Si estuviera vivo hoy, Hércules tendría mucha simpatía con quienes combaten la crisis de la eurozona. Porque esta crisis, siempre mutante, recuerda la repugnante hidra que combatió el héroe de la antigua Grecia, en la medida de que cada vez que se le corta una cabeza, dos más aparecen.
Con una recuperación modesta en camino y el Banco Central Europeo manteniendo a los mercados financieros en calma, existe el riesgo de que los líderes europeos se vuelvan muy complacientes sobre cuánto falta para conquistar la crisis. Como Hércules les recordaría, sólo se mata a un monstruo con coraje, habilidad y determinación.
El rumbo de eventos con cabeza de hidra se reveló después de las elecciones parlamentarias de Alemania el 22 de septiembre. Por meses, los líderes europeos dejaron de lado iniciativas, como por ejemplo, la unión bancaria y el alivio de la deuda griega, sabiendo que cualquier tema sensible necesitaría la bendición del nuevo gobierno en Berlín.
Sin embargo, apenas salieron los resultados en Alemania aparecieron dos nuevas y feas manifestaciones de la crisis en Italia y Eslovenia.
Por unos pocos días durante la semana pasada, parecía que las maniobras políticas lanzadas por el resentido ex primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, y Zoran Jankovic, el intrigante alcalde de Ljubljana, podrían haber derribado a sus respectivos gobiernos. Las consecuencias hubiesen sido serias: más obstáculos a las reformas económicas y la renovación de las instituciones políticas en Italia, y la cada vez mayor posibilidad de que Eslovenia se convierta en el sexto estado de los 17 de la eurozona en solicitar ayuda financiera internacional de emergencia.
A modo alentador, lo peor no ocurrió. Gracias a la deserción de los ex leales a Berlusconi al terreno del sentido común, el gobierno de Enrico Letta, el primer ministro italiano, tuvo éxito en cortar una de las cabezas de la hidra. Para alivio de los socios europeos de Italia y de los inversionistas internacionales, Letta vivió para luchar otro día.
Otra cabeza cayó al suelo cuando Alenka Bratusek, premier de Eslovenia, frustró los planes de Jankovic para sacarla como líder del gobernante partido Eslovenia Positiva. Ahora, Bratusek puede volver su atención a las tareas de rescatar los bancos del país y limpiar las finanzas públicas.
Si la analogía con la hidra es certera, cuatro otros shocks reemplazarían las tempestades en Italia y Eslovenia. Sin embargo, el horizonte a corto plazo de la eurozona no se ve tormentoso. Es verdad, el premier de Irlanda, Enda Kenny, no consiguió la aprobación en un referendo para su plan de abolir la cámara alta del parlamento. Pero el peligro de tensiones crecientes en su gobierno se evitó el martes, cuando la Comisión Europea acordó que las medidas de austeridad en el presupuesto 2014 de Irlanda no tenían que ser tan severas como lo planeado.
De la misma manera, los riesgos políticos son visibles en Portugal y Grecia, pero debieran, con sentido común, ser controlables. El gobernante partido de centro derecha de Portugal, los Social Demócratas, recibieron una paliza en las elecciones locales recientes y el tribunal constitucional de la nación está emitiendo más y más juicios que le atan las manos al gobierno para implementar reformas económicas. No obstante, la estabilidad política no debiera estar bajo amenaza, dado que los líderes de la eurozona actúen a tiempo para aclarar los términos en los que Portugal recibiría ayuda financiera después de que su programa de rescate expire el próximo año.
El mayor riesgo en Grecia podrían ser las medidas severas al partido de extrema derecha Amanecer Dorado. El presupuesto 2014 de Grecia asume un retorno a un crecimiento económico moderado después de seis años de recesión, pero el desempleo se mantendrá perjudicialmente alto y el desencanto con las instituciones políticas seguirá extendido. Si el gobierno se equivoca en su intento de destruir a Amanecer Dorado a través de arrestos y acusaciones, muchos griegos podrían considerar al partido como víctimas de una institucionalidad cuya mala gestión épica llevó a la nación al borde del abismo. En ese clima, el izquierdista radical Syriza también podría ganar apoyo.
Más adelante estará la elección parlamentaria europea en mayo. Un resultado fuerte para movimientos anti-UE, anti-euro, podría debilitar la fortaleza de los esfuerzos contra la crisis. Ninguna ley europea tiene efecto sin la aprobación de la asamblea y cada una de las principales iniciativas políticas necesarias para superar la crisis dependen de cooperación entre los gobiernos: lograr la unión bancaria; que las empresas del sur reciban créditos a tasas comparables a sus competidores del norte; reducir el desempleo masivo entre jóvenes: y hacer sostenible la deuda pública griega y de otros.
Es una tarea formidable, pero el enemigo podría no ser la hidra, sino la complacencia.
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