Quien Se Apura, No Pierde El Tiempo

"Nuestro querido Chile fue el primer país de Latinoamérica en licitar el espectro donde desarrollar la quinta generación de internet móvil - el llamado 5G. Ello nos sitúa en un lugar de privilegio y vanguardia respecto de procesos de transformación digital, brindando insospechadas posibilidades para agregar valor a nuestra economía y bienestar".



Los múltiples cambios tecnológicos dan cuenta con procesos dinámicos cuya intensidad varía con el correr del tiempo. Hoy asoma dicha fuerza casi como en su apogeo. Parafraseando al ilustre pensador Jeremy Rifkin, pareciera que hemos transitado por tres grandes transformaciones industriales durante toda la historia de la humanidad. Esta última nos ha traído grandes beneficios, los que se constatan en lo que muchos llaman industria 4.0. Ésta se caracteriza por tecnologías con crecimiento exponencial: internet de las cosas, inteligencia artificial, aprendizaje profundo, robótica, grandes nubes informáticas, computación en la frontera, blockchain… y aún más. Y aún así, parte de Chile, así como otros lugares del globo - con África tristemente a la cabeza -, aún no gozan de muchos de dichos avances.

Distintas proyecciones apuntan a que los dispositivos globales conectados a internet el próximo año 2025, podrían superar la barrera de 38 mil millones; y para el 2030… 50 mil millones. La masificación de internet de las cosas vía 5G implicará profunda mutación de mucho de lo que actualmente hacemos, dando amplio espacio para aquello que hoy observamos casi como una quimera. Buena parte de todo estará interconectado vía internet fija y redes 5G, desplegando un volumen inimaginable de data.

Aquellas tecnologías exponenciales unidas al 5G atesoran un importante potencial para aplicaciones que mejorarán la calidad de vida de las personas. Estimaciones de diversas empresas tecnológicas sitúan el impacto del 5G en el PIB de Chile, entre medio a un punto porcentual de contribución anual para los próximos diez a quince años. Esto, involucrando innovación y digitalización en nuestra economía, además de permitir crear decenas de miles de puestos de trabajo.

Nuestro querido Chile fue el primer país de Latinoamérica en licitar el espectro donde desarrollar la quinta generación de internet móvil - el llamado 5G. Ello nos sitúa en un lugar de privilegio y vanguardia respecto de procesos de transformación digital, brindando insospechadas posibilidades para agregar valor a nuestra economía y bienestar.

¿De qué depende que nuestro país y los sectores industriales capitalicen este potencial de creación de valor y bienestar? Fundamentalmente, de tres catalizadores.

Primero: de la inteligencia asociada a la decisión de invertir en investigación y desarrollo, para potenciar la eficiencia y productividad en tecnologías que satisfagan necesidades del cliente y con ello, encontrar ventajas competitivas. Se trata de aquilatar una moderna visión estratégica de toda la organización, vía sus líderes, para destinar recursos a desarrollar valor, mejorando de pasada, aquel escuálido 0,35% del PIB destinado a investigación y desarrollo - contrastado con un 2,4% de los países miembros de la OCDE o con sanamente envidiables, 4,2% y 4,15%, de Israel y Corea del Sur, respectivamente.

Segundo: debemos ser capaces de trabajar conjuntamente, mundo privado, gubernamental y academia, en esta economía colaborativa llamada 4.0. Es responsabilidad de todos, sin excepción.

Finalmente: la red de infraestructura de telecomunicaciones habilitante de la trasformación digital, tiene que estar disponible en la mayor cantidad de hogares y micro, pequeñas, medianas y grandes empresas, a lo largo y ancho de todo el territorio nacional. En este punto, parece insigne el destacar el explosivo crecimiento de fibra óptica del que ha gozado Chile estos últimos dos años: se han más que doblado los kilómetros, gracias a un visionario compromiso de inversión de empresas del sector (USD 2.500 MM anuales aproximadamente), unido a un histórico record de subsidios del Estado de Chile, en distintas etapas de despliegue.

Es urgente e importante que toda organización tome cartas de avanzada, compromiso y decisión, de forma responsable, sostenible e inclusiva, en este proceso transformativo, a partir de una estrategia transparente y articulada con todas las partes interesadas. Los líderes cobrarán éxito si conducen este proceso con la suficiente visión estratégica y sentido de oportunidad que les permita digitalizarse con rapidez. En ello serán cruciales, tanto el reclutamiento de competencias adecuadas, como el compromiso para reconvertir a parte importante de un capital humano esencial.

Aquel popular refrán que señala “quien se apura, pierde el tiempo”, constituye la antípoda de aquello a lo que hoy nos debemos como sociedad: debemos acelerar el paso para invertir en investigación y desarrollo, crear valor y abrir oportunidades comerciales únicas, en pro de mayor y más justo bienestar social y medioambiental.

* La autora es directora de empresas y exsubsecretaria de Telecomunicaciones

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