Conocido como el eterno candidato de México, llamó en diciembre pasado a dar el "último jalón" a sus simpatizantes. A sus 64 años, el político de origen tabasqueño, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), suena como favorito en su tercer round para conseguir la presidencia, aunque esta vez corre con la bandera de su nuevo partido fundado en 2014, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
El tilde populista es una propiedad con la que carga desde su primera contienda con Felipe Calderón en 2006, donde a través de sus discursos propone ideas que para muchos son magia pura, mientras que para otros nada más que utopía, ya que hasta ahora no ha sido capaz de develar cuáles serían sus estrategias.
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"En 2006 tuve la oportunidad de participar en algunos de sus mítines políticos en la ciudad de Morelia", cuenta a Pulso el experto político mexicano Emmanuel Rojas, asegurando que dos aspectos llamaron particularmente su atención en ese momento: "el apoyo ciudadano que tuvo de una ciudad tradicionalmente de derecha y la falta de claridad sobre los procesos a partir de los cuales cumpliría sus promesas de campaña".
Para el connotado analista Macario Schettino, autor de libros como Cien Años de Confusión y Para Reconstruir México, AMLO "tiene un gran carisma y una gran obsesión", porque puede mover 9 millones de personas para que voten por él, "y eso no es cosa menor", dice. El problema sería que el candidato está convencido de que México era mejor en los años setenta y cree que puede devolver el tiempo y construir ese país exitoso, pero "su carisma, y las creencias populares, construidas por décadas de educación-adoctrinación en México, le permiten tener no sólo votantes, sino fieles seguidores, religiosos, fanáticos", dice el analista.
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La trayectoria
Sus primeros pasos en la política los dio en los '70 en su estado natal, época en la que pertenecía al Partido Revolucionario Institucional (PRI) donde se desempeñó como gestor de campañas.
Más tarde y producto de un escándalo al interior de la fracción, se adhirió a la denominada "corriente democrática" liderada por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, dos figuras que rompieron con el viejo sistema, afiliándose al nuevo Partido de la Revolución Democrática (PRD). "Durante las últimas décadas fue la única propuesta política fuerte y de clara tendencia de izquierda en el país", comenta Rojas y agrega que fue en el PRD donde AMLO comenzó a tomar un papel más protagónico en la política nacional. "Se convirtió en el presidente del PRD en el estado a través de cuya institución se crearon los comités de base en colonias populares y zonas rurales. Este dato no es menor, pues es la punta de lanza de su estrategia política y electoral venidera", advierte.
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Para muchos, el mejor momento de AMLO fue cuando se convirtió en Jefe de Gobierno de la Ciudad de México en el año 2000, gestión a la que se le destaca sus aportes en materia de salud y pensiones.
Tras su derrota de 2006, en 2012 volvió a dar la batalla frente a Enrique Peña Nieto del PRI, quien finalmente consiguió el puesto, cuyo mandato culmina el 1 de diciembre de este año.
En este contexto, el nacimiento de Morena responde a una disputa al interior del PRD. Hoy con AMLO como figura central, es uno de los partidos más radicales de la izquierda mexicana y si bien a nivel nacional su fuerza sigue siendo periférica, los expertos aseguran que va en ascenso.
Se repite la historia
"En mi opinión, López Obrador no tiene muchas posibilidades de ganar", dice Schettino, acotando que en las dos elecciones previas obtuvo 15 millones y no ha logrado incrementar su base de votantes. "Esa cantidad representó el 36% en 2006 y 32% en 2012", explica.
Pese a lo anterior, el candidato insiste en no repetir la misma historia y se alza como una carta viable.
Sobre eso, algunos dicen que su temperamento fue lo que lo llevó a perder en las otras elecciones, porque en 2005, un año antes de los comicios, AMLO gozaba de una grata ventaja de 10 puntos, pero sus declaraciones y actitud frente a temas de contingencia, espantaron a sus votantes.
En análisis publicados en Bloomberg News y The Economist, aseguran que los problemas económicos y la crisis de corrupción alientan a apoyarlo, incluso porque representa un candidato ideal para enfrentar las hostilidades de Donald Trump al otro lado de la frontera.
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Si las elecciones fueran hoy, López Obrador ganaría con una amplia ventaja de 38,1%, mientras que el segundo lugar lo tendría el representante del PRI, José Antonio Meade. "Sus posibilidades crecerán a medida que logre una buena labor en campaña, interpelando a los ciudadanos y en la vigilancia al proceso electoral, algo crucial", comenta Rojas.
El 30 de marzo se inicia el período de campañas políticas donde López Obrador tendrá su tercera chance de demostrar si la tercera opción es la vencida. De cara a esa fecha, la semana pasada medios estadounidenses publicaron que ya cuenta con un aliado impensado: Rusia, país apuntado como resposable de haberse entrometido en la elección estadounidense que podría repetir su intervención.