Las turbulencias en la línea aérea ligada a la familia Cueto, Latam Airlines, son cada vez mayores. Si bien ayer la clasificadora Fitch Ratings le rebajó la nota desde B+ a B-, manteniendo una perspectiva negativa hacia la compañía, donde indican que sus acciones son de “segunda clase”, hay problemas mayores.
Pese a que Latam anunció que incrementará paulatinamente sus operaciones internacionales y domésticas desde junio y julio, la compañía el reciente 15 de mayo no cumplió con el pago de los cupones de dos títulos de deuda que mantiene con sus bonistas.
Luego del incumplimiento a tiempo de estas obligaciones, la aerolínea tiene hasta mediados de junio, en el denominado “proceso de cura”, para ponerse al día.
El monto de los cupones o cuotas de los bonos que no han pagado son de US$ 1,2 millones y US$ 7 millones, es decir, el incumplimiento totaliza US$ 8,2 millones.
Los bonos de estos cupones tienen vencimientos finales a 2023 y 2027, son por un total de US$ 175,6 millones y US$ 845,2 millones, correspondientemente, cuyas cuotas se tienen que pagar cada tres meses, a tasas de interés fijas de 4,5% y 4,2%, respectivamente.
El colateral o garantía que tienen estos títulos de deuda para los inversionistas son 17 aviones de la compañía, que son parte de la flota más nueva: 11 naves A321, 2 A350-900 y cuatro Dreamliners (Boeing 787-9).
Desde Latam Airlines no quisieron referirse a este tema debido a que están en periodo de silencio sobre cualquier tema financiero antes de la entrega de sus resultados trimestrales.
Solamente reiteraron su postura respecto a acogerse al capítulo 11 de la ley de bancarrota estadounidense: “Si el grupo tuviera algo que comunicar, en particular, si se tratase de hechos que requieren informar, en primer lugar, a las autoridades regulatorias, lo haría a través de los canales formales por la responsabilidad que tiene ante las autoridades, sus empleados y el público en general”.