El término Visión 20/20 se asocia a tener una visión "perfecta", por lo que la persona que la tiene no requiere usar anteojos o ponerse lentes de contacto. En realidad, su significado técnico se refiere solo a la agudeza visual, que es la claridad o nitidez de la visión: 20/20 significa ver de manera normal objetos que están a 20 pies (algo más de 6 metros) de distancia, en comparación a otras personas que ven con nitidez objetos a una distancia menor o mayor. Una verdadera visión perfecta requiere medir muchos mas aspectos, como la percepción de profundidad o la visión periférica.
La explicación oftalmológica anterior resulta ser un buen ejemplo para explicar la visión económica y de mercados financieros que podemos tener a pocas semanas de comenzar el 2020. Si bien hay indicadores que permiten tener cierta nitidez respecto a lo que ocurrirá el año entrante, no se puede desconocer que todavía hay otros aspectos que aparecen bastante borrosos.
En el campo de los que se ven con mayor claridad, está la posibilidad de que observemos una leve recuperación del crecimiento global en el próximo año. Esto en respuesta al estímulo monetario de gran parte de los bancos centrales durante el 2019. Adicionalmente, una frágil pero extendida estabilidad en los riesgos geopolíticos –como las tensiones comerciales entre China y EEUU.– también ofrece a los mercados financieros un cierto respiro.
Sin embargo, las cosas se ponen más borrosas en la medida que fijamos la vista en un horizonte mayor. La extensión del repunte de crecimiento se verá puesto a prueba una vez que el efecto del impulso monetario se vaya desvaneciendo, al pasar los bancos centrales de recortes a pausas. Existen fundadas dudas si la aplicación de estímulos fiscales –sea por rebaja de impuestos que estimulen la inversión privada o a través de inversión en infraestructura pública– sea un sustituto efectivo. Los recientes anuncios de estímulo fiscal por parte del gobierno japonés ayudarían a mitigar la disminución del impacto observable de EEUU.; las principales dudas previenen de lo que podemos esperar por parte de Europa y China (ver cuadro).
Por el lado de los riesgos geopolíticos, existe el peligro de que la creciente incertidumbre en torno a las elecciones en EEUU afecten el desempeño de las acciones de ese país, incluyendo que podamos ver una reedición de los temores de escalada comercial.
Con todo, creemos que existe suficiente buena visibilidad en, al menos, la primera mitad del 2020 como para recomendar una moderada inclinación hacia la renta variable, y renta fija de mayor rendimiento (incluyendo deuda emergente), con menos exposición a bonos de gobierno de países desarrollados y efectivo.
Dentro de la renta variable, tenemos una visión positiva sobre las acciones japonesas y de mercados emergentes, cuyos mercados están entre las que se beneficiarán más de una recuperación global y una pausa en las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China. A su vez, reducimos la exposición a acciones de EE.UU. a raíz de la incertidumbre electoral antes mencionada como también Europa, que también enfrenta riesgos políticos y cuyas valorizaciones se ven algo extendidas luego del buen desempeño del 2019.
En renta fija, y en respuesta a que, si bien los principales bancos centrales entraron en un periodo de pausa, las tasas de interés permanecerán en sus niveles mínimos por algún tiempo, creemos que mantendrán su atractivo los bonos que ofrecen mayor rendimiento (aunque también con los mayores riesgos asociados), como son los bonos de mercados emergentes y la deuda corporativa de menor calidad crediticia (high yield).