Con calculadora en mano, el equipo del Ministerio de Hacienda trabaja en el anunciado recorte en el gasto público proyectado para este año, con el que buscan dar una señal de responsabilidad y austerirdad en el manejo de las cuentas públicas, más aún luego de la inesperada alza del déficit estructural, de 1,7% a 2,1% en 2017.
Restando un par de semanas para que se oficialice una cifra definitiva, conocedores del proceso comentan que el recorte de gasto estará en un rango de entre US$500 millones y US$600 millones. La cifra es levemente inferior al ajuste que realizó el propio ministro Felipe Larraín en su primera gestión en Teatinos 120, en 2011, cuando se anunció un recorte entre US$700 millones y US$800 millones del gasto presupuestario. El ajuste previsto en esta oportunidad representa en torno al 0,8% del presupuesto aprobado por el Congreso para este año (US$74.700 millones aproximados).
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Tal como hace siete años, el recorte de recursos estará centrado en gasto corriente, principalmente en renovación de vehículos, viáticos, horas extra, entre otros. Solo en estos tres ítem, el Fisco desembolsó en torno a US$1.400 millones entre 2014 y 2017, mientras que el Presupuesto 2018 considera un gasto en bienes y servicios de consumo cercano a los US$5.400 millones.
Cabe recordar que el Ministerio de Hacienda también deberá informar su política fiscal de largo plazo en los primeros 90 días de gobierno, tal como lo establece la Ley de Responsabilidad Fiscal, que señala que el decreto supremo "deberá incluir un pronunciamiento explícito acerca de las implicancias y efectos que tendrá su política sobre el Balance Estructural".
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Así, el titular de Hacienda deberá decidir entre otras cosas si mantiene o no la regla que introdujo el ex ministro Rodrigo Valdés de reducir el déficit estructural en 0,25 punto por año, lo que llevaría a un equilibrio en las cuentas fiscales recién en torno a 2027.
Holguras de gasto. Desde el mercado ven con buenos ojos un ajuste fiscal de entre US$500 millones y US$600 millones, planteando eso sí que se requerirá un esfuerzo mayor de consolidación en los próximos años.
Así lo planteó Carolina Grünwald, investigadora de LyD, al indicar que "no es fácil ajustar tan rápidamente la máquina. No hay que olvidar que la administración anterior dejó amarrado gasto para muchos años a futuro, con programas como la gratuidad universitaria, por tanto el espacio es muy chiquitito".
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Con esto, agregó que es positivo que este año "tendremos un aumento del crecimiento del país, que podría llegar a 3,5%, por lo que haber más espacio para ir ajustando el déficit fiscal".
Patricio Rojas, de Rojas&Asociados, sostuvo que "un ajuste entre US$ 500 y US$ 600 millones es razonable y posible de alcanzar con costos acotados. Además el tamaño de este ajuste es similar al que efectuó Piñera en su gobierno anterior, luego, hay antecedentes de que es posible hacerlo". Rojas agregó que "ciertamente el mayor precio del cobre y las mayores perspectivas de crecimiento que se manejan para el 2018 le permiten hacer un ajuste de hasta US$ 600 millones. Si no hubiese sido por esto el gobierno debería haber anunciado un ajuste más grande para ser coherente con el financiamiento de su programa". De esta manera, recordó que "el programa de Piñera contempla un ajuste fiscal mucho más fuerte para lograr financiar su programa de US$14.000 millones", si bien el equipo del actual Mandatario adelantó que parte de ese ajuste se realizaría mediante reasignaciones.
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Finalmente, considerando la determinación respecto a una posible nueva regla fiscal, Grünwald planteó que "en Chile estamos atrasados, porque solo hay unos cinco países emergentes y desarrollados que utilizan una única regla". Detalló que en otras economías hay también límites de deuda pública y otras tienen techos para el crecimiento del gasto.
"Evidentemente, cuando el ministro Larraín ve que hay un déficit estructural mayor (2,1% del PIB) ve una pista más pesada para llegar al balance estructural en seis u ocho años", planteó la experta, agregando que "se debe estimar con mucho cuidado el déficit, y tienen que revisar con mucha calma la estimación de los ingresos, de manera de apuntar a una meta que se pueda cumplir, No cumplir podría ser dramático para nuestra imagen de responsabilidad fiscal".