De acuerdo al estudio de una consultora, que toma como base los datos de la Dirección de Presupuestos, la deuda hospitalaria se empinaría hasta los US$950 millones a fines de 2017, lo que es un 70% mayor al monto que está estimado para diciembre del actual ejercicio. Para llegar a dicha cifra, el análisis considera que el ritmo de acumulación de la deuda de la salud pública es de US$44 millones por mes, con lo que este ejercicio terminaría con un nivel en torno a los US$563 millones. Y el problema no tiene signos de mejoría, ya que de hecho lo considerado en el Presupuesto 2017 permitiría reducir sólo en un 28% las obligaciones que se acumulen hasta el cierre de este año. En toda esta situación está incidiendo un nivel de gasto que con claridad ha superado lo que el sector realmente puede enfrentar. Dado ello, y tal como se ha señalado en variadas ocasiones, claramente hay un tema de gestión en la salud pública que debe ser abordado con urgencia. Pero junto con ello hay una brecha entre el costo real de las prestaciones y la cobertura que otorga Fonasa que no está cubierta, lo que va haciendo crecer ese déficit. En ese contexto, resulta necesario sincerar esta situación en el Presupuesto de la Nación para poder ir reduciendo este problema, que ya no está siendo una excepción sino que una habitualidad.