¿Un mundo sin minería?

Minería

"Así como la industria del petróleo y el carbón tendría sus días contados, el camino de adaptación tecnológica hacia la economía verde convierte a los metales en el nuevo combustible del mundo. Pero esta revalorización de la minería tampoco gusta a los partidarios de la ecología profunda, es decir, a quienes propugnan el cambio de modelo, que más bien anhelan limitar o excluir la actividad minera para que el abastecimiento de metales provenga de reciclado u otras fuentes".



El cambio climático es una de las principales fuerzas que mueve al mundo, tal como lo demostró la reciente cumbre COP26. Las metas de carbono neutralidad ya están planteadas para las próximas décadas, lo que implicará importantes transformaciones impulsadas por la descarbonización. Pero ¿cómo llegaremos allí? Esta es probablemente la pregunta más relevante y que definirá la suerte de todos nosotros, especialmente para países como Chile y Perú, dependientes de sus recursos naturales.

Existen dos grandes fuerzas. La primera es la tecnología: energías renovables, electromovilidad y digitalización, que hagan más sustentable a la economía mundial, lo cual abre oportunidades extraordinarias a Chile por su dotación sobresaliente de recursos como radiación solar, litio y cobre, entro otros.

Pero también hay una fuerza que considera que adaptar al mundo a través de la tecnología para hacerlo más verde es insuficiente por lo que se debe superar el modelo actual de forma que las consideraciones ambientales se prioricen sobre el crecimiento económico.

La interacción de estas fuerzas va a ser -si es que ya no lo es- uno de los principales determinantes políticos mundiales y más vale tenerlo bien en cuenta en Chile, pues esta tensión ya está presente en el debate de una nueva constitución: desarrollo sustentable versus extractivismo.

Así como la industria del petróleo y el carbón tendría sus días contados, el camino de adaptación tecnológica hacia la economía verde convierte a los metales en el nuevo combustible del mundo. Pero esta revalorización de la minería tampoco gusta a los partidarios de la ecología profunda, es decir, a quienes propugnan el cambio de modelo, que más bien anhelan limitar o excluir la actividad minera para que el abastecimiento de metales provenga de reciclado u otras fuentes.

Por lo tanto, la descarbonización no es una “carrera corrida” para los metales, como lo expresó nada más ni nada menos que el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres en la apertura de la COP 26: “Basta de quemas, perforaciones y minas cada vez más profundas”.

En este marco, se publicó recientemente el documento “Breaking free from mining: A 2050 blueprint for a world without mining” que invita a imaginar un mundo sin minería. Pero a diferencia de los combustibles fósiles, que fue una historia del siglo XX, los metales han sido cruciales para la humanidad por milenios, al menos desde hace 5 mil años, en el caso de la edad de bronce. Por lo tanto, si bien la economía fósil va a ser un paréntesis en la historia humana, los metales son en cambio compañeros insustituibles.

Se plantea por lo tanto un futuro extremadamente desafiante y con alta tensión. Por un lado, la evidencia de necesidad de más recursos mineros es cada vez mayor pero las dificultades para encontrarlos y explotarlos también aumentan. Además, muerto el enemigo fósil, la minería crece como objetivo de atención para el ambientalismo.

Para países y compañías mineras, se abre una ventana de tiempo cuya duración e intensidad estará sujeta a cómo se aborden estos grandes desafíos ambientales, sociales, de gobernabilidad y tecnológicos, entre otros. Y no hay tiempo que perder.