La semana pasada ocurrió un hecho sin precedentes para nuestro país. El presidente de una empresa recibió una encomienda en su hogar que resultó ser un artefacto explosivo. Como todos ya saben, se trató del presidente del directorio de Codelco, Óscar Landerretche Moreno. El también economista de la Universidad de Chile sólo resultó con heridas leves, afortunadamente.
Es de esperar que las extrañas circunstancias que rodean este acto se esclarezcan a la brevedad, respecto de quién o quiénes cometieron este atentado y cómo lo llevó o llevaron a cabo.
Pero eso es una sola parte, porque también es relevante que quienes resulten responsables sean debidamente juzgados y reciban las penas que la ley establece para este tipo de hechos. Es positiva la rapidez con que las autoridades actuaron en este caso, rechazando tajantemente este atentado, calificándolo como un acto terrorista.
Es importante dejar en claro que este ataque es inaceptable, así como también lo son los múltiples actos de violencia que han sido perpetrados en la Araucanía o en cualquier otro lugar del territorio nacional. La sociedad no debe perder la capacidad de asombro ni de rechazo ante los hechos ocurridos en la casa del presidente de una compañía estatal, pero tampoco en los predios de agricultores en el sur del país.