La volatilidad en los mercados financieros locales se ha moderado pero continúa por sobre su promedio histórico. Y a futuro, la evolución de la pandemia y la recuperación económica serán clave. Así al menos lo cree el Banco Central, que en su Informe de Estabilidad Financiera (IEF) del segundo semestre, alertó sobre una serie de vulnerabilidades que enfrentan los actores locales.
Respecto de los riesgos, la entidad presidida por Mario Marcel apuntó a una serie de factores internacionales : "Primero, continúan las tensiones entre EE.UU. y China que debilitan el comercio internacional. Segundo, el resultado de las elecciones en EE.UU. podría derivar en una disputa legal y reconteo de votos, lo que generaría un nivel adicional de incertidumbre hasta el traspaso del mando. Tercero, las negociaciones por el Brexit podrían aumentar la incertidumbre económica y la volatilidad de los mercados. En el caso de emergentes, y en particular de nuestra región, se podría materializar una potencial inestabilidad económica producida por una emergencia sanitaria que se profundice”, dice el Central.
Para enfrentar la pandemia provocada por el Coronavirus, el Central recordó que a nivel global los bancos centrales han proveído medidas de liquidez que han reducido la volatilidad de los mercados, pero advirtió que “estas políticas, cuya magnitud supera lo observado en la Crisis Financiera Global, reducen la capacidad de acción de las distintas instituciones en el futuro. Así, por ejemplo, el BCCh a agosto de este año ha destinado cerca del 40% de sus activos a la implementación de estas políticas. A su vez, una prolongación del shock real disminuiría la efectividad de dichas medidas, que fueron diseñadas para afrontar problemas de liquidez de forma transitoria".
La liquidez aportada por los organismos, además, “se ha visto reflejada en las tasas de interés de bonos soberanos en economías desarrolladas, que se han mantenido bajas durante la segunda parte del año, similar al patrón observado en economías emergentes”, apunta el IEF, y detalla que “las compras masivas de instrumentos financieros, por parte de bancos centrales, han provocado que ciertos precios de activos riesgosos se encuentren altos respecto a lo esperado para épocas de recesión.”.
Así, la volatilidad de las tasas soberanas de países emergentes ha disminuido desde los inicios de la emergencia sanitaria y permanece acotada, algo que si bien la economía local replica, “la volatilidad permanece en la medianía de la distribución, cuando años previos se encontraba, en general, en percentiles más bajos”, dice el IEF.
En este contexto, las emisiones de bonos “se han mantenido con algún dinamismo, destacando las colocaciones tanto locales como en el extranjero de empresas no bancarias. En tanto, las emisiones de empresas bancarias se han reducido, debido a la disponibilidad de otras fuentes de financiamiento vinculadas a facilidades del BCCh, lo que ha modificado la composición de los pasivos de los bancos”.
Con esto, los spreads corporativos se han reducido desde los máximos registrados a comienzos del 2020, aunque se encuentran algo por sobre los promedios históricos y con alta dispersión a través de las distintas clasificaciones de riesgo.
Respecto de las monedas, la entidad señaló que “la volatilidad de las paridades de monedas de países emergentes continúa en niveles altos respecto a lo observado en el 2019. Lo anterior refleja que si bien las condiciones financieras se encuentran holgadas, la incertidumbre a nivel global permanece elevada. A nivel local, a partir de las protestas sociales de octubre 2019, la volatilidad cambiaria aumentó de forma significativa, y por encima del rango de volatilidades de monedas emergentes, para retornar a niveles promedio en lo más reciente”.
Además, recalca que “si bien las medidas monetarias y fiscales han ayudado a mitigar los efectos económicos de la pandemia, esta ha sido más prolongada de lo originalmente presupuestado, lo que suma presiones al ritmo de crecimiento del endeudamiento soberano. En este sentido, cabe destacar que un mayor apalancamiento tiende a elevar la sensibilidad de los mercados domésticos a shocks externos. Para Chile se observa una aceleración similar a la de los emergentes; no obstante, el nivel de su deuda – actualmente cercano al 30% del PIB – es significativamente inferior al de otras economías”.