A Murdoch, el mago, se le están acabando los trucos
Rupert Murdoch tiene un par de cosas en común con Warren Buffett. Ambos tienen 81 años, ambos aman los diarios y ambos dirigen compañías abiertas a bolsa con el nombre de su peor inversión en el pasado. La de Buffett es Berkshire Hathaway, una compañía textil de Nueva Inglaterra, la de Murdoch es News Corp.
La diferencia es que Buffett todavía tiene credibilidad suficiente con sus inversionistas para seguir adquiriendo diarios en una mezcla de antiguo entusiasmo y buen ojo para los negocios. Murdoch no lo tiene y la reestructuración de su compañía es una admisión de su derrota.
En las manos de un magnate de los medios como Sumner Redstone o John Malone, quien baraja activos y balances sin pensarlo dos veces para impulsar el valor de sus acciones, la división de News Corp sería una táctica conveniente. Para Murdoch, dividir News Corp es tan desgarrador como dividir su cabeza de entretenimiento de su corazón de periódico.
Es también un momento de reflexión para la industria de noticias como un todo. Si Murdoch ya no puede proteger sus periódicos dentro de su imperio, ¿quién puede hacerlo además de los multimillonarios altamente motivados?
Tomó años para otros en News Corp de persuadir a Murdoch de dividirlo. No se detuvo por mero sentimentalismo sobre los diarios a través de los que News Corp creció en los '60 y '70, como The Sun y el New York Post. Dirigir un conglomerado unificado ha sido siempre la clave de cómo ha operado.
Murdoch nunca ha querido, o necesitado, tomar mucho en cuenta las visiones de los accionistas sin derecho a voto, ya que su familia controla News Corp. Él creía -con razón- que sabía más sobre tomar riesgos y vivir con pérdidas.
El escándalo de hackeo de News of the World, que estalló hace un año, alteró esto de manera irrevocable. Mostró a los inversionistas que los diarios no eran una simple molestia con la que tenían que vivir, sino que causaron daño a parte de la compañía que les gustaba. El hundimiento de la oferta de News Corp por el 61% de British Sky Broadcasting que aún no posee revirtió la sinergia entre noticias y entretenimiento.
Algunos inversionistas estadounidenses creían que el acuerdo de BSkyB podría ponerlos de vuelta bajo la nueva estructura. Eso no es posible. Dividir los activos en dos compañías, ambas controladas por la familia Murdoch, no hará ninguna diferencia, al menos hasta que la investigación ética de la prensa británica se desvanezca. "Es una farsa corporativa. No pasará el examen", dice un financista de Londres.
La división busca tratar un problema más profundo: el deterioro de su negocio de noticias a una tasa que Murdoch no puede justificar a los inversionistas en su posición debilitada. The Wall Street Journal se está adaptando a tecnología digital mejor que los diarios en el Reino Unido y Australia, los que han sido fuertemente afectados por debilidad de avisaje en impreso y digital. Pero aun su progreso no es suficiente para justificar los US$5.600 millones que gastó en Dow Jones en 2007.
La respuesta de News Corp a sus inversionistas insatisfechos es canjearlos por otro conjunto. Cuando las dos mitades de News Corp estén separadas, los inversionistas de crecimiento en el lado de las noticias venderán a inversionistas a quienes les guste adquirir activos baratos con la esperanza de que puedan arreglarse.
Pero las condiciones han cambiado significativamente para peor desde que la idea fue discutida (y rechazada por Murdoch) la primera vez hace muchos años. El plan A era usar el flujo de caja de los negocios de diarios para cargar esa mitad de la compañía con deudas, liberando una canasta de acciones para el lado del entretenimiento -como un acuerdo de acción privada realizado en público.
Ahora estamos viendo el plan B. En medio de la emoción del cambio de Murdoch, los inversionistas dejaron pasar el hecho de que la división de noticias ya no es suficientemente sólida para financiar sus propias necesidades de inversión. "Necesitaremos navegar por algunas mareas traicioneras", dice un ejecutivo.
La canasta de acciones necesitará por lo tanto ser aprobada en la dirección opuesta -desde entretenimiento a noticias. No sólo cientos de millones necesitarán ser apartados para cubrir la responsabilidad legal restante del hackeo telefónico en el Reino Unido, sino que parte de los US$10 mil millones de la pila de efectivo de News Corp serán dirigidos al lado de noticias para inversión digital.
Como un divorcio costoso en el que la alternativa se siente incluso peor, los inversionistas de crecimiento de News Corp tolerarán esto con tal de que por fin puedan salir de un negocio en el que tienen poco interés. De hecho, dado que Murdoch aún controla News Corp, no tendrán opción.
Los inversionistas en la compañía de noticias obtendrán, sin embargo, algo a cambio -una mayor influencia en cómo es dirigida. En teoría, los Murdoch controlarán tan fuerte como controlan ahora News Corp, dado que Murdoch probablemente será su presidente ejecutivo. En la práctica, las partes buenas y malas del lado de noticias estarán más expuestas.
Murdoch, que no es tonto, lo sabe. Es presumiblemente una de las razones por las que se resistía al cambio en la estructura corporativa hasta ahora. Los inversionistas soportaban las pérdidas en los papeles como el New York Post mientras las divisiones en crecimiento como Fox News los compensaban. Serán menos optimistas cuando las finanzas falsas sean parte de una compañía más pequeña y más débil con ingresos cayendo a dos dígitos.
Berkshire Hathaway es lo suficientemente grande, y Buffett un propietario suficientemente devoto y creíble, para dar a sus papeles la posibilidad de sobrevivir en la ola digital. "Berkshire siempre mantendrá el capital y liquidez insuperable… Usted decidirá el destino de sus papeles; la gente de afuera nunca lo hará", escribió a los publicistas y editores de los diarios de Berkshire en mayo.
Hasta hace un año, Murdoch podría haber escrito lo mismo a sus propios editores y le habrían creído. Ahora no.
COPY RIGHT FINANCIAL TIMES
© The Financial Times Ltd, 2011.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.