento de 7% del salario en la tasa de cotización cuando la economía se encuentra estancada, si ello saldrá de nuestros bolsillos? Porque la realidad es que no hay forma de recibir pensiones más altas si no ahorramos más, y el sistema político fue incapaz – durante cerca de 15 años – de aprobar un alza de la tasa de cotización en que un porcentaje, al menos mayoritario, se fuera a ahorro individual (lo que no se ahorra en la cuenta individual no genera certeza de que aumentará la pensión futura, le duela a quien le duela).

¿Y si el crecimiento económico es paupérrimo, y hemos esperado tanto, porque aprobar ahora el alza en la tasa de cotización, que pagaremos nosotros de nuestro salario?

Quizás por las razones incorrectas, un gobierno sin logros, sin crecimiento económico y caracterizado por error tras error, necesitaba hacer algo que pudiera enarbolar como bandera, aunque fuera en contra en contra de sus propios principios. Así, su único logro será el haber aprobado una reforma de pensiones que incrementa la tasa de cotización a la cuenta de capitalización individual en 45%, aunque esta alza salga de nuestros bolsillos.

*La autora de la columna es académica de la Facultad de Economía y Gobierno de la Universidad San Sebastián

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