La guerra de Ucrania impulsa a los países a adoptar las energías renovables, aunque no todavía
Muchos países están acelerando sus planes de transición a la energía verde, mientras que se apoyan aún más en el petróleo, el gas y el carbón a corto plazo. Así, la conmoción energética vinculada al conflicto bélico está poniendo a prueba la determinación de los naciones de reducir rápidamente las emisiones de carbono para combatir el calentamiento global.
La invasión rusa a Ucrania ha llevado a los países a romper sus plazos de transición de los combustibles fósiles. En su búsqueda de suministros energéticos más seguros, se apresuran simultáneamente a acercarse y a alejarse del petróleo, el gas y el carbón.
A corto plazo, muchos países se apoyan aún más en los combustibles fósiles. Se encuentran en una carrera para asegurar un suministro suficiente de fuentes no rusas, incluyendo más carbón, para garantizar que puedan calentar los hogares, alimentar las fábricas y transportar mercancías durante los próximos años.
Al mismo tiempo, muchos países, especialmente en Europa, están acelerando los planes para cambiar a la energía verde, como la eólica y la solar. La idea es cumplir los objetivos climáticos y reducir permanentemente la exposición a los suministros de petróleo y gas, que son geopolíticamente volátiles. Algunos están revisando también la energía nuclear.
“Tiene que ser una vía doble”, dijo Louise Kingham, jefa de negocios en el Reino Unido del gigante petrolero BP PLC.
La conmoción energética vinculada a la guerra de Rusia contra Ucrania está poniendo a prueba la determinación de los países de reducir rápidamente las emisiones de carbono para combatir el calentamiento global, como se han comprometido a hacer más de 190 países en el marco del acuerdo de París. El pacto internacional pretende limitar el aumento de la temperatura global a menos de dos grados centígrados para finales de siglo, en comparación con los niveles preindustriales.
El impacto se suma al aumento de la inflación, la paralización de las cadenas de suministro y otros problemas relacionados con la pandemia que ya amenazaban a la economía mundial. Los precios del petróleo, el gas y otras materias primas vitales se han disparado aún más desde el estallido de la guerra. Aunque los líderes europeos se han mostrado reacios a imponer sanciones a los suministros energéticos rusos de los que depende el continente, el presidente francés, Emmanuel Macron, se manifestó este lunes al respecto, citando pruebas de crímenes de guerra en Ucrania.
Algunos ejecutivos y asesores del sector de la energía afirman que la crisis actual supone una revisión de la realidad, que ya debería haberse producido, sobre el reto de sustituir los combustibles fósiles de los que el mundo sigue dependiendo en gran medida, y que probablemente necesitará para satisfacer la demanda en los próximos años.
“No se pueden poner en marcha las energías renovables lo suficientemente rápido para el ritmo de las sanciones”, declaró Roberta Downey, una socia del grupo de abogados Vinson & Elkins LLP, con sede en Londres, que se centra en la infraestructura energética.
Entre los que afirman que la agitación podría acelerar en última instancia la transición del mundo hacia una energía más limpia se encuentra Larry Fink, director general del gigante de la gestión de activos BlackRock Inc. “Creo que los recientes acontecimientos acelerarán el cambio hacia fuentes de energía más ecológicas en muchas partes del mundo”, escribió en su carta anual a los accionistas.
La crisis, sin embargo, es más urgente para Europa. Durante años, Alemania y otros países han optado por el suministro barato de Rusia frente a las importaciones de Estados Unidos y otros países. Recientemente, Rusia suministraba alrededor del 40% del gas que Europa utiliza para calentar los hogares y producir electricidad.
Estados Unidos planea ahora aumentar los envíos de gas natural licuado a Europa, con el objetivo de mandar 50.000 millones o más de metros cúbicos al año hasta al menos 2030, para ayudar a satisfacer la demanda del continente.
“Nos tomamos muy en serio la descarbonización, al tiempo que proporcionamos una energía confiable que no depende de adversarios extranjeros”, anunció recientemente la secretaria de Energía de Estados Unidos, Jennifer Granholm, en una conferencia sobre energía realizada en Houston. “Eso significa que podemos caminar y mascar chicle al mismo tiempo”, sostuvo.
Despojar a Europa de los suministros rusos sigue siendo una tarea monumental y costosa. Desligar a la Unión Europea de las importaciones de gas ruso exigiría un gasto anual adicional de al menos 170.000 millones de euros (unos 187.000 millones de dólares) en la producción de energías renovables durante seis años, lo que equivale a un 1,3% del Producto Interno Bruto del bloque, según las estimaciones de los investigadores de la aseguradora alemana Allianz SE. Incluso a ese precio, consideraron que las energías renovables son el camino más barato para la autosuficiencia energética europea.
Días después de la invasión rusa en Ucrania, el canciller alemán, Olaf Scholz, dio un giro a décadas de política energética nacional y dijo que el país construiría dos nuevas terminales de importación de gas natural licuado, aumentaría las reservas del combustible y alejaría gradualmente las compras de energía de Rusia. Las autoridades alemanas han dicho que podrían prolongar el uso de las centrales eléctricas de carbón que el país tenía previsto cerrar para 2030.
Por su parte, el Ministerio Federal de Economía y Acción Climática de Alemania propuso acelerar una serie de planes de energía verde, entre ellos la ampliación de los recursos eólicos terrestres y marinos y los proyectos de energía solar. El país ha adelantado su objetivo de alcanzar casi el 100% de electricidad renovable a 2035, 15 años antes de su objetivo anterior.
La guerra ha desencadenado emotivas súplicas por parte de políticos y ecologistas europeos que ven en la agresión rusa la razón más clara hasta ahora para querer reducir el uso de los combustibles fósiles que sostienen financieramente al gobierno del Presidente Vladimir Putin.
“No producen ni paneles solares ni turbinas eólicas”, dijo Borislav Sandov, viceprimer ministro búlgaro de Política Climática y Medioambiental, refiriéndose a Rusia. “En cambio, producen combustibles fósiles, que tenemos que eliminar gradualmente”, agregó.
Esto ha creado nuevas oportunidades para las empresas y los inversores que proponen soluciones de energía verde, como el multimillonario australiano Andrew Forrest, presidente de Fortescue Future Industries, la unidad de energía renovable de la minera Fortescue Metals Group Ltd.
La semana pasada, la empresa dijo que se asociaba con el grupo energético alemán E.ON SE para suministrar hidrógeno verde en sustitución del gas ruso, un esfuerzo multimillonario para satisfacer las necesidades energéticas europeas con combustible fabricado con agua y energía eólica y solar australiana.
“Los líderes con los que hablo dicen que todo ha cambiado”, declaró Forrest. “Lo que muchas economías de todo el mundo están considerando ahora es acelerar la sustitución total de los combustibles fósiles rusos”, añadió.
En Asia, los países están más centrados en limitar el impacto económico de los altos precios de los combustibles fósiles. Japón, uno de los principales importadores de petróleo y gas, está cambiando su política energética hacia la seguridad y la asequibilidad, y alejándose del clima, indicó Ryo Minami, comisionado adjunto para asuntos internacionales del Ministerio de Economía, Comercio e Industria de Japón.
El país sigue comprometido con la transición energética, afirmó, pero “con los precios del petróleo tan altos y los problemas en Ucrania, el peso de la economía y la seguridad energética es cada vez mayor”.
Empresas de Japón, Corea del Sur y otros lugares de Asia compiten ahora con las europeas para comprar suministros de gas natural licuado de Estados Unidos, dijo Dan Brouillette, presidente del exportador de GNL y promotor de infraestructuras Sempra Infrastructure, y exsecretario de Energía de Estados Unidos. India está aprovechando el retiro del petróleo ruso de Occidente para poder comprarle con descuento. Los funcionarios chinos insisten en la importancia de garantizar una producción nacional que sea suficiente, de su principal combustible, el carbón.
Muchos países están reconsiderando las fuentes de energía que esperaban retirar por razones de seguridad.
En Bélgica, por ejemplo, las autoridades tienen previsto posponer los planes de desmantelamiento de dos reactores nucleares de la década de 1980 para 2025. El país había planeado sustituir su capacidad eléctrica por energía alimentada con gas natural, pero los funcionarios dijeron que las incertidumbres de suministro hacen que esa medida sea demasiado arriesgada.
Los reactores, llamados Doel 4 y Tihange 3, son operados por la empresa francesa Engie SA. Engie ha dicho que prolongar la vida de los reactores más allá de 2025 “plantea importantes limitaciones de seguridad, reglamentarias y de aplicación”, según un portavoz. Manifestó además que Engie está hablando con el gobierno sobre los costes y otros detalles relacionados con la prolongación del uso de los reactores.
A su vez, funcionarios belgas están en conversaciones con Engie y pretenden llegar a un acuerdo sobre la prolongación de la vida útil de los reactores antes de junio, según un portavoz del ministro de Energía belga. El gobierno también tiene previsto construir dos nuevas centrales de gas que, según dice, pueden utilizarse posteriormente con energía de menor contenido en carbono, como el hidrógeno. El portavoz aseguró que esas plantas pueden ayudar a suministrar energía mientras los reactores nucleares de Doel y Tihange reciben las actualizaciones necesarias.
En los Países Bajos, por otra parte, los funcionarios del gobierno han debatido si aumentar la producción prevista de un yacimiento de gas natural que se cerrará casi por completo este año. El yacimiento de Groningen, una de las mayores reservas de gas natural del mundo, fue objeto de críticas por parte de la opinión pública después de que los reguladores y los científicos relacionaran la producción con los terremotos que habían dañado a los pueblos holandeses.
El primer ministro holandés, Mark Rutte, señaló en febrero que el gobierno no tenía planes para aumentar o prolongar la producción en Groningen, pero él y otros funcionarios han dicho que esos planes podrían ser reconsiderados si hay una escasez de gas a tal nivel de provocar una crisis.
“No creemos que sea prudente utilizar Groningen, porque es un peligro para la seguridad”, afirmó una fuente miembro de la Supervisión Estatal de Minas holandesa, que asesora a los ministros del gobierno sobre los riesgos relacionados con la extracción de gas natural en el país.
A largo plazo, los funcionarios de toda Europa describen un nuevo sentido de la urgencia y un mayor apoyo público a las inversiones renovables. El ministro de finanzas alemán describió recientemente las energías renovables como “energías de la libertad”.
A principios de marzo, la Comisión Europea propuso medidas para duplicar la cantidad de biometano producido a partir de residuos agrícolas y otras fuentes, y triplicar aproximadamente la cantidad de hidrógeno prevista para 2030, con el fin de reducir la dependencia del gas natural. La Comisión propone duplicar el ritmo de despliegue de las bombas de calor -dispositivos eléctricos que pueden sustituir a los tradicionales hornos de gas- y acelerar la instalación generalizada de sistemas solares en los tejados para generar más electricidad sin combustibles fósiles.
Además, el aumento de los precios de las materias primas y los problemas de la cadena de suministro han elevado el coste de los parques eólicos y solares, que se enfrentan a largos procesos de aprobación reglamentaria, según abogados e inversores. En un reciente artículo de investigación, el economista principal de Deutsche Bank AG, Eric Heymann, nombró como algunos de los obstáculos la escasez de mano de obra cualificada y de materiales, así como la oposición de la comunidad a los parques eólicos.
El Reino Unido tiene previsto aumentar la inversión en proyectos solares y de energía eólica marina. Los funcionarios han debatido sobre el fomento de más parques eólicos, lo que en algunas partes del Reino Unido ha significado oposición pública y política.
En una reunión celebrada el 14 de marzo con ejecutivos de productores de petróleo y gas en alta mar, como BP y Shell PLC, el primer ministro británico, Boris Johnson, habló de racionalizar las licencias de perforación para fomentar nuevas inversiones y la producción en el Mar del Norte, de acuerdo a un informe del gobierno.
Además, el Reino Unido ha estudiado la posibilidad de prolongar la vida útil de las centrales eléctricas de carbón, cuyo cierre está previsto para septiembre, al tiempo que promete abandonar definitivamente el carbón en 2024.
Algunas de las propuestas preocupan a los defensores del clima, que se oponen al gasto adicional en la producción de combustibles fósiles.
“La estabilidad energética en el futuro no se consigue aumentando las perforaciones”, declaró Jill Duggan, directora ejecutiva para Europa de la organización sin fines de lucro Environmental Defense Fund. “No tiene sentido que los inversores piensen que el problema inmediato de Ucrania es una luz verde para invertir en petróleo y gas”, complementó.
En cuanto a China, el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo, ya se mostró cauteloso a la hora de abandonar con demasiada rapidez el carbón, su principal combustible fósil, tras los extensos apagones del año pasado. Los informes del gobierno tras la sesión legislativa anual del país en marzo estaban llenos de referencias a la seguridad energética. Eso significa “carbón, carbón, carbón”, dijo Michal Meidan, director del programa de energía de China en el Instituto de Estudios Energéticos de Oxford.
Los funcionarios chinos están observando de cerca si Europa se plantea una eliminación más lenta del carbón tras la invasión de Ucrania, dijo Yan Qin, analista principal de energía y carbono con sede en Oslo en el proveedor de datos financieros Refinitiv. La analista afirmó que sus contactos en China le han preguntado si Europa está renunciando a sus ambiciones ecológicas, a lo que ella ha respondido que no.
“Debido a que los combustibles fósiles se están volviendo tan costosos ahora, la energía verde llegará a ser cada vez más competitiva”, concluyó.
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