Trump quiere “perforar, nene, perforar”, pero ¿puede reducir los precios de la energía?
El discurso antiinflacionario del candidato republicano se centra en reducir los costos del gas y la electricidad, áreas en las que un presidente tiene un control limitado. Trump afirma que la agilización de los permisos, el debilitamiento de la normativa medioambiental y otras medidas desencadenarán una mayor producción de petróleo y gas natural, y reducirán los precios en los surtidores y en las facturas de la luz.
Donald Trump dice que puede reducir rápidamente los costos energéticos de los estadounidenses en un 50% o más, una perspectiva bienvenida para los votantes cansados de la inflación. Es más fácil decirlo que hacerlo.
El candidato presidencial republicano señala que recurrirá a su eslogan de campaña favorito para lograr la hazaña: Drill, baby, drill (perforar, nene, perforar). Trump afirma que la agilización de los permisos, el debilitamiento de la normativa medioambiental y otras medidas desencadenarán una mayor producción de petróleo y gas natural, y reducirán los precios en los surtidores y en las facturas de electricidad.
Pero muchas de las compañías de petróleo y gas derivados del esquisto no comparten el entusiasmo de Trump por perforar más. Están más centradas en devolver efectivo a los accionistas que en aumentar la producción.
Mientras tanto, los precios de la energía están determinados por complejos mercados globales y regionales que no responden rápidamente a las órdenes ejecutivas. Los costos de la electricidad en el desarticulado sistema energético del país pueden oscilar en función de acontecimientos como los patrones meteorológicos cercanos que impulsan la demanda y las guerras lejanas que restringen el suministro de combustible.
“Se trata sobre todo de bravatas, porque el presidente no tiene ningún control directo”, aseguró Michael Webber, profesor de recursos energéticos de la Universidad de Texas en Austin.
Las razones del discurso de Trump son claras. El encarecimiento de la gasolina, la electricidad y el combustible para calefacción ha desbordado los presupuestos de los estadounidenses y ha contribuido a que la inflación se dispare a máximos de 40 años. Aunque las presiones sobre los precios han disminuido en los últimos meses, en parte gracias a la reducción de los costos de la gasolina, el aumento de los precios de la electricidad a nivel nacional ha superado la tasa de aumento general de los precios al consumo.
“Los efectos del plan del presidente Trump se verán de inmediato: los precios de la energía caerán en picada en previsión de la nueva oferta, lo que a su vez reducirá los precios de todos los bienes de consumo”, dijo una representante de la campaña.
Perfora, nene, perfora
Para muchos de los mayores perforadores de esquisto, “Drill, baby, drill” se ha convertido en un anacronismo.
Las empresas que convirtieron a Estados Unidos en un gigante del petróleo y el gas son cada vez más prudentes, debido a las inciertas perspectivas de la economía mundial y a los dolorosos recuerdos de pasadas crisis. Wall Street ha empujado a los productores a maximizar los beneficios, no el crecimiento, desviando el efectivo de los campos petrolíferos hacia las utilidades. Los precios mediocres del petróleo y los precios históricamente bajos del gas natural este año han dado a los productores pocos incentivos para aumentar la producción.
“Desde el punto de vista político, no hay nada con lo que se pueda agitar una varita mágica y conseguir ese tipo de aumento de la producción”, aseguró Adam Rozencwajg, socio gerente de la empresa de inversión en recursos naturales Goehring & Rozencwajg.
El Presidente Biden aprendió lo difícil que puede ser engatusar a los perforadores estadounidenses. Los productores redujeron drásticamente la producción después de que la pandemia de Covid-19 destruyera la demanda mundial. Pero los precios del combustible se dispararon cuando las economías se reabrieron y los niveles de producción no se recuperaron. Tras prometer que el país se alejaría de los combustibles fósiles, Biden imploró a los perforadores que aumentaran la producción, con un éxito limitado.
La crisis energética de 2022 provocada por la guerra de Rusia contra Ucrania puso aún más de relieve la limitada influencia de la Casa Blanca sobre los mercados mundiales.
Trump ha advertido de que la vicepresidenta Kamala Harris frenaría la producción de petróleo y gas. La candidata demócrata apoyó anteriormente la prohibición del fracking (fracturación hidraúlica de rocas para obtener petróleo o gas natural) en terrenos federales, pero en una entrevista en CNN en agosto dijo: “Como presidenta, no prohibiré el fracking”.
Una representante de Harris comentó que seguiría aplicando la ley demócrata sobre el clima de 2022, la Ley de Reducción de la Inflación, pero no ofreció nuevas propuestas para recortar las facturas energéticas de los estadounidenses.
Tras los desplomes de precios de 2016 y 2020, los productores de petróleo y gas han reforzado con éxito sus cotizaciones bursátiles destinando más efectivo a dividendos y recompra de acciones, no a nuevas perforaciones.
Al menos el 63% de las salidas de efectivo de la industria se destinó a gastos de capital en cada uno de los ocho trimestres anteriores al fondo del colapso de 2016, según un análisis de Evaluate Energy de 46 productores que cotizan en bolsa. En los últimos ocho trimestres, esa cifra alcanzó un máximo del 49%.
La producción de petróleo de Estados Unidos logró finalmente niveles récord bajo la presidencia de Biden, superando los 13 millones de barriles diarios este año. Pero los niveles de producción están aumentando a un ritmo más lento y la mayoría de los ejecutivos petroleros advierten que el crecimiento rápido ha llegado a su fin.
Problemas eléctricos
Alrededor del 13% de los hogares estadounidenses está atrasado en el pago de sus facturas de electricidad, según la Asociación Nacional de Directores de Asistencia Energética, que agrupa a los funcionarios estatales que administran las ayudas federales a la energía para los estadounidenses con bajos ingresos. El grupo calcula que este año se desconectará el servicio eléctrico o de gas a 3,8 millones de familias, frente a los 3,5 millones del año pasado.
Aunque hacer las casas más eficientes y resistentes a las inclemencias del tiempo podría reducir los costos domésticos en el futuro, no hay soluciones rápidas, sostuvo Mark Wolfe, director ejecutivo de la organización.
Trump ha indicado que suavizaría las normas de la era Biden sobre las centrales eléctricas alimentadas con combustibles fósiles, pero ha dado pocos detalles sobre su plan para los precios de la electricidad.
El presidente tiene poca influencia en los costos de la electricidad, que son sensibles al precio del gas natural y a las diferencias regionales en la generación de energía.
Aunque los precios del gas natural se han mantenido bajos -y la energía eólica y solar están en expansión-, los consumidores también pagan tarifas de suministro que cubren el costo de mover los electrones a través del anticuado sistema de cables y postes de Estados Unidos. Es probable que estas tarifas aumenten para sufragar unas mejoras que deberían haberse realizado hace tiempo.
En muchos estados, la demanda de electricidad está aumentando debido a los nuevos centros de datos, el crecimiento de la fabricación y el paso a los vehículos eléctricos, y la calefacción de edificios. Se necesita nueva generación de electricidad, y las empresas de servicios públicos y los operadores de la red intentan mantener también disponible la generación más antigua y fiable.
“A fin de cuentas, cuando recibes la factura a final de mes, la factura sube”, afirmó Vince Duane, director de Copper Monarch y exconsejero general de PJM Interconnection, el mayor operador de redes eléctricas del país.
Impacto a largo plazo
Muchas de las propuestas energéticas de Trump están en la lista de deseos de la industria del petróleo y el gas, y su agenda ha ayudado a atraer millones en donaciones de magnates del petróleo. Trump ha prometido recortes drásticos en las agencias medioambientales y agilizar la concesión de permisos y arrendamientos para perforar en terrenos federales, así como la aprobación de oleoductos y gasoductos.
Ese impulso a la inmediatez se enfrentaría a plazos de años para grandes proyectos, pero una administración Trump podría dar forma a las perspectivas a largo plazo de los combustibles fósiles, plantean los analistas. Un área en la que los presidentes pueden tener un impacto directo -aunque no inmediato- es a través de incentivos fiscales y el establecimiento de normas de eficiencia para automóviles o electrodomésticos como lavavajillas, que podrían reducir los costos energéticos.
Trump ha dicho que podría recortar las subvenciones a los vehículos eléctricos y relajar las normas de emisiones de los automóviles. Eso podría aumentar la demanda futura de petróleo, aunque los críticos alertan que provocaría un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero.
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