Haciendo alusión al dicho comúnmente expresado en el sector, el agro es sin duda un factor clave de nuestra economía, creciendo el año pasado 4% y más aun representando el 9% de la masa laboral. En estos meses el rubro se juega la vida, dado que se encuentra en plena cosecha, pero debe enfrentar tres riesgos estratégicos para lograr un buen desempeño en esta temporada 2017-2018: el dólar, el riesgo climático y la concentración bancaria, dadas las últimas fusiones que la banca ha experimentado.
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A la fecha, el dólar ha registrado un variación negativa entre 8% a 10%, lo que perjudica notoriamente al rubro, con una caída en los márgenes brutos entre el 15% al 30%, lesionando de manera importante los retornos por exportación.
El cambio climático, principalmente la falta de agua, ha motivado al gremio a crear la Coordinadora por la Buena Reforma, aludiendo a la reciente reforma del Código de Aguas que perjudicaría a los agricultores afectando sus fuentes hídricas y, por ende, los rendimientos por hectárea producida.
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Por último, están las fusiones de bancos, que obviamente afectan el acceso al crédito y, en consecuencia, a la inversión, ya que el sector financiero es un key driver importante a la hora de financiar el capital de trabajo para la mano de obra, insumos agrícolas y el ciclo completo del negocio, que es largo desde que se prepara la tierra hasta que se reciben los retornos por exportación.
Entonces, ¿qué debe hacer el agro frente a estas amenazas?
Primero, frente a las fluctuaciones del dólar, existen dos perfiles de empresarios agrícolas: aquellos que operan con deuda y los que no están endeudados y se financian con capital propio. Para los primeros, el dólar de equilibrio es de $600 y para el segundo de $420, por tanto, son realidades muy distintas. Por esta razón, la SNA está presionando al Banco Central para que sostenga la divisa en $600 de forma de mantener en equilibrio operacional a muchos agricultores, pero lo anterior no es suficiente; es necesario profesionalizar muchas empresas del sector, incorporando gobiernos corporativos, gerentes de finanzas que sepan mitigar las variaciones del dólar a través de instrumentos financieros, como los seguros de cambio, y procurar llevar balances auditados, para un mayor orden contable y financiero.
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Para mitigar el riesgo climático, existe un solo camino, inversión, tanto en nuevas tecnologías como también en la compra de predios agrícolas en distintas regiones; de esta manera se evitan las lluvias, heladas inesperadas, sequía y otros eventos climáticos, es decir, se debe diversificar la producción en distintas campos ubicados en diferentes regiones del país.
Para realizar lo anterior, se requiere capital y ahí nos encontramos con el tercer desafío: la banca. La concentración bancaria es un daño irreversible, no sólo para el sector agrícola, sino para todos los sectores económicos, en especial las pymes, donde hay muchos agricultores.
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Lo triste es que este proceso de concentración continuará y veremos al menos dos nuevas transacciones como las recientes. La solución, sencilla, primero preparar la compañía reduciendo costos directos y gastos, y junto con ello buscar asociaciones con otros agricultores para trabajar juntos la tierra con sus capitales, focalizarse en eficiencia y servicios con mayor margen, cambiar el modelo de negocio, pasando de productor y exportador de fruta a elaborador de la fruta incorporando valor agregado al negocio y, por último, buscar un fondo privado que financie el ciclo completo capitalizando así sus empresas. La banca no es la única opción, pero cuidado con las tasas; cotice, y si no sabe, busque un experto que sepa defender sus intereses.
En el último Informe de Política Monetaria (IPoM), el Banco Central proyectó para 2018 en Chile un crecimiento de 3,1%, mientras que distintos economistas estiman un aumento de la inversión en un 3,7%, mientras que el agro representa más del 3% del PIB, por esto su importancia.
El agro es y debe seguir siendo el futuro de los chilenos
*El autor es socio director de Altadireccion Capital.