Post tenebras lux
"La educación cívica es una inversión que en Chile lamentablemente nunca se hizo y si bien todavía no sabemos que pueda pasar en los meses que vienen, necesitamos restablecer programas de estudios y capacitación, a todo nivel, que refuercen las nociones de libertad, ciudadanía, memoria e identidad".
Para quienes piensan que el pasado no se repite, no han leído bien nuestra historia.
Este premonitorio lema, “Después de la Oscuridad, la Luz” estuvo en nuestro primer escudo nacional, en el tumultuoso período denominado “La Patria Vieja”, que transcurrió entre 1810 (Primera Junta de Gobierno) y 1814 (el desastre de Rancagua). Fue una época no sólo de declaración de autonomía y guerra en contra de España, que resultó en una derrota y el inicio de la Reconquista de las fuerzas realistas; sino que también, especialmente, de cruentas luchas internas e ideológicas entre los criollos y entre nuestros propios padres de la patria.
Qué duda cabe que hoy nos encontramos en un nuevo período de oscuridad. Los que ya pasamos los 50 calendarios, podemos encontrarnos sorprendidos de cómo vemos a un Chile en caída libre, preguntándonos qué nos ha pasado como sociedad en estos últimos años de crisis. Y no me refiero a la Pandemia, sino que a las autoridades sin pantalones para defender el estado de derecho y la institucionalidad; a la proliferación de políticos de todos los colores con un populismo descontrolado, prometiendo lo que no pueden cumplir; a los tribunales que juzgan para la galería en vez de imponer la ley; a una violencia delictual que no amaina impulsada ya no por el lumpen, si no que por narcotraficantes; a las personas con un consumismo desenfrenado (entre otros, por el 10%), y con un individualismo cada vez más alienado en redes sociales; a candidatos presidenciales con programas políticos desfinanciados o que rayan en la ignorancia; y, a miembros de la convención constituyente que mienten sin mayores consecuencias. Y así, se podría seguir enumerando…
En suma, hoy tenemos a un Chile que parece estar ad-portas de un quiebre mayor en lo social, en lo político y en lo económico, con luchas ideologizadas que, como varias veces en nuestra historia, buscan hacer prevalecer por cualquier medio, los intereses individuales o partidistas por sobre la búsqueda del interés común.
Lamentablemente todos tenemos una gran parte de culpa. Usted también, señor y señora; porque los errores de la actual generación son los fracasos de sus padres, que no se preocuparon de dar a conocer la historia y, peor aún, que fallaron en entregar una educación cívica desde temprana edad.
La educación cívica es una inversión que en Chile lamentablemente nunca se hizo y si bien todavía no sabemos que pueda pasar en los meses que vienen, necesitamos restablecer programas de estudios y capacitación, a todo nivel, que refuercen las nociones de libertad, ciudadanía, memoria e identidad, dando a conocer los deberes y derechos de vivir en sociedad, y los pros y contras de los distintos regímenes e ideologías políticas.
Termino recordando a Einstein, a quien se le atribuye la frase que la “Educación es lo que queda cuando se olvida lo que se aprendió en la escuela”. Ergo, si no se aprendió, no veremos la luz.
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