Mujeres, empleo y empoderamiento económico
"Las mujeres tienen baja densidad de cotización, lo cual repercute directamente en el monto de sus pensiones. Existen notorios patrones de inserción laboral por sexo, donde las mujeres tienen una trayectoria laboral más interrumpida y discontinua en el tiempo en comparación a los hombres, teniendo como resultado brechas significativas en el monto de sus pensiones".
La recuperación económica - parte central de los programas de gobierno de los candidatos a la presidencia de la República- debe ir acompañada con acciones que promuevan y resguarden la equidad de género. Esto implica, entre otras cosas, fomentar la creación de trabajos formales con incentivos a la contratación de mujeres.
Para ello, se requiere además, de políticas públicas efectivas que pongan énfasis en corregir los principales ámbitos que afectan directamente el desarrollo social, profesional y la autonomía de las mujeres, reduciendo sus oportunidades de empleo y empoderamiento económico.
Un primer ámbito que debemos atender, corresponde a la inserción laboral femenina. Dentro de las principales barreras está el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado. 1 de cada 5 mujeres no ingresa al mercado laboral por razones de cuidado o quehacer del hogar (CASEN, 2017).
El segundo ámbito, se refiere a la brecha salarial en virtud de la cual, las mujeres en Chile reciben, en promedio, un 30% menos de ingreso que los hombres. De acuerdo con la última versión de la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI) del Instituto Nacional de Estadística (INE), la brecha de género en el ingreso medio fue -28,1% en desmedro de las mujeres.
Como tercer ámbito, está el problema de la seguridad social. Las mujeres tienen baja densidad de cotización, lo cual repercute directamente en el monto de sus pensiones. Existen notorios patrones de inserción laboral por sexo, donde las mujeres tienen una trayectoria laboral más interrumpida y discontinua en el tiempo en comparación a los hombres, teniendo como resultado brechas significativas en el monto de sus pensiones.
Los trabajadores que se pensionan por vejez han cotizado, en promedio 17,9 años, mientras que las trabajadoras lo han hecho solo por 12,7 años, donde la densidad promedio para los nuevos pensionados del año 2020 muestra una brecha por género de -15%.
A lo anterior se suma, en cuarto lugar, el acceso al mercado financiero. Las brechas económicas de género en el mercado del trabajo se reflejan en las brechas de acceso y uso de servicios financieros (CMF, 2020). A su vez, la baja posibilidad de acceso al crédito merma opciones profesionales, tales como emprender.
En el 2019, el monto total de crédito vigente de las mujeres fue menor en 40% que el que acumularon los hombres. Además, según un estudio realizado por la Comisión para el Mercado Financiero (2020), las solicitudes de préstamo presentadas por mujeres tienen 15% menos probabilidad de ser aprobadas que aquellas equivalentes presentadas por hombres, pese a que presentan una menor morosidad, lo que da cuenta de una “discriminación por gusto” por parte de las instituciones bancarias.
Es claro que los esfuerzos por avanzar en subsanar estos ámbitos deben acelerarse. El aporte de las mujeres es clave para lograr una recuperación económica sostenible. Cada punto de aumento en la participación laboral femenina, no solo implica un incremento del PIB de 0,5%, sino también, una mejora sustancial en la percepción de bienestar social.
CLAPES UC y Fac. de Economía y Administración UC.
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