“Este Chile ha decidido que es momento de iniciar transformaciones de fondo”. Las lágrimas de emoción de su madre Ángela Jeria se multiplicaban en el público que pasadas las 20:40 horas se instaló a las fueras del hotel San Francisco.
Al igual que en 2005, Michelle Bachelet Jeria se paraba frente a una multitud para decirles: “Gracias por hacerme una presidenta tan afortunada”.
No duplicó a Evelyn Matthei, como temían en la Alianza, pero el triunfo fue claro y significativo: 62,16% de los votos para Bachelet y 37,83% para Matthei.
Tan claro, y esperado por el mundo político que el comando de la Nueva Mayoría no fue un carnaval, ni el de la Alianza un funeral.
Matthei consiguió poco menos del piso sicológico que se habían puesto en su sector: 40%. Número que, al menos por ayer, adormeció la “noche de los cuchillos largos” de la que tanto se habló en el actual oficialismo, el próximo 11 de marzo, la nueva oposición.
Salvo algunos personeros de la Alianza, las sombras de la desligitimidad por la baja participación ciudadana de ayer, también desaparecieron. Esto, entre otros factores, porque la electa Michelle Bachelet estuvo a punto de desvanecer el principal argumento oficialista: igualar al menos el número de votos que obtuvo Sebastián Piñera en la segunda vuelta de 2009 donde derrotó a Eduardo Frei Ruiz-Tagle. En esa oportunidad, el actual mandatario obtuvo 3 millones 591 mil 182 votos, mientras que ayer Bachelet sacó 3 millones 468 mil 389 votos.
EL DESAFÍO DEL EQUIPO
En el bacheletismo había alegría, pero sobria. La Nueva Mayoría ya palpitaba el triunfo de anoche hace ya bastante tiempo, por eso que el resultado lo tomaron con mesura, pero con la tranquilidad de haber retomado el poder luego de cuatro años de un gobierno de la Alianza.
Administración a la cual Michelle Bachelet quiere hacer cambios: “¡Una nueva Constitución! Nacida en democracia, que asegure más derechos y que garantice en el futuro, que la mayoría nunca más será acallada por una minoría. Un pacto social nuevo, moderno y renovado que Chile demanda y necesita”, dijo la mandataria electa en su discurso triunfal, dejando la inquietud nuevamente sobre el mecanismo que su gobierno utilizará para cambiar la Constitución.
Esa será sólo una de las dudas que tendrá que comenzar a despejar quien asuma como presidenta de la República el próximo 11 de marzo de 2014.
¿La principal? La conformación de su gabinete.
Tiempo tiene; nombres, los suficientes para conformar el equipo que la acompañara al comenzar su administración.
Cómo dejar conformes a todos los sectores de la Nueva Mayoría se transforma en el desafío más complejo. Sin ánimo de ponerle presión, hoy todos los partidos que conforman el conglomerado tendrán sus respectivos encuentros para definir perfiles de los militantes que quieren instalar en el próximo gobierno.
El mensaje público de dejar en libertad de acción a la ahora presidenta electa, comenzará a desvanecerse con el correr de los días: “Los intereses de cada partido toman fuerza ahora”, comentan desde el bloque. Esta mañana, a las 11:15 horas, llegarán todos los presidentes de partido a la sede del comando en el barrio Italia, para saludar a la ex directora de ONU Mujeres.
Para tomar la decisión de conformar su equipo, ya está instalado en el ambiente político que la ex mandataria buscará no cometer los errores de su primera administración. Uno de ellos, tener en el ministerio del Interior a uno de sus cercanos, idealmente, de la misma casa política: el Partido Socialista.
Los tres DC que tuvo Bachelet en su antiguo gobierno no lograron llenar las expectativas de su administración, comentan en la Nueva Mayoría. Factor a considerar en las nuevas decisiones, al igual que la necesidad de paridad en el equipo y un equilibrio entre técnicos y políticos.
EL REARME DE LA DERECHA
"El resultado es de mi exclusiva responsabilidad política". Le tembló la voz y se llenó de lágrimas, pero su rostro reflejó más bien alivio.
Una campaña express, “que ustedes saben no busqué”, dijo Evelyn Matthei, terminó con un sabor más dulce de lo que muchos pensaron.
El paso a la segunda vuelta fue considerado como un triunfo por la propia Matthei y este resultado, sirvió para hacer algunos llamados a la Alianza. Primero, no buscar responsabilidades y asumir ella el costo que significa que la derecha chilena perdiera el poder luego de solo un gobierno.
Segundo, dar paso a las generaciones jóvenes, sumándose de inmediato al debate generacional que se ha instalado en el sector. “Ellos son rostros y palabra honesta”, dijo en el escenario instalado en el Hotel Intercontinental. El mismo que sirvió para los festejos en primera vuelta, el mismo en el que ayer la flanquearon todas las figuras nuevas que se sumaron a su comando en la segunda etapa de la campaña.
Porque este es otro de los temas que vendrá para lo que queda de año: cómo se reestructura una derecha derrotada y que vuelve a la vereda de la oposición.
Factor en este rearme será el protagonismo que asuma o deje de asumir el presidente Sebastián Piñera.
En sus último trimestre como mandatario comenzará a develar si desde la fundación que prepara articula a la oposición y su salida de La Moneda se transforma en sólo un hasta pronto.