A poco más de una semana de que una multitud se instalara agitando pañuelos frente al Congreso de Argentina para pedir aborto libre, gratuito y seguro, el Presidente trasandino, Mauricio Macri, dio luz verde al controvertido debate parlamentario.
Fue durante su discurso por la apertura del año legislativo que el mandatario decidió animar a los parlamentarios a incluir en la agenda política de 2018, la interrupción del embarazo en todas sus causales.
"Hace 35 años que se viene postergando un debate muy sensible que como sociedad nos debemos: el aborto", dijo Macri ante sus legisladores, reiterando rápidamente su postura frente al tema. "Como más de una vez dije, estoy a favor de la vida. Pero también estoy a favor de los debates maduros y responsables que como argentinos tenemos que darnos", indicó.
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En la legislación actual, el código penal del país trasandino permite la realización del aborto en dos causales: riesgo de vida de la madre y en caso de violación. Hasta el año pasado, el proyecto de aborto libre se había presentado siete veces en el Congreso, sin tener éxito.
En esta ocasión, las declaraciones de Macri no tardaron en sumar partidarios y detractores, encontrando críticos incluso en su mismo sector.
La diputada nacional y referente de Cambiemos, Elisa Carrió, fue la primera en romper filas con la Casa Rosada remarcando su postura en torno al tema. "Voy a votar en contra de la despenalización del aborto", señaló e inmediatamente pidió el retiro del proyecto "por respeto a las creencias".
La discusión
Con esto se espera que el 6 de marzo se presente ante la Cámara de Diputados nuevamente el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo, redactado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto de Argentina.
Dos días después-el 8 de marzo- se pronostican grandes manifestaciones a favor del aborto, en el marco de la conmemoración del día internacional de la mujer, jornada en la que, además, algunos parlamentarios impulsaban una sesión especial para tratar el asunto, que podría caerse por falta de quorum.
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Sin embargo, a pesar de marcar lineamientos en la agenda legislativa, para muchos la reinstalación del debate de la interrupción del embarazo no es más que una jugada de la Casa Rosada, para desviar la atención de conflictos relacionados con la economía. La inflación, el conflicto con los gremios, las manifestaciones y denuncias contra parlamentarios, le han costado varios puntos de popularidad al gobierno.
"Es un tema transversal que divide a los partidos", dice el director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, Rosendo Fraga, y agrega que "la instalación del debate sobre el aborto es útil para que el oficialismo deje en segundo plano el aumento de inflación y tarifas, las paritarias y las denuncias de corrupción".
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Otro de los aspectos que brota del controvertido debate, es que la jugada podría reactivar un conflicto con la Iglesia Católica, en el propio país del Papa Francisco.
Para el politólogo de la Universidad de Buenos Aires, Julio Burdman, "evidentemente sería muy fuerte que justo se apruebe la ley que el Papa menos quiere", considerando que las relaciones entre Francisco y el gobierno de Macri no son las mejores. "Se especula mucho lo que es el Papa en términos políticos sin demasiados elementos concretos", pero todavía no es tan importante en la discusión doméstica, concluye el experto.
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