Cuando al ministro de Finanzas, George Osborne, le tocó nombrar al próximo gobernador del Banco de Inglaterra (BoE, su sigla en inglés), buscó a la autoridad de política monetaria más activista que hubiera disponible. Se esperaba ampliamente que la elección de Mark Carnek, un pionero de la "orientación adelantada" (forward guidance) en el Banco de Canadá, rompiera con la reticencia de "La Vieja Dama" de Threadneedle Street a revelar sus planes futuros de política monetaria. La presentación del reporte de la inflación de esta semana, el primero de Carney como gobernador, le dio a Osborne lo que negoció.
La introducción de una orientación adelantada formal en el BoE equivale a una pequeña revolución en Threadneedle Street. Pequeña, porque en gran parte formaliza un acercamiento que el Comité de Política Monetaria del Boe ya estaba buscando, cada vez más. Pero la orientación adelantada aún supone un cambio de régimen: realza la transparencia del Comité y podría hacer que a la actual postura monetaria un estímulo más efectivo para agregar demanda.
En una visión más dura de la economía, el alza mejor a la esperada debilitó, en lugar de fortalecer, la justificación de una orientación adelantada. Correcta e inteligentemente, Carney defiende lo contrario. El peligro para la política monetaria es que los mercados, empresas y hogares se precipiten en la recuperación, a medida que se ajustan a las alzas de tasas de interés que esperan que el BoE lleve a cabo. Las reacciones exageradas a las recientes meditaciones de la Reserva Federal, de que podría pronto desacelerar sus compras de activos, muestran que este riesgo es real. Es imperativo cortar de raíz las expectativas de un ajuste. La orientación adelantada es el intento de Carney de hacer eso.
Dejando de lado la jerga, la política debiera trabajar directamente sobre las expectativas de la gente sin cambiar cómo el banco central actualmente utiliza sus instrumentos monetarios. Carney afirma que el Comité pretende mantener su tasa de interés y su balance donde están, hasta que el desempleo caiga por debajo de 7% (hoy está en 7,8%). Dado que el BoE no espera que esto ocurra durante varios años, el gobernador está sugiriendo que la postura monetaria laxa de hoy se mantenga al menos, hasta 2016. Eso es más que lo que esperan los mercados, algo que Carney puntualizó. Si él puede hacer que los bancos, dueños de empresas, y hogares piensen que las tasas permanecerán bajas por más tiempo del que pensaron antes, como resultado la actividad podría repuntar.
La nueva política, sin embargo, trae nuevos riesgos. Como admite el BoE, nuestro entendimiento de cómo el mercado laboral se ha comportado desde la crisis financiera es pobre. Pero hay un misterio relacionado: la declinación de la productividad en los últimos cinco años. Esto significa que el panorama del desempleo es usualmente incierto, lo que a cambio reduce la utilidad de la orientación de Carney para los que toman decisiones en la economía: no pueden confiar de un período más largo de tasas bajas si no pueden confiar de los pronósticos del BoE de que el desempleo se mantedrá alto. Las decisiones anticipadas del mercado corroboraron este riesgo: la libra y los rendimientos de los bonos saltaron, presumiblemente lo opuesto a lo que Carney esperaba.
Carney dejó claro que el BoE está listo para relajar su política más, en caso de empeorar las condiciones. Eso tiene sentido, así como que el premio de la orientación pueda ser mejorar la compensación entre producción e inflación. El mayor riesgo de la orientación adelantada es que tenga poco efecto. De ser así, el novedoso enfoque de Carney rápidamente desaparecerá.
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