El martes pasado, la bancada de diputados de la Democracia Cristiana empezó a tomar en serio una opción que hasta ese día no pasaba de ser el deseo de un par de parlamentarios. Por primera vez, en la colectividad se habló abiertamente de la opción de llegar a un acuerdo administrativo con la derecha para la conformación de la Cámara.
El rechazo de diputados socialistas y comunistas a la designación de Andrés Zaldívar como miembro del Consejo de Asignaciones Parlamentarias tuvo un impacto severo. En la DC recibieron el golpe con "dolor", y suspendieron de inmediato las negociaciones con los demás sectores de la centroizquierda.
[ze_adv position="adv_300x100" ]
"No sería la primera vez que ocurre", fue la frase que más se repitió durante esa jornada para desdramatizar la idea de llegar a un acuerdo con Chile Vamos.
"Les quiero recordar a ustedes, sobre todos a los más antiguos, que nosotros en su minuto tuvimos un acuerdo de administración con la oposición de entonces y no pasó absolutamente nada. En esta ocasión es perfectamente posible que también se analice esa posibilidad", señaló a la salida de la votación el jefe de bancada falangista Roberto León.
[ze_adv position="adv_300x250-A" ]
El rol de Jaime Guzmán
Hay que remontarse a 1990 para entender los dichos de León. Tal como sucede actualmente, tras las elecciones parlamentarias de 1989, que significaron la reapertura del Congreso Nacional, se abrió la incertidumbre sobre quienes llegarían a las testeras de las Cámaras.
Desde luego, el clima político de ese entonces era muy distinto al actual. La tensión que envolvía el inminente traspaso de mando de Augusto Pinochet a Patricio Aylwin, dando fin a 17 años de Régimen Militar, era motivo suficiente para pensar dos veces cada paso que se diera adelante.
[ze_adv position="adv_300x250-B" ]
Bajo esa premisa, la llegada de Gabriel Valdés a la testera del Senado no fue producto de la casualidad o de un capricho de la Concertación, que había elegido a 22 de los 38 senadores en esa elección.
De hecho, fue el entonces líder gremialista Jaime Guzmán quien condujo las negociaciones para que fuera Valdés quien presidiera la Corporación.
"Comenzamos la apertura a la democracia con un Senado que tuvo que llegar a acuerdo con Jaime Guzmán para tener la presidencia del Senado. Gabriel Valdés tuvo como vicepresidente a un representante de la UDI", recordaba hace unos días el actual presidente del Senado Andrés Zaldívar en entrevista con Pulso.
Justamente fue la casa de Zaldívar el lugar en que comenzaron a sucederse diversas reuniones en las que participaron Valdés, Guzmán y otros dirigentes gremialistas como Beltrán Urenda y Juan Antonio Coloma.
[ze_adv position="adv_300x250-C-net" ]
Hace algunos años el propio Valdés -que murió en septiembre de 2011- recordó cómo comenzó a generarse el acuerdo.
"Jaime Guzmán llegó y me dijo 'mire, hemos pensado que debe ser usted quien dirige la escena'", relató el ex dirigente DC.
La "escena" a la que hacía referencia Guzmán no era más que la entrega del mando de Pinochet. Las presiones que surgieron después del plebiscito eran intensas y en la derecha querían que el proceso se diera en el máximo orden posible.
"Usted es la persona, me da garantías", le dijo Guzmán a Valdés, en una cita que también contaba con la presencia de Beltrán Urenda, quien le manifestó la misma confianza al ex presidente falangista.
El pacto se selló con una condición clara: "Que no se le falte el respeto a Pinochet".
Valdés prometió cumplir y presidió el senado durante los seis años siguientes, mientras que Urenda ofició como vicepresidente hasta 1994.
"Yo también estuve en la presidencia del Senado por seis años y durante todo ese tiempo tuve un vicepresidente de derecha", rememora Andrés Zaldívar.
Mario Ríos (RN), Carlos Cantero (en ese entonces RN) y Carlos Bombal (UDI) acompañaron al senador en la mesa.
"Me sentí feliz siendo parte de la mesa con alguien de la calidad de Andrés Zaldívar, trabajamos muy bien", recordó Ríos años después.
La disyuntiva DC
En la Democracia Cristiana asumen que al menos hasta el 27 y 28 de enero, cuando se desarrolle su Junta Nacional, lo que primará será la incertidumbre. No existen certezas sobre quienes liderarán al partido, sobre el rumbo político que tomarán ni tampoco sobre la política de alianza que buscarán para los próximos años.
Incluso, algunos miembros históricos como Jorge Burgos han condicionado su permanencia en el partido al resultado de las deliberaciones que se generen en las instancias internas de la DC.
Por lo mismo, pocos se atreven a vaticinar con exactitud el rumbo que tomarán las negociaciones del partido para la conformación de las Cámaras.
De hecho, mientras toma fuerza la idea de dialogar con Chile Vamos, también ha ganado adeptos la alternativa de conformar un comité conjunto con el Partido Radical.
Ambas resoluciones son incompatibles y desde el PR lo dejaron claro. "No es posible que ambas cosas ocurran. En la vida hay que ser coherente, nosotros somos un partido de oposición y toda nuestra política se tiene que desarrollar con partidos que están en la oposición" manifestó el lunes el líder del partido Ernesto Velasco a la salida del comité político, en La Moneda.
Justamente a esa cita no llegó su par falangista Myriam Verdugo, quien dejó en claro que el capítulo Zaldívar no está cerrado y que mantendría en suspenso su participación en ese tipo de instancias.
Por ahora, la opción de que se replique un acuerdo como el que Valdés y Guzmán sellaron en 1990 sigue vigente.