La libra esterlina ha sido la principal víctima luego de la decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea. La divisa ha caído casi 12% desde que a fines de junio, el país europeo votó su salida del bloque, transformándose en la moneda más golpeada de las principales medidas por Bloomberg. Pero a tres meses de la decisión de los votantes británicos, fuera de la libra la diferencia no ha sido mucha y el impacto ha mostrado ser bastante más acotado: mientras los banqueros y empresarios siguen preguntándose cuál será el efecto final en sus negocios, la nueva primera ministra, Theresa May (quien asumió tras la renuncia de David Cameron), no ha activado aún el Artículo 50 del Tratado de Lisboa, el mecanismo formal que desencadena la salida formal del bloque. Según expertos, la economía de la Unión Europea requerirá de dos años para que se disipe el impacto de la salida de Reino Unido, pero todo parece ir en cámara lenta. De hecho, la propia primera ministra británica ha dicho que el mecanismo será lento de poner en movimiento y que recién en enero del próximo año se firmaría. De todas maneras, el tiempo apremia y no debería demorarse mucho más: todos estarán atentos a cómo se desarrolle la salida y claramente será un factor que incidirá en las elecciones que el próximo año tendrán lugar en Francia y Alemania.