La rápida propagación del coronavirus ha determinado que durante el último mes diversas clases de activo se hayan visto fuertemente afectadas. Esta tendencia se acentuó durante los últimos días debido al conflicto entre las principales potencias productoras de petróleo y hemos visto un desplome bursátil global que nos recuerda la crisis financiera del 2008.
El pánico es tal esta vez que, el VIX, índice que mide la volatilidad de las acciones del S&P 500, que ha tenido un promedio de 20 desde el año 1990 ha superado los 75 puntos (sólo visto para la crisis financiera). Del mismo modo, la tasa del bono del Tesoro americano a 10 años, que actúa como instrumento refugio, llegó a 0,5% anual, batiendo récord de mínimos históricos.
En Chile, uno de los países con la tasa de contagio más exponencial, el coronavirus ya está haciendo estragos en el mercado local. El IPSA llegó a caer casi 15% en un día tras declararse nuestro país en Fase 4, en sintonía con el fuerte traspié de las principales bolsas internacionales. Esto ha llevado a que las acciones chilenas medidas en dólares estén transando a niveles mínimos históricos.
El gran riesgo que está viendo el mercado con este nuevo escenario es que el “shock” de oferta por la paralización de la actividad mundial se alargue meses generando que tanto empresas como personas no puedan hacer frente a sus compromisos financieros y caigamos en una nueva crisis crediticia.
La buena noticia es que ya existe experiencia sobre cómo sortear desequilibrios financieros y tanto los bancos centrales como los gobiernos no van a escatimar en implementar medidas para evitarlas y a su vez reactivar el crecimiento.
Ejemplo de esto han sido justamente los recortes de las tasas de interés, rebajas de impuestos y otras medidas de intervención fiscal que buscan apoyar al sector privado anunciadas por las autoridades mundiales.
Si bien estamos en un momento complejo para tomar decisiones, donde aún no hay visibilidad clara del real impacto de la pandemia en la economía mundial, en algún momento volveremos a la normalidad y lo que está ocurriendo en los mercados puede ser una oportunidad para rebalancear y/o estructurar portafolios diversificados, con un horizonte de largo plazo y que cumplan con los criterios de riesgo que se está dispuesto a asumir.