Las predicciones del mercado apuntan a una “barrida demócrata” en los comicios del 3 de noviembre en Estados Unidos. Así lo consigna un informe de Goldman Sachs, donde manifiestan sus preocupaciones no por la probable derrota republicana, sino por lo complejo que pueda resultar el proceso electoral en el marco de la pandemia y la volatilidad “extremadamente alta en comparación con los ciclos anteriores” a lo que eso puede conducir.
“El precio del mercado de opciones sugiere que el candidato presidencial ganador y el control del Senado pueden no ser conocidos el día de las elecciones y puede llevar un tiempo adicional contar todos los votos y finalizar los resultados”, se lee en el reporte elaborado por el equipo que conduce el estratega jefe de la entidad, David Kostin.
Con dos factores los que respaldan los riesgos en cuestión. Por una parte, para evitar la exposición a los contagios por coronavirus, los estadounidenses podrían optar masivamente por enviar sus votos por correo, lo que produciría una demora en la entrega de los resultados. A eso se suma la posibilidad de que se extienda en el conteo de votos, para lo cual ya se cuenta con un antecedente. “Tomó 34 días para que el ganador se decidiera en el concurso de 2000 entre George W. Bush y Al Gore”, recuerdan el banco.
Considerando todas esas variables, en Goldman Sachs estpan recomendando “extender las coberturas” de las inversiones hasta mediados de diciembre, con el objetivo de evitar cualquier pérdida incurrida por un resultado electoral que no se defina tempranamente en noviembre.
Por otra parte, el banco detalla que el mercado que el mercado está apostando en 62% por un triunfo de Joe Biden frente a Donald Trump, en un 61% por que los demócratas le arrebaten la mayoría en el senado a los republicanos y en un 85% porque además mantengan su liderazgo en la Cámara de Rrepresentantes. Se trata de una fotografía bastante diferente a la que ofrecían en enero, cuando los porcentajes eran de 43%, 30% y 61%, respectivamente.
Según Goldman Sachs estos resultados por el momento entusiasman a los inversionistas, sin embargo aseguran que no han integrado a sus perspectivas la posibilidad de un aumento de impuestos bajo la conducción demócrata.