Después de un 2018 que nos decepcionó, y un diciembre que nos remató en el piso, el 2019, hasta ahora, ha sido espectacular para los mercados globales.
Es un poco paradójico ya que, como ha sido la tónica de los últimos años, cuando la economía empieza a mostrar signos de enfriamiento o agote, los mercados financieros se muestran felices. Hay varias respuestas a esto, y varias conocidas.
La primera, es que vuelven los bancos centrales a regalarnos dinero. La Fed deja de subir tasas y ahora esperamos incluso que las recorte. El BCE como hace años, sigue en una postura acomodaticia. El resto de las economías desarrolladas también ha comenzado explícita o implícitamente a expandir la base monetaria, y los emergentes le han seguido. Por esto, mientras que las acciones tienen una excusa para seguir subiendo, los bonos tienen la razón perfecta. Así, vemos las bolsas retornando dos dígitos a la fecha (por ejemplo, S&P500 más de 17% arriba), la renta fija en torno a 10%, el petróleo casi un 30%, y el oro llegando al 10%, todo en dólares.
Lo segundo, es que esta respuesta de la política monetaria se da en un contexto de desaceleración de las economías, no de un colapso. Hace un año estábamos esperándolo: ¿Cuándo viene la crisis?" era la pregunta más formulada. Hoy, pareciera que el fin de ciclo no es un precipicio, sino un lento declive. Lo que ocurre es que el globo se revienta cuando lo inflas muy rápido, y en este caso, el ciclo actual es el más largo de la historia porque se ha inflado lento, pero seguro. Es decir, no se han generado desequilibrios económicos y financieros tan importantes como lo fue la burbuja dot-com, o la subprime, o las cuentas fiscales en Europa. Por lo tanto, no habría burbuja que pinchar.
Lo anterior lo digo con bastante convencimiento, pero, de todas formas, sabemos que, en todas las crisis pasadas los riesgos de sobrecalentamiento no fueron tan evidentes para varios de los actores del mercado. ¿Cuáles riesgos no estamos viendo? No seré yo la que los descubra, pero repasemos al menos algunos de los eventos más o menos evidentes que podrían gatillar, no necesariamente una crisis, pero sí una caída significativa de los mercados, como lo fue en diciembre pasado.
1) Temas políticos y geopolíticos: Hoy la balanza está bastante más cargada hacia la probabilidad que no haya un acuerdo entre China y EE.UU. en los próximos meses. Esto nos llevará a un escenario de "guerra fría" en temas comerciales, probablemente hasta noviembre de 2020, en que se llevarán a cabo las elecciones presidenciales en EE.UU. Los mercados están menos sensibles a las noticias y tweets de Trump, pero las acciones en esta materia sí han estado afectando a la economía real. Esto no lleva a una crisis, pero sí es un viento en contra más para una actividad económica que pierde tracción a nivel global. Además, la respuesta de China en cuanto a tarifas ha sido bastante modesta comparado con las medidas tomadas por EE.UU., por lo que aún quedan más capítulos por ver en esta saga.
2) Crecimiento de utilidades y valorizaciones: Hemos visto ciclos en que se han desacoplado la actividad económica con el crecimiento de utilidades. Esto porque la actividad incide directamente en las ventas, pero a través de un esfuerzo de reducción de costos, la última línea puede incluso mejorar. Pero no es esto lo que están esperando los analistas: el crecimiento esperado de utilidades para el 2019 ha sido revisado fuertemente a la baja. En este sentido, el riesgo es menor, ya que esto ya ha sido incorporado por los mercados. Pero difícilmente el 2020 traiga un nuevo impulso. Es por esto que las valorizaciones hoy podrían estar en sus máximos. Cualquier excusa podría servir para realizar ganancias.
3) Elecciones presidenciales: El resto de este año no quedan elecciones presidenciales en economías relevantes para el escenario internacional. Las argentinas son relevantes por la notoriedad que tienen, pero hoy Latinoamérica poco depende de esto. Podrían ser una señal quizás de para dónde se podría mover el péndulo en las siguientes olas de elecciones de la región, pero aún es muy prematuro para decirlo. En caso de girar hacia la izquierda en Argentina, esto sí podría tener impacto para las empresas chilenas expuestas a esta nación, pero esto no incide en la economía global. Para 2020, tampoco se avizoran elecciones importantes, más allá de las de EE.UU. Y estás debieran generar bastante volatilidad en los mercados, pero no necesariamente fluctuaciones como la de diciembre pasado. Incluso la volatilidad podría ser menor que en 2016, ya que el candidato más "polémico" ya es conocido.
4) Una nota de cautela podría estar en el mercado de crédito. Hoy existen más de 3 trillones de dólares de deuda con clasificación de crédito BBB. Lo más relevante, es el crecimiento explosivo que ha tenido esta en EE.UU., principalmente de los sectores de Tecnología y Telecomunicaciones, que se ha multiplicado por 3 en la última década. La demanda por deuda de AT&T o Verizon, por ejemplo, ha sido guiada por la búsqueda de "yield" entre otras cosas. El temor de un alza de tasas por parte de la Fed, era que se les acabara el dinero fácil a este sector, cuyas expectativas de crecimiento son frágiles dado el cambiante mundo tecnológico hoy. Por eso, la caída de tasas de interés reciente la da un respiro a este segmento del crédito, pero también puede estar aumentando el volumen de la bola de nieve y pateándola para el futuro.
5) Desaceleración del efecto "buyback": en EE.UU. las compañías han estado sentadas sobre cerros de caja, y han ido realizado compras de sus propias acciones en los últimos años, pero principalmente el salto ha sido en 2018 y 2019. Esto comenzaría a diluirse, anunciado por las propias compañías. No es del todo malo, porque a cambio, repartirían dividendos, y al mismo tiempo, se proyecta que las empresas en Europa y Emergentes comiencen su propia ronda. Pero esto es un supuesto frágil, sobre todo viendo que las valorizaciones no están baratas. Además, repartir dividendo es pan para hoy, hambre para mañana, porque implica que las compañías no estarían teniendo los suficientes planes de inversión y expansión.
Dentro de todo, el escenario pareciera mejor que en años anteriores, en que enfrentamos la volatilidad del petróleo, miedos de un aterrizaje forzoso en China, elecciones múltiples en Europa y el temor del fin del euro, el "Fiscal Cliff" de EE.UU. (que no se repetiría por ahora ya que recién acaban de sellar un nuevo acuerdo del techo de la deuda por dos años más), el Brexit, el caos en Brasil, etc. Pero de todas maneras, el hecho de que no veamos riesgo evidentes, no significa que no existen.
Además de tomar consciencia de estos riesgos, es importante estar preparados. Parece prudente ir cubriendo estas ganancias en un contexto de retornos importantes este año. Algunas medidas pueden ser tomar protección con notas u opciones, siempre diversificar, acortar duración en la renta fija, y, para el que no tenga problemas con la iliquidez, invertir en alternativos. Por otra parte, para inversionistas con horizontes más largos, invertir en las "tendencias" debiera ser una opción: envejecimiento de la población, urbanización, salud, cambios tecnológicos y necesidad de almacenamiento de data, energías renovables, entre otros.