Usted podría pensar que una debilitada Francia engendraría una silenciosa satisfacción en Berlín. Después de todo, las tribulaciones domésticas de Francois Hollande, eliminan cualquier desafío a las recetas económicas de Alemania. La enmarañada política de Europa y la eurozona, sin embargo, es más complicada que esto. La debilidad francesa también es problema de Alemania.

Es cierto, se puede notar un dejo de condescendencia en la forma en que los políticos alemanes hablan acerca del apuro de Hollande. Hace treinta años, los oíamos decir, Francois Mitterrand despilfarró dos años en un vano intento de resistir porfiadamente a la ortodoxia económica. Su sucesor seguramente habrá aprendido algo de la experiencia.

Las mismas autoridades, sin embargo, reconocen que los problemas de Francia son profundamente desconcertantes para Berlín. Angela Merkel necesita del motor franco-alemán -o por lo menos la apariencia de este motor debilitado de integración europea. Una débil Francia deja a Alemania expuesta como el villano superpoderoso.

Europa ha estado afirmada a la germanofobia. En Grecia y Chipre los manifestantes enarbolan lienzos con suásticas. Merkel es dibujada con un bigote de Hitler. Los manifestantes en España y Portugal reclaman contra la austeridad impuesta por un nuevo "reich". En París, el resentimiento hierve a fuego lento ante la pérdida del rol de liderazgo de Francia, sin importar que una sociedad igual con Berlín por largo tiempo se ha debido más a la nostalgia que a la realidad.

Las duras condiciones impuestas a Chipre a cambio de su rescate fueron vistas ampliamente como un diktat de Berlín. La verdad fue más matizada. El Fondo Monetario Internacional estableció los términos básicos y Chipre no tenía amigos. El ministro de Finanzas de otro estado en problemas me dijo que ningún alma del sur de Europa tomó parte por Nicosia. ¿Por qué aquellos con problemas financieros propios se ofrecerían a rescatar a los depositantes rusos?

La potencia alemana no fluye desde el euro. El peso y la geografía de Alemania molestaron al continente incluso antes de que Otto von Bismarck soldara los principados del Santo Imperio Romano. La unificación y de nuevo la reunificación, transformó en la pregunta alemana -cómo equilibrar una nación demasiado grande para su vecindario- en un dilema permanente de la geopolítica europea.

La ironía es que una moneda única supuestamente restauraría el equilibrio de poder. El euro no era un proyecto alemán. Por el contrario. Fueron presionados por aquellos, liderados por Francia, que querían romper la zona del marco alemán. Recuerdo una conversación con un banquero central holandés que admitía que su trabajo durante los '80 era mirar al Bundesbank y seguirlo. El euro era el precio que Helmut Kohl pagó a Mitterrand para ganar su aprobación para la reunificación.

El crash de 2008 no comenzó en la eurozona. Los comentarios más contemporáneos olvidan que todo empezó con una crisis global de liquidez, crédito descontrolado, instrumentos de deuda tóxica y banqueros codiciosos. El epicentro estuvo en Estados Unidos. Seguro, la unión monetaria le dio a las economías de la periferia de la eurozona cobertura para el auge de crédito e inmobiliario que después los derrumbaron. Si todo se debió al euro, entonces ¿por qué Reino Unido enfrenta tal problema?

Tales correcciones al registro histórico representan poca consolidación para Merkel. La crisis ha llevado al poder económico germano hacia el alivio más duro posible. Es mucho más sencillo para aquellos que sufren de austeridad ver al euro como un siniestro complot alemán.

La progresiva integración de la economía alemana con aquellas de sus vecinos ex comunistas en el Este está empezando a jugar a la misma teoría conspirativa. Algunos oyen ecos distantes de las ambiciones imperialistas del político alemán Friedrich Neumann, quien llamó en 1915 a una Europa dominada por Berlín.

Si Alemania no quiere ser acusada de construir una Europa alemana, debe desarrollar una narrativa acerca de su disposición a cargar con las responsabilidades de una Alemania europea. El retorno de la pregunta alemana y el equilibrio de poder hacia Europa no pueden desecharse como hechos de geopolítica. Pueden gestionarse, pero sólo si Alemania se muestra dispuesta a enfrentarla.

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© The Financial Times Ltd, 2011.

Debes saber

¿Qué ha pasado?
Aunque algunos pueden pensar que una debilitada Francia engendraría una silenciosa satisfacción en Berlín, también es problema de Alemania.

¿Por qué es importante para Alemania?
Angela Merkel necesita del motor franco-alemán, o por lo menos de la apariencia de este motor de integración europea. Una débil Francia deja a Alemania como el villano superpoderoso.

¿Qué consecuencias tiene?
Como consecuencia, queda pendiente la pregunta alemana: cómo equilibrar una nación demasiado grande para su vecindario. Y ese se transformó en el dilema permanente de la geopolítica europea.