No buscan ser  las mejores compañías del mundo, sino  para el mundo. Se trata de las “Empresas tipo B” o Benefit Corporation (B-Corp) que buscan poner a la sustentabilidad entre sus bases y así impactar el planeta.

En el 2000, los creadores de los helados Ben & Jerry’s tuvieron que vender su empresa a Unilever debido a un fallo de la Corte Suprema de Estados Unidos, que dictaminó que debían aceptar la oferta de US$326 millones. Ellos querían mantener un giro diferente, en el que se contemplaba la sustentabilidad y relación con la comunidad, además de ser partícipe de comercio justo y con una huella de carbono muy baja.

El conflicto, que en su momento tensionó a ambas entidades, finalmente tuvo un resultado positivo: la creación de las B-corps, que tienen un fin no lucrativo y que entre sus estatutos, contemplan el minimizar las externalidades negativas −como su huella de carbono− y en lo posible generar externalidades positivas.

Sin embargo, no fue sino hasta 2008 cuando surgió la certificación de las B-corps y su crecimiento ha sido sorprendente. De ello ya  han pasado casi seis años y el número de compañías certificadas ya asciende a 1.035 en 34 países. Si bien, cuando se presentó esta certificación, EEUU y Canadá llevaban la delantera, con el paso del tiempo, la situación ha ido cambiando. Sólo en Latinoamérica hay más de cien certificadas y un gran porcentaje lo lleva Chile, donde TriCiclos fue pionera. De hecho, la compañía fundada por Gonzalo Muñoz junto a Joaquín Arnolds y Nicolas Boetsch ha crecido con tal rapidez que acaba de abrir oficinas en Brasil (ver recuadro).

Rol ciudadano
Las empresas de este tipo, se caracterizan por ser consideradas como un fuerte activo para los ciudadanos.

“Cuando el beneficio social es parte de su misión esencial, el resto de la sociedad tiene una garantía de que la empresa será fiel a esa visión a pesar de que cambie de administración y de dueño. De alguna manera, la empresa “B” permite que cualquier ciudadano pueda “exigirle”, incluso legalmente, que se mantenga en el tiempo ese equilibrio entre la búsqueda del beneficio de los aportadores de capital y el objetivo de aportar a una mejor sociedad”, dice Ignacio Larraechea, gerente general de Acción.

Por qué sumarse a este tipo de empresas.“Hay una masa crítica de emprendedores que piensa que su negocio una fuerza activa positiva dentro de los cambios sociales”, afirma Jackie Khor de la fundación Reckefeller, organización que apoya a las empresas tipo B.

¿Quiénes optan por forjar empresas con estas características? Para Gonzalo Muñoz, hay tres tipos que optan por ser B. Una está vinculada a emprendimientos que desde su nacimiento tienen el espíritu de resolver problemas medioambientales y que están sensibles a ciertos problemas que, moviéndose en el mercado, buscan resolver.

También están las fundaciones que empezaron a moverse desde la filantropía hacia modelos más orientados a la autosustentabilidad económica que las llevaron naturalmente a operar dentro del mercado. Y el otro tipo son las más convencionales, que deciden ser B y  van incorporando paulatinamente cambios de estatutos, una misión social o ambiental y refuerzan las prácticas que tienen.

La clave: el compromiso
De acuerdo a la entidad certificadora, este tipo de organización nace  "en  respuesta al impacto negativos de las sociedades tradicionales. Además, éstas tienen un propósito formal que incluye la generación de un impacto positivo para la sociedad en su núcleo".

Más allá de tener una conducta “verde”, las B-corps adquieren varios compromisos . Entre ellos, está el incorporar estándares de transparencia en los gobiernos corporativos, un modelo de negocios con enfoque social y ambiental, además de tener una relación fluida y positiva con la comunidad.

Las empresas del futuro
Muchos sostienen que es este tipo de empresas las que revolucionarán las economías a futuro. "Las B-corps se han posicionado como un modelo perfeccionado de la empresa del futuro, coherente con la creciente necesidad de conciliar la búsqueda de utilidades para los accionistas con la generación de valor para los distintos públicos de interés", sostiene Larraechea.

Con una nueva concepción de negocio, éstas tampoco aspiran a ser las más rentables inmediatamente. “Probablemente no serán muchas las empresas que en el corto y mediano plazo, transiten a esa concepción del negocio. Sin embargo, vemos con muy buenos ojos que este modelo ha logrado entusiasmar a profesionales jóvenes que tienen habilidades y gusto por el emprendimiento, pero con un fuerte compromiso por mejorar la sociedad en la que viven. De alguna manera, este movimiento reivindica la función empresarial en una sociedad que ha desarrollado una gran desconfianza hacia las empresas tradicionales”, apunta el gerente general de Acción.