Recuerdos de dulce, pero bastante más de agraz, fueron los que dejó para Chile el gas argentino. Si bien durante largos años la industria nacional gozó de energía barata y estable gracias a las importaciones del recurso desde el vecino país, que se iniciaron a fines de los 90, esto generó al mismo tiempo una dependencia que casi hizo colapsar el sistema años mas tarde.
La crisis se detonó a mediados de la década pasada, provocada por el declive de la producción gasífera argentina, por una distorsión de precios en el mercado interno que desalentó nuevas inversiones en exploración, llevando a Argentina a reducir cada vez más los envíos. Tras ello, siete gasoductos que conectaban a ambos países permanecieron largos años sin operar, algunos incluso hasta hoy.
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Pero los cambios políticos recientes en Argentina, sumados al enorme y creciente potencial energético del yacimiento Vaca Muerta, que ha atraído, como en los viejos tiempos, importantes inversiones al vecino país, cambió el escenario. A modo de ejemplo, sólo la semana pasada se otorgaron seis licencias de exploración de shale gas a Petrolera El Trébol, Phoenix Global Resources y Selva María Oil, que se comprometieron a invertir más de US$56 millones.
Pero todas las intenciones y la mayor inversión tienen un "pero": para maximizar la rentabilidad del yacimiento, la opción más atractiva es venderle parte de ese gas a un antiguo -y desconfiado- cliente: Chile.
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Justamente, la semana pasada los presidentes de ambas naciones, Sebastián Piñera y Mauricio Macri, firmaron un protocolo para potenciar el intercambio de gas. Si bien desde hace un tiempo Chile y Argentina han comerciado el hidrocarburo, hasta ahora lo hacían con la obligación de restituir el recurso. Pero esto ya no será necesario.
La lectura del acuerdo que se hizo en la industria energética nacional fue una sola: esto viabiliza que Chile compre gas de Vaca Muerta, abriendo una inesperada puerta para el futuro.
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En el sector energético, el sólo concepto gas argentino asusta. Muchos recuerdan lo mucho que sufrió el país con la escalada de precios provocados por la obligación de cambiar el hidricarburo -barato y limpio-, por diésel sucio y caro. Ello incluso obligó a construir dos terminales de regasificación, en Quintero y Mejillones, que permitieron dejar de depender de un solo proveedor.
Demanda chilena
"Actualmente, para que Argentina pueda desarrollar la producción de sus yacimientos de gas natural en los volúmenes necesarios para satisfacer sus necesidades internas durante los períodos del año de mayor consumo, requiere de nuevas demandas de gas natural que puedan absorber esos mismos volúmenes en los períodos del año de menor consumo interno. Por ello, requiere de demanda estable a la que Chile puede aportar", señala la ministra de Energía, Susana Jiménez
Según la autoridad, este mayor consumo podría provenir particularmente desde el Biobío y la zona Austral de Chile, regiones aledañas a las dos cuencas argentinas con mayor proyección, la Cuenca Neuquina (donde se ubica Vaca Muerta) y la Cuenca Austral, respectivamente.
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"Con este protocolo aparece una nueva alternativa de suministro de gas natural para Chile, optimizándose la infraestructura existente (7 gasoductos entre ambos países). Asimismo, aparece como alternativa para Argentina, ya que podría ser un factor favorable en términos de demanda para el desarrollo de sus yacimientos de gas natural", añade Jiménez, quien sostiene que, no obstante, las operaciones dependerán de su factibilidad económica, de la volumetría de la producción de gas en la Argentina y de la capacidad de satisfacer su demanda interna.
Para Jiménez, a diferencia de la década pasada, hoy Chile se encuentra en una situación de gran seguridad energética. Esto, gracias al desarrollo de las energías renovables, que "le aseguran un abastecimiento energético para su demanda interna proveniente de diversas fuentes".
De acuerdo con cifras de Energía Abierta, el gas natural representa el 19,95% del total de la capacidad instalada en el país, cifra bastante menor a la capacidad instalada en energías renovables que asciende al 45,47%, mientras que apenas supera a aquella proveniente exclusivamente de energías renovables no convencionales, que a febrero alcanzaban el 18,15% de la capacidad instalada del país, aseguraron desde el Ministerio de Energía.P