Con el objetivo de celebrar los cien años de la Fundación Rockefeller, se creó 100 Resilient Cities (100RC), una red que busca ayudar a diferentes ciudades del mundo a crecer de forma resiliente, y así, poder enfrentar los diferentes desafíos que tienen los principales focos urbanos. Para ello, a cada integrante se le provee fondos por US$1 millón para evaluar la exposición a impactos y tensiones específicas, desarrollar planes y poder responder de una manera efectiva. En la primera fase -realizada en diciembre de 2013-32 ciudades recibieron el apoyo. En la segunda ronda, una de las seleccionadas fue Santiago. En ese contexto, Aaron Spencer, director de 100 CR para Latinoamérica estuvo de paso por Chile y contó qué es lo que esperan hacer en nuestra capital.

¿Qué visión tiene de la resiliencia?

En 100RC definimos a la resiliencia como la capacidad de las personas, comunidades e instituciones que se encuentran dentro de una ciudad de sobrevivir, adaptarse y crecer, independientemente de los tipos de tensiones crónicas e impactos agudos que experimenten.

¿Qué implicancias tienen este tipo de tensiones?

Los impactos son vistos como desastres puntuales, como es el caso de inundaciones, terremotos o incendios; y las tensiones, son factores que generan gran presión en las ciudades, como un sistema de transporte sobrecargado o una tasa de desempleo elevada.

¿En qué se relaciona la sustentabilidad con la resiliencia?

A pesar de que tienen ejes similares, la resiliencia es el siguiente paso. Incorpora nociones de reducción de riesgo de desastres y sustentabilidad, principalmente porque incluye enfoques proactivos y holísticos. La sustentabilidad se centra más en el desarrollo de un equilibrio a lo largo del tiempo. En tanto, la resiliencia busca las formas de conseguir que los sistemas resistan incluso cuando no está el equilibrio.

¿Qué ofrece la red a las ciudades miembros?

Reciben financiamiento directo para contratar un Chief Resilience Officer (CRO), que dirigirá los esfuerzos para desarrollar estrategias de resiliencia holística que refleje las características propias de la ciudad. Asimismo, accede a una plataforma de servicios del sector privado y ONG que buscan respaldar el desarrollo y, por supuesto, integración de la estrategia. También está la inclusión en la red para compartir el know how de las que llevan más tiempo.

¿Cómo será la intervención de este CRO en Santiago?

Ésta es la primera vez que escogimos un área metropolitana de los 66 miembros que hoy integran la red. Este director de resiliencia trabaja a través de la ciudad con un proceso de planificación que dura entre 6 y 9 meses. En este caso hemos trabajado con la Intendencia Metropolitana. Y lo que hace es tomar una visión ampliar y analizar dónde están los espacios y oportunidades  de crecer. Después, fija dos o tres áreas prioritarias. En el caso de Río de Janeiro es cambio climático, específicamente, consumo de agua y electricidad. En Medellín, el foco está en la violencia. Cuando llegamos a esas áreas buscamos conexiones entre departamentos que pueden compartir lecciones aprendidas.

¿Qué es lo que han visto de Santiago?

Es evidente que hay muchas personas inteligentes trabajando en sus propias áreas y lo que se necesita es generara mayores vínculos para poder combatir de forma conjunta  estos focos. En Santiago, vemos que la carga de aire, por ejemplo, está conectada con varios aspectos del día a día y que se relacionan con la labor de varios ministerios, pero, ¿dónde está la mesa redonda que habla acerca de cómo podemos atacar o combatir esta situación para que no afecte a los ciudadanos en temas de salud o movilidad? Lograr que Santiago trabaje cohesionada es clave para enfrentar tensiones como la contaminación.

¿Qué falencias han visto en este tiempo?

Una de ellas tiene que ver con el vínculo entre universidades y mundo privado.  Nosotros sabemos que no podemos transformar esa cultura, pero sí podemos ver cómo avanzar al respecto.

La donación es de US$1 millón, pero, ¿qué pasa una vez que estos fondos se acaban al cabo de dos o tres años?

Nuestro objetivo es ayudar a las ciudades a organizarse. El programa tiene solo un año y medio de existencia. La idea es que la ciudad tendrá la planificación y el acceso a la red, donde el mundo privado también tiene un protagonismo importante. El objetivo es implementar la figura del CRO con capacidades y funciones reales. Pero aún estamos trabajando en cómo prolongar este impacto en el tiempo.