Cuando los líderes del G8 se reúnan hoy en Camp David, uno de ellos va a faltar. Vladimir Putin, quien estaba sostendría una reunión posterior a la cumbre con el presidente estadounidense Barack Obama, envió en su lugar a último minuto a su primer ministro Dmitry Medvedev.

La razón de su ausencia todavía es debatida en Moscú: casi nadie cree en la razón oficial de que Putin quiere quedarse en Moscú para entrevistar a potenciales funcionarios del gabinete.

La cancelación empaña súbitamente  las relaciones ruso-estadounidenses, especialmente enmedio de la agresiva campaña presidencial anti-occidental, que ganó el 4 de marzo, durante la cual prácticamente no dejó pasar ninguna aparición pública sin acusar a EEUU de conspirar secretamente para derrocarlo.

Su ausencia parece dar cuenta de la peor de las predicciones de que la reelección de Putin significaría el fin del deshielo tentativo en las relaciones conocido como el “reinicio”, descrito en marzo por el presidente saliente, Medvedev, como “los tres mejores años en las relaciones de Rusia-Estados Unidos en una década”.

“El principio de la relación entre Obama y Putin no parece optimista”, dijo Sergei Rogov, director del Instituto de Estudios de Estados Unidos y Canadá en Moscú, quien no quiso hacer conjeturas sobre los motivos de la ausencia de Putin, subrayando la medida en que incluso los expertos están desconcertados por las formas bizantinas del Kremlin.

Dmitri Trenin, director del think tank Centro Carnegie de Moscú, dijo:  “No estoy fundamentalmente pesimista: creo que él [Putin] todavía puede cambiar el paso, pero el principio no es muy auspicioso”.

La ausencia de Putin es interpretada por muchos como un calculado desaire  para el Occidente  -su primera visita al extranjero será ya sea a Bielorrusia o Kazajstán - o un ataque de ira. “Nadie sabe cómo funciona la toma de decisiones de Putin. Nadie sabe con quién habla”, dijo un ex funcionario de EEUU.

Los factores domésticos podrían estar pesando fuertemente - el anuncio del gabinete, previsto para el 8 de mayo, todavía está retrasado, posiblemente por luchas internas entre funcionarios.

Por último, sin embargo, es probable que ni la Casa Blanca ni el Kremlin vieran una cumbre altamente visible entre Obama y Putin como una idea particularmente buena en este momento.

“Sospecho que algunos miembros del equipo del Presidente Obama están realmente aliviados de no tener que recibir a Putin en la Casa Blanca en este momento”, dijo Andrew White, director del Centro Rand para Rusia y Eurasia en EEUU.

Mientras las relaciones Estados Unidos-Rusia sin duda parecen listas para una mala racha, el futuro del “reinicio” probablemente será rehén de los resultados de las elecciones de Estados Unidos a comienzos de noviembre.

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