Los microbios que acechan en los asientos de los aviones, focos de enfermedades infecciosas, pronto podrían ser historia.
Recaro Aircraft Seating GmbH, cuyos clientes incluyen Cathay Pacific Airways Ltd., señala que está desarrollando un asiento con un desinfectante que destruye casi todos los gérmenes al contacto en segundos. Es una respuesta a estudios que sostenidamente muestran que casi todo dentro de la cabina de un avión está infestado de bacterias.
Estos asientos de clase ejecutiva no solo se limpiarán solos, sino que también, de alguna manera, informarán a cada pasajero que llegue cuán bien han hecho el trabajo, dijo en una entrevista el máximo ejecutivo de Recaro, Mark Hiller. Los asientos podrían debutar dentro de uno o dos años.
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La búsqueda de viajes sin gérmenes es parte de un esfuerzo de la industria por hacer que la experiencia de volar sea menos agotadora para el cuerpo conforme los maratónicos viajes "non-stop" de 17 horas se vuelven comunes. Dado que el diseño tipo tubo de los aviones comerciales apenas ha cambiado en décadas, los asientos se han vuelto el foco de la comodidad y un punto clave de diferencia.
Los asientos de los aviones del mañana, al menos en clase ejecutiva, serán una sala de estar digitalizada y personalizada, dijo Hiller por teléfono desde Hong Kong. Además de estar desinfectados, los asientos de Recaro darán masajes y predecirán dolores de espalda. Con el tiempo, podrían incluso tener su propio bar.
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"La individualización es realmente la clave", dijo Hiller, de 45 años. El objetivo, dijo, es crear "una habitación de hotel en el cielo".
Propagar enfermedades
Recaro, que compite con Thompson Aero Seating Ltd., Zodiac Aerospace y Rockwell Collins Inc., fabrica alrededor de 120.000 asientos de avión por año. Los Dreamliners de Boeing Co. operados por Qantas Airways Ltd. en la ruta directa Perth-Londres, que se inició recientemente, están equipados con asientos del fabricante alemán.
Rockwell Collins ofrece asientos con un revestimiento antimicrobiano, aunque son opcionales y no todas las aerolíneas los eligen, dijo Alex Pozzi, vicepresidente de tecnología y desarrollo de asientos de la compañía.
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A medida que las aerolíneas vuelan rutas cada vez más largas, la salud de los pasajeros se ha ido convirtiendo en una prioridad. Las enfermedades contagiosas pueden ser transmitidas rápidamente a través de un avión: en 2008, después de que los pasajeros de un vuelo entre Boston y Los Ángeles contrajeran diarrea, que obligó a desviar el vuelo a Chicago, los investigadores concluyeron que el norovirus se había propagado en solo tres horas.
Una pulgada cuadrada (2,5 centímetros cuadrados) de una hebilla de cinturón de seguridad puede albergar 1.100 bacterias viables y células fúngicas, según un informe de enero que analizó muestras tomadas de una cabina. Un estudio de 2014 de la Universidad de Auburn en Alabama descubrió que MRSA –una súperbacteria resistente a muchos tratamientos con antibióticos– puede vivir durante una semana en la tela de un bolsillo del asiento albergada en una pequeña mancha de saliva.
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Tela antibacteriana
Si bien los recubrimientos antibacterianos están disponibles para superficies duras, Recaro está tratando de lograr el mismo resultado duradero en telas, dijo Hiller. La compañía todavía está averiguando cómo el asiento les dirá a los pasajeros que está limpio, dijo.
"La mejor innovación no ayuda si no puedes mostrarla", dijo Hiller.
Los asientos de clase ejecutiva de Recaro cuestan US$95.000. En el futuro, ofrecerán más control sobre el ruido, la luz y la temperatura en el espacio aéreo personal de un pasajero, según Hiller. Una puerta o división proporcionará más privacidad, dijo.
Un asiento podría incluso ser capaz de mejorar la postura de un viajero advirtiendo de un inminente dolor a un pasajero con mala postura, dijo. "Todavía hay más por hacer y más mejoras posibles", señaló Hiller.