Banco de Inglaterra y Fed de Nueva York podrían enfrentar el mismo rigor que Barclays
Si los funcionarios del Banco de Inglaterra se coludieron en la manipulación de la Libor, como muestra un documento publicado por Barclays, debieran ser tratados con el mismo rigor que el director ejecutivo del banco en problemas. Bob Diamond renunció tras una millonaria multa que puso nerviosos a los reguladores incluyendo al Banco de Inglaterra.
El símil de Diamond en el BoE es el subdirector Paul Tucker. Él llamó al banquero en 2008, buscando saber por qué las tasas de financiamiento que Barclays entregaba para los cálculos de la Libor eran relativamente altas. Diamond dijo que otros bancos declararon tasas inferiores que sus costos de financiamiento reales. Tucker, entonces habría dicho que no había ningún daño en que Barclays se uniera al club.
Si es cierto, Tucker también debiera renunciar. Las tasas Libo, administradas por la Asociación de Banqueros Británica, un organismo carente de dinero, podrían haber parecido evidentemente poco confiables para los habitantes de las instalaciones palaciegas del BoE en la City de Londres. Pero son tasas de referencia contra las cuales se establecen millones de millones de dólares en productos financieros en todo el mundo.
Los informes individuales de los bancos, mientras, muestran su salud financiera -o la falta de ella- para los inversionistas. Cualquier funcionario del BoE quien haya motivado a un banquero a manipular sus informes para la tasa Libo debiera unirse a la conspiración financiera de unos pocos -un selecto grupo de bancos y hedge funds internacionales- contra muchos, desde consumidores a empresas de todo tamaño.
Barclays ha publicado un calendario de cara a la comparecencia de Diamond ante los legisladores. Este calendario establece que los reguladores, incluyendo la Reserva Federal de Nueva York discutieron los envíos de la tasa Libo con Barclays en no menos que 27 ocasiones durante la crisis crediticia. Según los propios registros del BoE, en 2007, Tucker presidió una reunión de banqueros que discutió una disparidad entre las tasas Libo y las tasas interbancarias reales. Decidieron que era algo malo. Y ese fue el fin del asunto.
Los observadores debieran reservarse el juicio hasta que hayan escuchado la versión de Tucker. Esto debiera obtenerse como resultado como parte de la investigación parlamentaria, sino fue antes. Hasta el momento, el BoE ha dicho que no sabía de la “impropiedad”.
Pero incluso si Tucker no impulsara a Barclays a sesgar las tasas, él y su jefe, Mervyn King, habrían quedado en el mismo problema que llevó a la renuncia de Diamond. Si sabían de la manipulación y no intervinieron para frenarla, fueron cómplices. Y si no estaban al tanto de la práctica, su supervisión era deficiente.
El escándalo Libor marca el punto en el cual el viaje de las autoridades podría hacerse más tedioso. Llegó el momento para ellos de dar cuenta de sus acciones…o de la falta de ellas.
COPY RIGHT FINANCIAL TIMES
© The Financial Times Ltd, 2011.
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