La columna de Tomás Rau: “Automatización y empleo en Chile: Nadie nos va a echar de más”

Estos son los trabajos que no van a ser reemplazados por la Inteligencia Artificial

"No todos tienen el capital humano necesario para subirse a esta ola. Y ahí radica la esencia del problema: la educación".



Sam Altman, CEO de OpenAI, dijo hace poco que la inteligencia artificial (IA) no reemplaza empleos, sino tareas. Por un lado suena tranquilizador. Sin embargo, si suficientes tareas desaparecen, ¿cuánto falta para que el empleo completo haga lo mismo? En Chile, donde la productividad laboral ha permanecido estancada por más de una década, la pregunta no es retórica. Es urgente.

Un estudio de McKinsey de 2023 estima que el 30% de las horas trabajadas en la economía global serán automatizadas para 2030. En América Latina, el BID estima que hasta el 46% de los empleos son altamente automatizables. Comercio, manufactura, administración, entre otros sectores. Trabajos rutinarios que pronto podrían ser historia.

Pero no todo es necesariamente sombrío. La automatización también crea nuevas oportunidades. Mejora la productividad. Hace crecer la economía. El problema es otro. No todos pueden adaptarse. No todos tienen el capital humano necesario para subirse a esta ola. Y ahí radica la esencia del problema: la educación.

Chile tiene un problema estructural serio en su sistema educativo. La última prueba PISA (2022) lo confirmó. Peor resultado en 15-20 años. Quince años después de la Revolución Pingüina, los estudiantes chilenos están menos preparados para el mundo digital. Querían arreglar la educación pública. La terminaron de estropear.

Ahí están los Servicios Locales de Educación Pública (SLEP), creados para mejorar la gestión escolar y acabar con la fragmentación del sistema municipalizado. ¿El resultado? Caos administrativo, sueldos impagos, profesores en paro y escuelas sin recursos básicos. En Atacama, los alumnos pasaron más de dos meses sin clases en 2023 por la crisis del SLEP. Querían modernizar la educación pública. Pero mientras el sistema colapsaba, el gobierno “SLEPT on it”. Se durmió en la ineficiencia.

En este sentido, la educación técnico-profesional (TP) podría ser fundamental en la preparación para el trabajador del futuro. La OCDE señala que la educación TP desarrolla habilidades prácticas que son necesarias en sectores como agricultura y manufactura, donde la automatización de procesos ha crecido. Sin embargo, en Chile sólo el 16% de los jóvenes matriculados en educación superior escoge una carrera técnico profesional, lo que está muy por debajo de los países desarrollados, como Alemania, donde dicho modelo se ha posicionado como pilar de su estrategia tecnológica.

Por otro lado, el BID menciona la desconexión de los programas TP en Chile con lo que demanda el mercado laboral, por ejemplo, la agricultura, que reporta una creciente demanda de trabajadores con habilidades para operar tecnología.

El desafío educacional es enorme dado que la automatización es imparable. Intentar detenerla sería como frenar una ola con las manos. La clave está en gestionar la transición. Capacitar. Anticiparse para formar mejor capital humano. Pero aquí seguimos, discutiendo reformas que nunca llegan.

Si no hacemos algo pronto, la historia se repetirá. Más jóvenes quedarán fuera del mercado laboral (que hoy enfrentan una tasa de desempleo superior al 20%). Sin oportunidades. Sin un futuro claro. Y así, el Chile de la IA seguirá entonando la canción de Los Prisioneros “El baile de los que sobran”, que no termina de pasar de moda.

Nadie nos va a echar de más y el algoritmo ni siquiera preguntará nuestros nombres.

*El autor de la columna es profesor titular y director del Instituto de Economía UC

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