En su Cuenta Pública, el Gobierno chileno presentó el Plan Nacional de Infraestructura, que establece una red integrada de carreteras, puertos y aeropuertos, además de una ambiciosa cartera de proyectos estratégicos, contemplando inversiones por US$ 4 mil millones para este año y más de US$ 20 mil millones para el periodo que resta de la actual administración.
El anuncio busca reducir la brecha en infraestructura que existe en el país y que, por lo demás, es extrapolable tanto a países emergentes, que enfrentan sus propios desafíos en la construcción de "obras nuevas" de Agua Potable, Energías, Transportes y Viviendas Sociales, como a países desarrollados. De hecho, el Eje Global de Infraestructura del G20 estima que esta brecha aumentará a US$ 15 billones en 2040 a nivel mundial.
Si bien las inversiones en infraestructura se pospusieron el año pasado producto de las tensiones comerciales globales, entre otras cosas, hoy existen los fundamentos que sugieren que será un área donde los inversionistas volverán a poner su mirada. Credit Suisse ha identificado la infraestructura como uno de los cinco temas clave de inversión a largo plazo, es decir una de las llamadas supertendencias. Aparecen así iniciativas como la del gobierno Chino "One Belt, One Road" lanzada en 2013 por el Presidente Xi Jinping, que pronto se expandirá a Europa y que promete convertirse en uno de los proyectos de infraestructura más grandes de la historia, sumado a las falencias en infraestructura a nivel general y a los esfuerzos del G20 por empujar al sector privado a invertir en infraestructura pública.
Otro de los catalizadores en este sentido -de acuerdo con el reciente Informe de Credit Suisse "Supertrends, fuerzas impulsoras" que muestra una actualización sobre sus temas de inversión a largo plazo- es la presión de los gobiernos de distintos países por desarrollar proyectos de energías renovables para hacer frente al cambio climático y la política monetaria de los principales bancos centrales, entre ellos la Reserva Federal de Estados Unidos, que se ha vuelto más favorable en estas temáticas, transformando el "viento en contra" para la inversión en infraestructura, en un impulsor de las inversiones en el sector.
Es así como el rally del índice mundial de Infraestructura MSCI parece apoyar esta tesis y 2019 será el año para mirar con detenimiento las oportunidades en este sector