Shein prometió una gran salida a bolsa en Estados Unidos. Sus raíces chinas se interpusieron en el camino
El gigante de la fast fashion pretendía poner un puente entre Beijing y Washington, pero las esperanzas de una oferta pública de venta en EE.UU. se han desvanecido.
El gigante de la ropa fast fashion, Shein, parecía estar en racha. El proveedor de camisetas de US$ 3, pantalones de US$ 10 y otras prendas a precios ultrabajos se había convertido en una de las mayores empresas de moda del mundo, con cientos de millones de clientes. En noviembre, presentó su solicitud de salida a bolsa en Nueva York, lo que creó expectativas de que sería una de las mayores OPV (Oferta Pública de Ventas de acciones) de los últimos años.
Su presidente ejecutivo en Estados Unidos, Donald Tang, recorrió el país reuniéndose con políticos, optimista de poder venderles su visión de Shein como modelo de cumplimiento y transparencia.
Ahora la empresa se encuentra incómodamente atrapada en medio de las tensiones entre Estados Unidos y China, y sus esperanzas de una oferta pública inicial en Nueva York se han desvanecido.
Shein se fundó en 2012 en China, aunque trasladó su sede a Singapur en 2021. Tiene contratos con miles de fábricas chinas que producen nuevos estilos cada día, y dispone de servicios como almacenes y oficinas administrativas allí. Sin embargo, su mayor mercado es EE.UU. y nunca ha vendido en China.
Shein ha fracasado en gran medida a la hora de superar los recelos de ambas partes. Los legisladores de Washington desconfían de los vínculos de Shein con China y han exigido más detalles sobre su cadena de suministro. Beijing quiere que Shein y otras empresas con operaciones sustanciales en China sigan sus propios mensajes. Una cuestión de gran envergadura es el algodón: no sólo de dónde obtiene Shein el tejido, sino también de cómo habla de él.
Shein ha trasladado sus principales esfuerzos de cotización a Londres. En las próximas semanas podría presentar una oferta pública inicial, según personas relacionadas con el asunto.
La creciente división entre Beijing y Washington se ha manifestado especialmente en sectores de alta tecnología como los semiconductores y la inteligencia artificial, pero ninguna compañía es inmune. Las dificultades de Shein para satisfacer a ambos países no auguran nada bueno para otras firmas de alto perfil con raíces chinas, que intentan establecerse en Estados Unidos.
Junto con la plataforma de videos TikTok y la tienda de rebajas Temu, Shein es una de las pocas grandes empresas con raíces chinas que se han abierto paso entre los consumidores estadounidenses de forma significativa. Todas ellas han sido objeto de escrutinio en Washington. El mes pasado, el Presidente Biden firmó un proyecto de ley que prohibirá TikTok si su propietario chino, ByteDance, no la vende en el plazo de un año.
Temu, propiedad de la empresa china de comercio electrónico PPD Holdings, invirtió dinero en el mercado publicitario estadounidense y ha crecido hasta convertirse en la segunda aplicación de compras más popular de Estados Unidos por usuarios mensuales, por detrás de Amazon. Tras caer en el punto de mira de Washington, ahora se centra en otros mercados fuera de Estados Unidos.
Las empresas han tenido que elegir cada vez más un bando desde que Didi Global, empresa de transporte de pasajeros con sede en Beijing, enfureció a Beijing cuando salió a bolsa en Estados Unidos en 2021, sin el visto bueno de los reguladores chinos. Tras su salida a bolsa, los reguladores chinos impusieron a Didi restricciones y una revisión de la seguridad de los datos, y la empresa dejó de cotizar en la Bolsa de Nueva York al cabo de 11 meses.
“Si Shein no lo consigue, ¿quién tiene más posibilidades?”, se preguntó Sheng Lu, experto en la industria textil y de la confección de la Universidad de Delaware. “Shein no está en una industria de alta tecnología tradicionalmente sensible. Es sólo un minorista de ropa”, agregó.
Tang, presidente ejecutivo de Shein, ha sido la cara occidental de la empresa desde que se incorporó a ella en 2022. El año pasado, el exejecutivo de Bear Stearns se trasladó de Los Ángeles a Washington para estar más cerca de los esfuerzos de cabildeo de Shein.
Tiene experiencia en sacar empresas a bolsa y contactos tanto en Estados Unidos, donde vive desde hace cuatro décadas, como en China, donde nació. Vender Shein como una empresa global que cumple las normas en el entorno político actual requiere una habilidad diferente. “En los últimos años he aprendido mucho más que en mi vida anterior”, comentó.
La cara de Shein
La identidad de Shein entre dos lugares es algo familiar para Tang, de 61 años, ciudadano estadounidense desde hace décadas, pero al que todavía le preguntan de dónde es realmente.
Llegó a Estados Unidos en 1982 para seguir a su novia, a la que había conocido a los 14 años en un concurso de matemáticas. En un ensayo publicado en 2006 en Los Angeles Times, Tang relataba cómo, cuando tenía 17 años, llamó al número de urgencia del cónsul general de Estados Unidos diciendo que necesitaba un visado para poder estar con su pareja. Llegó con sólo US$ 20, el máximo que la ley china permitía sacar del país en aquella época. Su novia es ahora su esposa y madre de sus dos hijos.
Se licenció en la Universidad Politécnica Estatal de California, Pomona, y pasó a desempeñar funciones ejecutivas en Bear Stearns. Más tarde, como vicepresidente, hizo de intermediario entre su empresa y la china Citic Securities, que habría sido el primer banco chino en inyectar capital en un banco de Wall Street. El acuerdo fracasó cuando Bear Stearns se hundió durante la crisis financiera y fue absorbida por J.P. Morgan en 2008.
La primera vez que Tang oyó hablar de Shein fue en los primeros días de la pandemia, cuando él y su familia estaban refugiados en Hawai. A su mujer le intrigó la simpática mascarilla que llevaba la mesera de un restaurante local, y le dijeron que era de Shein.
Un año después, un amigo en común presentó a Tang al reclusivo director ejecutivo de Shein, Sky Xu, que se ha mantenido alejado de los cámaras durante el meteórico ascenso de la empresa, empezando a asesorarlo. En 2022, meses después de que la empresa trasladara su sede, Tang comenzó a liderar su esfuerzo por construir una identidad global.
Bajo su dirección, Shein se ha asociado con grandes marcas occidentales como Forever 21 y ha intentado diversificar su cadena de suministro más allá de China. Ha reclutado a ejecutivos y asesores occidentales, como Frances Townsend, que fue asesora de seguridad nacional en la Casa Blanca de George W. Bush.
Shein registró un récord de ventas y beneficios en 2023, según una carta a los inversores.
Sin embargo, a pesar de toda la campaña de Tang hacia Occidente, seguía siendo consciente de que Shein no es inmune a la presión de Beijing y que caer en desgracia con las autoridades chinas podría costarle caro a la empresa.
El enigma del algodón
Uno de los principales problemas tanto para Washington como para Beijing es el algodón.
La legislación estadounidense prohíbe las importaciones relacionadas con Xinjiang, donde Washington acusa a las autoridades chinas de utilizar trabajos forzados en su represión de los uigures, acusaciones que Beijing niega. Los políticos estadounidenses quieren que Shein garantice que no utiliza algodón procedente de Xinjiang, que representa la inmensa mayoría de la producción algodonera china.
Abordar públicamente el asunto podría meter a Shein en problemas con Beijing. Las empresas que ceden a las críticas occidentales sobre Xinjiang se arriesgan a represalias rápidas, como aprendió H&M en 2021, cuando su declaración de que dejaría de abastecerse en Xinjiang provocó su eliminación de Internet en China.
Lo que Shein dice públicamente sobre el asunto ha evolucionado. El año pasado declaró a The Wall Street Journal que no se abastece de algodón de Xinjiang, ni siquiera de China. Sus declaraciones más recientes omiten toda mención a Xinjiang y se limitan a decir que tiene “tolerancia cero” con el trabajo forzado. Hasta finales del año pasado, el sitio web de Shein incluía un informe sobre sostenibilidad e impacto social, con información sobre su abastecimiento de algodón, rastreo y pruebas. Desde entonces, el informe ha sido retirado de la página web de Shein.
Personas cercanas a la empresa afirman que el algodón representa alrededor del 4% de la ropa que Shein vende en Estados Unidos.
Oritain, una empresa con sede en Nueva Zelanda que verifica el origen de las materias primas, dijo que las pruebas de muestras de algodón Shein en 2022 y 2023 indicaron que el 1,7% se originó en lo que se llama “regiones no aprobadas”. Para Shein, eso significa Xinjiang. Esta cifra se contrasta con el promedio del sector del 14% en 2022.
Los expertos del sector afirman que es difícil que un fabricante de ropa elimine por completo el algodón de Xinjiang, dada la complejidad de la cadena de suministro mundial. El algodón en bruto de distintas procedencias suele acabar en las mismas plantas de procesamiento.
Cuando Shein solicitó a la Comisión del Mercado de Valores (SEC) su admisión a cotización en EE.UU. en noviembre, lo hizo de forma confidencial, una medida habitual que permite a una empresa mantener datos empresariales y financieros confidenciales lejos de la mirada pública y de sus competidores durante las conversaciones con los reguladores.
La SEC comunicó a Shein que su solicitud no sería aceptada, a menos que la empresa presentara una solicitud pública, según personas con conocimiento del asunto. Shein aún no lo ha hecho.
Una presentación pública no garantizaría a Shein la aprobación de la SEC, pero podría desencadenar el escrutinio de legisladores, funcionarios públicos y medios de comunicación sobre cuestiones delicadas, según los abogados especializados en valores.
Shein presentó la misma documentación ante el regulador bursátil chino, algo que las empresas con operaciones sustanciales en China están obligadas a hacer cuando quieren salir a bolsa.
El organismo chino de vigilancia de la ciberseguridad también abrió una investigación sobre las prácticas de Shein en materia de datos, en lo que se ha convertido en una práctica rutinaria en los últimos años. El examen incluyó la forma en que Shein maneja la información sobre su personal, proveedores y socios. Las autoridades también prestaron especial atención al lenguaje de Shein sobre el algodón de Xinjiang, según personas relacionadas con el asunto.
La Administración del Ciberespacio de China no hizo comentarios.
Apagando incendios
Este año empezó de forma poco propicia para Tang, con los problemas de Beijing y los informes de que los inversores de Shein estaban intentando deshacerse de sus participaciones en mercados privados. Shein había empezado a discutir internamente alternativas a una OPV en Nueva York. Siguieron surgiendo nuevos problemas.
En febrero, el senador republicano Marco Rubio instó al presidente de la SEC, Gary Gensler, a bloquear la OPV de Shein, a menos que facilitara detalles sobre su estructura empresarial y sus interacciones con el gobierno chino.
En marzo, los legisladores franceses aprobaron un proyecto de ley de moda rápida que impondrá fuertes gravámenes a las prendas de bajo costo vendidas por empresas como Shein, para frenar el impacto medioambiental de la industria.
En abril, el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos anunció un mayor escrutinio de los paquetes de poco valor enviados desde el extranjero directamente a los consumidores estadounidenses, sin aranceles y con escaso control. Shein recurre a este método de envío en virtud de una laguna comercial que, según los críticos, también ayuda a las empresas a eludir las prohibiciones sobre las importaciones realizadas con trabajo forzoso.
Ese mismo mes, Europa calificó a Shein de “plataforma en línea muy grande”, una designación que impone normas estrictas sobre cuestiones como los productos falsificados e inseguros y los datos de los consumidores.
Según Tang, ahora la prioridad de la empresa es cumplir las normas. Shein tiene previsto invertir US$ 50 millones en el cumplimiento de la normativa mundial en los próximos años. Esta estrategia es similar a la de TikTok, que para evitar una prohibición estadounidense amplió su presencia en el país y gastó US$ 1.500 millones en un proyecto de cumplimiento del uso de datos.
Tang incluso describe los planes de Shein de cotizar en bolsa como parte de sus esfuerzos de transparencia. “La mayoría de las empresas quieren cotizar por razones de liquidez. Nosotros buscamos cotizar en bolsa para aceptar el escrutinio y la diligencia pública”, sostuvo.
Cuando se le preguntó en un panel del Milken Institute a principios de mayo de dónde es realmente Shein, Tang dijo que, dependiendo de cómo se mire, Shein puede ser vista como una empresa china, basándose en dónde está la mayor parte de su cadena de suministro y sus empleados, o como una empresa de Singapur, con su sede y otras funciones importantes allí.
Pero, concluyó, los valores, la misión y la visión de Shein coinciden con los de Estados Unidos: espíritu empresarial, innovación, expresión de la individualidad, imperio de la ley y competencia leal.
“Creo que si se mira así, somos una empresa estadounidense”, aseguró Tang.
Ahora bien, el principal reto de Shein sigue siendo Washington.
Beijing no pretende impedir que Shein salga a bolsa en el extranjero, y la empresa ha superado su revisión de ciberseguridad, declararon fuentes relacionadas con el asunto. Una persona cercana a Beijing comentó que el regulador bursátil chino ha indicado que dará el visto bueno final una vez que Shein esté más cerca de cotizar en bolsa. El regulador bursátil chino no hizo comentarios.
Shein aún no ha renunciado del todo a cotizar en EE.UU., según personas relacionadas con el asunto.
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