Pocas imágenes resumen mejor lo que la OTAN quiere evitar mientras sus tropas salen de Afganistán, que el agotado Dr. William Brydon montando un caballo medio muerto en la acuartelada ciudad de Jalalabad, después de la retirada británica de Kabul en 1842.
Con su cráneo destrozado, era el único miembro del ejército británico que evitó la muerte o captura. Desde entonces, otros ejércitos extranjeros han sufrido salidas igualmente amargas de la región.
“Ningún ejército se ha retirado de Afganistán sin ser atacado”, señala el general de brigada David Reist, quien ayudó a organizar la retirada de EEUU de Irak. Él cree que Afganistán será mucho más difícil y no se debe precipitar.
Los gobiernos cansados de la guerra, deseosos de librarse de un conflicto desgastado y caro que ha seguido por más de una década, quieren que las tropas de combate se vayan para finales de 2014. Este fin de semana, los líderes de las naciones de la OTAN se reunieron en Chicago para celebrar una cumbre en la que Afganistán fue la prioridad de la agenda. El presidente estadounidense, Barack Obama, está especialmente entusiasta en mostrar progresos en año electoral. Otros líderes de las 50 naciones involucradas en Afganistán también están bajo presión política para salir limpiamente.
Pero los que trabajan en la retirada dicen que tomará a miles de soldados y contratistas privados muchos años llevar de regreso a casa la gran cantidad de equipo militar que se ha usado en Afganistán. La repatriación de US$60 mil millones de valor en equipos -incluyendo 130 mil contenedores llenos de material no letal, desde camas de campamento a unidades de aire acondicionado, y 70 mil vehículos- es una de las tareas logísticas más grandes y más complicadas de la historia militar moderna, dicen. Altos funcionarios militares tendrán que tomar decisiones de miles de millones de dólares acerca de qué desechar, qué vender y qué llevar a casa y reparar para uso futuro.
En Irak, Reino Unido y EEUU fueron capaces de vender grandes cantidades de equipo al ejército iraquí, y salir a través del amistoso centro del cercano Kuwait, donde el equipo fue lavado, ordenado, reparado y enviado de vuelta a EEUU.
Afganistán ha requerido de mucho más equipos, la mayoría de poca utilidad para el ejército afgano. Pero puede no ser económico traerlo todo a casa. Las vías de transporte son complicadas y largas.
Una mirada a un mapa muestra que no hay respuestas fáciles. Hay un puerto de acceso al sur de Karachi en Pakistán. Esta es la opción más rápida y barata. Sin embargo, las rutas para llegar se tornan impredecibles por los pesados ataques de insurgentes y la insistencia de Pakistán hasta hace poco que la frontera se cierre hasta que EEUU se disculpe por las muertes de soldados locales en un ataque aéreo de la OTAN.
La alternativa -la llamada red de distribución del norte a través de Asia Central- también es problemática. Afganistán está rodeado de regímenes autocráticos, pases empinados en las montañas y delincuentes dispuestos a robar a los que pasen por ahí. El cierre por seis meses de la frontera con Pakistán significó que la mayoría de los suministros hacia y desde Afganistán tenían que hacer la peligrosa caminata política y geográfica de 5.000 kilómetros a través de Asia Central o de Rusia y la región del Báltico o a través del Mar Caspio hacia el Mediterráneo.
Si bien se ve cada vez más probable que Pakistán vuelva a abrir su frontera, su inestabilidad ha llevado a varios funcionarios militares y expertos en logística a la conclusión de que las rutas de Asia Central seguirán con la mayor parte de la carga por tierra -a pesar de las carreteras mal mantenidas, montañas propensas a avalanchas y líneas de ferrocarril traicioneras.
El terreno político es igualmente peligroso. Líderes de la OTAN, Obama en particular, se encuentran en la incómoda posición de tener que negociar y hacer negocios con algunos de los gobernantes más autocráticos del mundo.
Estados Unidos paga US$500 millones al año en tasas de tránsito a países como Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán y Azerbaiyán. El Pentágono se niega a entregar detalles, pero muchos analistas dicen que el mayor beneficiario es el líder Islam Karimov de Uzbekistán, ampliamente criticado por el mal registro de su régimen en derechos humanos.
Esto crea incomodidad al gobierno estadounidense. Karimov había exigido asistir a la cumbre del fin de semana pasado e incluso señaló estar entusiasta sobre una audiencia con Obama. Sin embargo, para el presidente de Estados Unidos, la posibilidad de ser fotografiado alegremente dándole la mano a un líder como era muy inquietante.
Vergüenzas diplomáticas como esta son empequeñecidas por los costos potenciales en vidas si algo sale mal durante la retirada, ya sea por los ataques de insurgentes o el duro terreno.
Las tropas podrían ya no estar montando caballos de vuelta a casa, pero la OTAN se enfrenta a muchos de los mismos peligros que Brydon y anteriores generaciones de invasores.
Alrededor de 130 mil soldados de 50 naciones están sirviendo en la Fuerza de Asistencia de Seguridad Internacional, liderado por la ONU, en Afganistán. EEUU contribuye con 90 mil soldados, el que más aporta, por lejos. Entre los países que tienen a 2.000 o más incluyen el Reino Unido, Alemania y Francia.
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© The Financial Times Ltd, 2011.
Debes saber
¿Qué ha pasado?
Aunque el presidente estadounidense Barack Obama está entusiasta en mostrar progresos en la retirada de Afganistán en año electoral, los que trabajan en la retirada dicen que tomará muchos años llevar de regreso a casa la gran cantidad de equipo militar que se ha utilizado en Afganistán.
¿Por qué es tan difícil?
Afganistán requirió mucho más equipos que Irak, de manera que la repatriación de equipos por un total de US$60 mil millones es una de las tareas logísticas más grandes y complicadas de la historia militar moderna.
¿Cuáles son las principales dificultades?
Junto con la enorme cantidad de material a repatriar, las vías de transporte son largas y complicadas.