Los creadores del iPhone revelan las consecuencias que nunca esperaron
Ni siquiera los propios ejecutivos de Apple -con asientos en primera fila para el desarrollo de las principales funciones del iPhone- sabían cómo iban a cambiar el mundo.
Mientras estaba de vacaciones en Hawái con su familia en 2011, Tony Fadell se despertó con un sudor frío. No podía quitarse algo de la cabeza: un grupo de personas en el resort incapaces de dejar sus teléfonos y en busca de la perfecta selfie del paraíso -o de la instantánea de sus bebidas tropicales-.
“No están disfrutando del mundo que les rodea y te quedas como, espera un segundo. ¿Qué está pasando aquí? ¿Estamos desintermediando la realidad con esta pantalla delante de nuestra cara?”, me dijo.
Fadell no era sólo un tipo malhumorado en una playa: Es uno de los creadores del iPhone.
Esta semana se cumplen quince años de que Rihanna nos metiera en la cabeza “umbrella-ella-ella”, de que lloráramos el final de “Los Soprano” y de que los ansiosos fanáticos hicieran fila en las calles para comprar el primer teléfono de Apple.
¿Fue el iPhone el primer teléfono inteligente? Por supuesto que no. Pero los anteriores, de BlackBerry, Motorola, Palm y otros, solo eran impresionantes si eras un ejecutivo con maletín y obsesionado con el correo electrónico. E incluso entonces, seamos sinceros, no eran increíbles.
Con un nuevo diseño totalmente táctil y una sencilla interfaz basada en aplicaciones, el iPhone fue el teléfono que cambió los teléfonos, y luego todo. Los teléfonos Android de Samsung y otros, acabaron ampliando el mercado y llegando a las masas, pero Apple tenía el Modelo T, el primero en seguir el camino.
En un nuevo documental, me propuse señalar los mayores cambios en los 15 años de historia del iPhone para ver cómo pasó de ser un bonito dispositivo para llamar por teléfono y escuchar música a uno que está en el centro de nuestras vidas. Además, he seguido el impacto del teléfono en Noah Schmick, un niño que nació el mismo día que el iPhone.
A través de mis entrevistas con ejecutivos actuales y antiguos de Apple, surgió un tema clave: Ni siquiera los que estaban en primera fila para el desarrollo de las principales funciones comprendían el enorme impacto -y no tan bueno- que tendrían. Estas son algunas de las consecuencias imprevistas de la evolución del iPhone, y los momentos en que la propia gente de Apple se dio cuenta de ellas:
iPhone (2007)
Haga memoria y recordará que la mayor diferencia -y preocupación- del iPhone original era que requería escribir en una pantalla. El director ejecutivo de Microsoft, Steve Ballmer, se reía de ello diciendo que “no era una buena máquina de correo electrónico”. Los principales ejecutivos de BlackBerry dijeron que tenía un “teclado pésimo”.
Dentro de Apple había algunas dudas similares, pero antes de que el primer iPhone saliera a la venta, Fadell, un vicepresidente senior de Apple en ese momento, empezó a notar que algo sucedía en las salas de conferencias de la marca: Los empleados que probaban los nuevos teléfonos no podían dejarlos durante las reuniones.
“La cultura cambió dentro de Apple cuando pudimos estar siempre conectados y siempre enviando mensajes y comprobando cosas”, aseguró el ejecutivo, que dejó Apple en 2008 para fundar Nest, el innovador de termostatos que ahora es propiedad de Alphabet. “Teníamos una sospecha del impacto, pero no sabía lo que sería cuando el teléfono saliera de Apple”, dijo.
Por supuesto, ahora sabemos exactamente lo que pasó fuera de Apple: Todos aprendimos a escribir en una pantalla. El volumen de correo electrónico no hizo más que aumentar. Y además, sin las voluminosas teclas que ocupan la mitad del frontal del teléfono, podías sumergirte en las películas, pellizcar en las fotos para hacer zoom y deslizar los dedos por las páginas web.
iPhone 3G (2008)
A lo que llegó tras el primer iPhone se le puede atribuir el mérito de haber cambiado el mundo: La App Store. Fue entonces cuando Apple dejó entrar a otros. ¿Angry Birds? ¿Waze? ¿Uber? ¿Instagram? Cada uno de ellos transformaba el teléfono en algo totalmente diferente, pero podías tenerlos todos simultáneamente.
Una vez más, los ejecutivos de Apple no estaban del todo seguros de lo que ocurriría cuando la tienda móvil se lanzara junto con el iPhone 3G. “Pensamos que tal vez tendríamos 50 aplicaciones, nos sentiríamos muy bien como un pequeño comienzo”, declaró Greg Joswiak, vicepresidente senior de marketing mundial de Apple. “Teníamos 500″, agregó.
En abril de 2009, se presentaban 25.000 aplicaciones a la semana para su aprobación, según Phillip Shoemaker, que supervisaba el proceso de revisión de aplicaciones para la empresa en ese momento.
Todos los viernes por la mañana, Shoemaker dirigía una reunión con la junta de revisión ejecutiva de aplicaciones, un grupo de altos cargos que incluía, en ocasiones, a Steve Jobs.
“Repasábamos todas las aplicaciones que mi equipo y yo señalábamos como imprevistas, algo que no habíamos visto antes”, comentó Shoemaker.
Algunos de los ejemplos que recordó: una aplicación “Psycho”, en la que aparecía un cuchillo en la pantalla y se agitaba el teléfono para que sonara como si se estuviera elevando; una aplicación para calentar las manos que funcionaba sobrecalentando el iPhone con muchas tareas de procesamiento; una aplicación que, unida a algunos aparatos electrónicos, permitía controlar a distancia una cucaracha real (“En serio”, añadió). También había muchas aplicaciones con contenido sexual inapropiado.
Shoemaker fue testigo de otra sorpresa de primera mano, pero en casa, no en el trabajo. Su hija de 5 años, Mylie, se aficionó a un juego llamado “La aldea de los pitufos”. Lo jugó durante semanas y semanas. Un día, Shoemaker recibió una factura de la tarjeta de crédito que mostraba que había pagado más de 450 dólares a Apple, su propia empresa. ¿Por qué? Pitufos, la moneda local de la aplicación para niños.
Esto, combinado con las quejas de los clientes sobre los costos ocultos de las compras dentro de la aplicación, empujó al equipo a crear la “Regla Mylie”, que exigía una diligencia adicional en las aplicaciones para niños. Esto llevó a una actualización de iOS que exigía una contraseña para comprar cualquier cosa dentro de una aplicación.
iPhone 4 (2010)
Apple llevaba mucho tiempo interesada en la fotografía. De hecho, Fadell dijo que la marca habló de crear su propia cámara cuando el iPod se convirtió en un éxito. Al final, sin embargo, el iPhone acabó siendo ambas cosas.
“¿Por qué ibas a llevar una segunda cámara si tu teléfono es el dispositivo que vas a llevar siempre contigo?” dijo Joswiak. Desde el principio, la mejora constante de la fotografía formaba parte del programa de Apple, aclaró.
¿Pero qué no se esperaba? La “selfie-manía”, comentó Joswiak.
“El siguiente celular tiene una cámara frontal, y estamos tratando de averiguar, ¿qué se hace con la cámara frontal?”, recuerda Justin Santamaria, un director de ingeniería que dirigió el desarrollo de FaceTime en 2010. “Podrías hacer una foto con la cámara frontal. ¿Va a ser grande? No lo sé”, añadió.
Era grande. Muy grande. Las selfies se dispararon, convirtiéndose en una forma de expresión de primer orden entre los propietarios de iPhone más jóvenes. También lo hicieron las aplicaciones que facilitaban el compartirlas.
Shoemaker recuerda haber hablado con Evan Spiegel de 21 años, que trabajaba en la casa de su padre, sobre su concepto de desaparición de los mensajes fotográficos. “Pienso que esto se va a utilizar para cosas malas”, dijo. “Si hay un mensaje que desaparece al final, tiene que haber una intención nefasta, ¿no?”.
Apple trabajó con Spiegel en las políticas de moderación de contenidos y permitió la entrada de la aplicación Snapchat en la tienda. Spiegel es ahora director general de Snap, una empresa que cotiza en bolsa por valor de 23.000 millones de dólares.
El proyecto de Santamaría, FaceTime, se convirtió en un importante medio de comunicación, aún más valioso durante la pandemia mundial del Covid-19.
A su vez, según Santamaría, FaceTime fue uno de los primeros en utilizar el servicio de notificaciones push de Apple, que traía al teléfono pequeños puntos rojos con números, sonidos y ventanas emergentes en la pantalla de inicio. Hoy en día, es difícil imaginar una época en la que tu teléfono no te mostrara docenas o incluso cientos de estas ventanas emergentes al día.
“Se reconoce que estamos más distraídos que nunca”, señaló Santamaría, y añadió que las notificaciones tienen parte de la culpa. El pensamiento general en el equipo en el momento, sin embargo, fue que las notificaciones en realidad podrían agilizar la experiencia del iPhone, en lugar de exigir “más atención”.
iPhone 6 (2014)
La competencia de los teléfonos inteligentes se hizo más grande, literalmente. Los fabricantes de teléfonos Android, en particular Samsung, habían ampliado el tamaño de las pantallas a 5 e incluso 6 pulgadas. Walt Mossberg, del Wall Street Journal, calificó el primer Galaxy Note, con una pantalla de 5,3 pulgadas, de “positivamente gargantuesco”. Apple subestimó la demanda de pantallas más grandes.
Recordando aquella época, Joswiak dijo que Samsung había “arrancado nuestra tecnología. Tomaron las innovaciones que habíamos creado, crearon una mala copia de la misma y simplemente le pusieron una pantalla más grande”. Apple demandó a Samsung por infracción de patentes y, a finales de la década pasada, Samsung había pagado a Apple cientos de millones en concepto de indemnización.
Una representante de Samsung comentó que la empresa ha sido “pionera en muchas primicias de la industria móvil”, como las grandes pantallas OLED y los dispositivos resistentes al agua y al polvo.
Apple finalmente cedió y amplió las pantallas de los iPhone 6 y 6 Plus, que pasaron a ser algunos de los dispositivos más vendidos de la compañía. Los iPhones actuales tienen pantallas aún más grandes. Apple también siguió a Samsung con los modelos resistentes al agua, la carga inalámbrica y otras pequeñas pero poderosas características que los usuarios de teléfonos inteligentes ahora dan por sentado.
iPhone 11 (2019)
Algunos argumentarán que el iPhone X en 2017, que eliminó el botón de inicio e introdujo el reconocimiento facial Face ID, fue un gran salto. Yo digo que uno aún mayor llegó con los modelos de iPhone 11 y su espectacular mejora de la duración de la batería. Ya no era necesario ir de un lado a otro con mochilas de batería y cargadores extra.
Y todo eso -las pantallas más grandes, las cámaras potentes, la duración de la batería durante todo el día- nos dejó con un potente computador en las manos que era más difícil de dejar. Y las empresas de redes sociales desarrollaron algoritmos para enviarnos contenidos y notificaciones para mantenernos enganchados. Eso no formaba parte de la visión de 2007.
Es difícil estar en desacuerdo con que el iPhone sea un poderoso instrumento de trabajo, educación, comunicación y entretenimiento. “Pero al mismo tiempo queremos ayudar a la gente con el hecho de que hay que tener moderación”, advirtió Joswiak. “A veces eso significa que tienes que moderar cuánto lo usas”, agregó.
En 2018, Apple introdujo Screen Time, que permite establecer límites de tiempo en las aplicaciones y proporciona información sobre el tiempo que se pasa en el teléfono. Es especialmente útil para los padres que esperan evitar que sus hijos usen en exceso los dispositivos.
A lo largo de estas conversaciones, me di cuenta de una cosa por encima de todo: el pensamiento que estas personas pusieron en el iPhone fue más sobre la fabricación del mejor dispositivo posible, no tanto sobre el impacto que tendría en el mundo.
Steve Jobs no está aquí para reflexionar sobre el que quizá sea su mayor legado. Pero tal vez lo vio venir.
“Quiero construir herramientas realmente buenas que sé en mis entrañas y en mi corazón que serán valiosas”, comentó Jobs en una entrevista en 1994. “Luego te apartas y te quitas de en medio, y estas cosas cobran vida propia”, agregó.
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